Muchas teorías de conspiración promovidas por grupos religiosos y de derecha atribuyen actos inventados de pedofilia a quienes esos grupos ven como una amenaza, tales como políticos progesistas, personas homosexuales, etc.
Entendida como atracción sexual hacia niñas y niños, la pedofilia puede llevar a abusos grotescos y hasta al asesinato de menores. Se trata de dos de los crímenes que más repulsión causan en la sociedad y que lamentablemente continúan ocurriendo.
Atribuir actos de violencia contra menores (a menudo asociados con supuestos rituales diabólicos) a enemigos políticos que quieren cambiar el orden establecido es uno de los recursos más viejos de la historia, especialmente duante épocas de cambio.
A un senador del antiguo Imperio Romano se le atribuía tomar sangre de niños sacrificados. A las mujeres quemadas como brujas durante la Edad Moderna se les acusaba de hacer rituales con menores. En los 80s, cuando las mujeres se incorporaban a la fuerza laboral, las teorías de conspiración atacaban a las guarderías como supuestos centros de pedofilia.
Hoy, esas acusaciones se dirigen contra quienes los conservadores consideran sus enemigos: Los políticos progresistas que apoyan la igualdad de derechos, incluyendo para personas homosexuales, trans, etc.
Curiosamente, la preocupación de muchos conservadores por la pedofilia suele limitarse a los casos inventados en las teorías de conspiración, mientras que los casos reales parecieran no preocuparles.
Miles de niñas son violadas y embarazadas cada año por sus padres, tíos, hermanos, etc. en familias tradicionales. Muchas empresas de tecnología se enriquecen con pornografía de menores. Nuevos casos de sacerdotes y pastores pedófilos se conocen todos los años.
La lista es de no acabar, pero sobre esos casos reales quienes creen en teorías de conspiración suelen guardar silencio. A menudo hasta se les ve excusando la pedofilia (“hay niñas que provocan”, “los sacerdotes también son humanos”, etc.).
Para entender esa contradicción o hipocresía hay que entender los miedos que mueven a esos grupos y qué es lo que realmente les preocupa.
Quizá la mayor teoría de conspiración de la actualidad es QAnon, cuya premisa base es que la élite de la política progresista es en realidad un grupo organizado de pedófilos satánicos que el gobierno de Donald Trump supuestamente está por desmantelar.
Regreso al pasado
Según ellos, la eliminación o debilitamiento de la élite progresista permitiría regresar a la hegemonía cultural conservadora del pasado basada en la familia patriarcal. En esta, los hombres controlan el poder político y económico, las mujeres cuidan la casa y los hijos, y las personas homosexuales y trans no existen o viven a escondidas.
En el caso de EE.UU., esa hegemonía conservadora del pasado está además mezclada con aspectos raciales que asignan el poder político y económico a los hombres pero específicamente a los blancos.
QAnon surge, entonces, como una reacción conservadora al avance de medidas progresistas en EE.UU. en décadas recientes (un presidente negro, matrimonio homosexual, una mujer candidata a la presidencia, derechos para personas trans, etc.) y la hegemonía de una agenda de justicia social.
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La gran preocupación que estos grupos dicen tener por la pedofilia realmente no es más que la preocupación por una familia tradicional que solía operar como fuente de poder hegemónico a favor de los hombres (blancos, en el caso de EE.UU.).
Usar la pedofilia como gancho en la era de las redes sociales también tiene la ventaja de que el tema se presta para infiltrar grupos muy diversos porque ¿a quién no le enojan el tráfico y/o el abuso de niños?
Por eso, recientemente los seguidores de QAnon se han estado apoderando de hashtags como #SaveTheChildren o #SalvarALosNiños, los cuales surgieron de grupos que realmente trabajan por la niñez. A los seguidores de QAnon también se les observa entrando a grupos de mamás y papás en Facebook para hablar sobre pedofilia y tráfico de niños.
Una vez dentro de esos grupos, empiezan a dirigir la atención hacia teorías de conspiración sin fundamento pero diseñadas para explotar los miedos de muchas personas sobre cambio social, la economía, la seguridad pública, etc.
Todo esto para tratar de que Donald Trump tenga más oportunidad de ganar las próximas y sin hacer nada para ayudar a los miles de niñas y niños que realmente están siendo abusados cada día, en algunos casos por parte de las mismas familias conservadoras y líderes religiosos que promueven conspiraciones inexistentes.