Las teorías de conspiración solían difundirse principalmente mediante páginas de Facebook, cadenas de mensajes en WhatsApp y otros medios, pero eso está cambiando.
Conforme las redes sociales han empezado a cerrar masivamente cuentas dedicadas a promover información falsa, los creadores de estas han encontrado nuevas formas de difundir sus inventos.
Así es como influencers en Instagram, particularmente mujeres con cuentas dedicadas a temas como maternidad, ejercicios, moda, motivación personal y otros, se han ido convirtiendo en la nueva cara de la desinformación.
El cambio no es accidental.
Usar influencers con cuentas dedicadas a otros temas hace más difícil que los algoritmos de las redes sociales las identifiquen y eliminen.
Además, dichas cuentas tienen la ventaja de que pueden alcanzar a más mujeres. En los meses previos a las elecciones de EE.UU., cuando Trump perdió apoyo entre mujeres, una versión pastel de las teorías de conspiración conocidas como QAnon empezó a circular entre influencers con miles de seguidoras en Instagram.
QAnon en versión pastel
En lugar de las imágenes chillantes y sensacionalistas que suelen acompañar la conspiración, las influencers en Instagram usan una estética que calza con temas de salud, bienestar y belleza.
Además, no se identifican explícitamente como QAnon u otros hashtags asociados a teorías de conspiración sino que se enfocan en temas a los que nadie se opone, como salvar a los niños y combatir el tráfico de personas. Estos temas son usados como gancho para ir llevando a sus seguidoras hacia ideas radicales.
Otros factores que ayudaron a llevar la desinformación a Instagram son el dinero y la epidemia de covid-19.
Diversos estudios muestran que usar la conspiración puede ser una forma efectiva de aumentar seguidores - algunas cuentas han multiplicado sus seguidores en miles en cuestión de meses. El resultado es que repetir ocurrencias y falsedades abre la posibilidad de ganar más dinero, sea vendiendo productos, servicios, o publicidad.
Por otra parte, la historia enseña que las epidemias generan ansiedad entre el público y lo hacen más vulnerable a interesarse o creer en conspiraciones. Esto ha sido aprovechado por quienes se dedican a la desinformación para inventar cosas sobre la vacuna y otros aspectos de covid-19, con tal de atraer a más personas.
En ese sentido, la conspiración no solamente genera un daño a la salud pública sino que también se usa con fines políticos como atacar la credibilidad del sistema electoral, algo que puede desestabilizar a un país.
También se usa para promover la violencia. Por ejemplo, solo entre 2018 y 2020 en EE.UU., QAnon ha estado ligado a secuestros y atentados de secuestros, tiroteos, invasión de propiedad y al menos un asesinato.
¿Qué se puede hacer? No darle espacio a este tipo de cuentas es esencial.
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Es una lección que las empresas que manejan las principales redes sociales tardaron años en aprender, pero la gravedad de las consecuencias de la desinformación finalmente las empujaron a tomar una postura más responsable.
Algo similar ha ocurrido con la prensa. Antes de darle visibilidad pública a un influencer mediante reportajes y menciones en noticias, es importante verificar si se trata de alguien que promueve teorías de conspiración. Aumentar la visibilidad de ese tipo de personajes es tan irresponsable como publicar noticias falsas.
Los usuarios de redes sociales también tienen su parte de la responsabilidad y pueden ejercerla no siguiendo a quienes promueven datos falsos ni ayudándoles a esparcir sus mensajes.
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Una de las preguntas que deben plantearse los usuarios de redes sociales es si da la “casualidad” de que la/el influencer gana dinero con la información que promueve. También deben cuestionarse si se trata de personas expertas en salud pública, economía, etc., o simplemente de personas que quizá pueden ser simpáticas pero carentes de conocimiento.
De lo que no deja duda lo ocurrido en años recientes con información falsa y redes sociales es que subestimar el problema de la desinformación es ser parte del problema.
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