No es un desplazamiento en canopy ni lo es tampoco un paseo en rafting. En Ámsterdam disfruté el transporte público como algo recreativo. Para ellos es como respirar, más aún para las generaciones que nacieron con esa fortuna.
Es verano en el hemisferio norte del planeta. Unos días son soleados y cálidos; otros, nublados y más que frescos. Es verano porque no nieva. ¡Es perfecto… con suéter por las noches!
Para evitar la fatiga de caminar por mucho tiempo, un grupo de periodistas latinoamericanos somos guiados en tren durante pocos minutos por dos funcionarios del Ministerio Holandés de Relaciones Exteriores.
La Estación Central (de trenes) nos recibe con miles de locales y turistas que desean viajar hacia diversos sitios o que cumplieron con el objetivo de llegar allí desde otros.
En unas tiendas dentro de la estación, topamos con “Mac Bike” para usar unas bicicletas rentadas y dar un verdadero paseo sostenible junto a Cornelia Dinca, una ingeniera canadiense especializada en la parte de planificación urbana.
Ella se centra en las transiciones citadinas donde las interacciones de transporte terrestre lleguen a mejorar la habitabilidad de un sitio.
Fundó Ámsterdam Sustentable para compartir enfoques y soluciones basados en esa capital y así poder llegar a convertir otras ciudades en lugares más sostenibles, inteligentes y habitables.
“¿No debería ser el objetivo final crear una ciudad que haga feliz a la gente?”, nos cuestionaba la joven Dinca quien también integra la agencia Cycle Space.
El tour en bicicleta explora cómo el entorno y los servicios construidos convierten a esta capital en un ambiente agradable. ¿Cómo?
1) Con un sistema de transporte realmente eficiente donde la gente paga un tiquete semanal, mensual o anual —según su necesidad— y dispone cuando quiera y cuantas veces lo necesite.
Ese método de cobro es eficiente. Por un lado, choferes de bus evitan portar dinero y perder tiempo con vueltos. Por otro, la gente se acostumbra a pagar por adelantado y ocupar las unidades de forma rápida.
2) También, con ciclovías de alta calidad que ofrecen acceso a actividades culturales y espacios de recreación e interacción.
Un ejemplo de ello es el Museo de Ciencia y Tecnología NEMO, al que se le llega de mejor manera en una bicicleta o caminando. Allí, una infraestructura de cinco pisos está abarrotada con exposiciones, experimentos, demostraciones y talleres, donde los visitantes descubren lo especial de las cosas cotidianas.
—Pero es que Holanda es plana, es riquísima para andar en bici. Costa Rica es montañosa.
—Cierto, le respondo a no recuerdo quién. Pero ahora hay bicicletas eléctricas (de las cuales les hablaré luego) que ayudan a que “el andar en bici” sea fácil, sin que casi se sude, prosigo.
—Bueno, eso sí.
Sigo sin recordar con cuántas personas sostuve, sostengo y sostendré esa misma conversación.
Inteligente, justo, resistente, ecológico y creativo. Estos son algunos de los ideales urbanos más populares en el ámbito de la formulación de políticas en este momento.
La urbe situada entre la bahía del IJ y el río Amstel se caracteriza por el pedaleo y el caminar, por el uso de carros y tranvías, trenes y buses, botes y barcos… ¡Ah! Casi olvido mencionar taxis y Uber’s. Por cierto, carísimos.
Son muchas opciones. Según Dinca, 36% de los capitalinos se inclina por pedalear, 24% por el uso de automóviles, 23% por caminar y 16% por la utilización de transporte público.
¿Caminar? Los holandeses procuran mantener la derecha en todo momento. Así, evitan zigzaguear en las aceras y perder tiempo con esta manera de movilización: la más lenta, pero saludable y quemadora de grasa que existe.
Cuando andan solitarios y necesitan subir o bajar por escaleras eléctricas, lo hacen igual: manteniendo la derecha. Si alguien anda con prisa, sabe que cuenta con espacio libre por la izquierda al subirlas o bajarlas.
¿Y si andan en pareja o en grupo? Hacen fila india. No se van a morir. Giran 90 grados sobre su propio eje, voltean su cabeza en esas gradas para seguir hablando.
“Los holandeses piensan primero en los demás”, me contaba Stijn van Kervel, un capitalino que se gana la vida diseñando galerías y salas para museos.
El contacto visual y la cortesía son primordiales para cruzar —sin semáforos— un punto de la ciudad donde convergen cinco caminos (tomas en el video anterior). En ellos, transitan bicicletas, carros, buses, peatones y el tranvía.
Estas dos situaciones (mantener la derecha al caminar o saber cómo andar en la calle) se aprenden en el hogar y en los centros educativos.
Aprovecho para destacar la educación, una fortaleza de mi querido país. Podríamos iniciar con eso.
Aunado a ello, ¿qué tal si involucramos y exigimos a este y los próximos gobiernos a apoyar esa táctica con agresivas campañas de comunicación?
¿Qué ganaríamos y qué perderíamos con una población más educada en materia de vialidad?
1) En caso de llegar a tener la anhelada infraestructura:
Lo positivo sería que la sabríamos utilizar con bicicletas convencionales y eléctricas. Las primeras para quienes quieran transportarse y hacer ejercicio al mismo tiempo por lo montañoso de Costa Rica. Las segundas para quienes quieran movilizarse de manera segura y sin mucho esfuerzo.
Lo negativo sería que —llegando a tener más ciclovías y una población más concientizada— nadie las use; a pesar del esfuerzo de décadas en esos aspectos: sería algo propio de los necios.
2) En caso de NO llegar a tener la anhelada infraestructura:
Lo positivo sería que sabríamos —por fin— usar eficientemente las carreteras, calles y aceras de siempre.
¿Sería nada lo negativo? Quizá el costo de educar a la gente que, al fin y al cabo, no sería una pérdida.
Resumen: en Países Bajos, no hubo un cambio de la noche a la mañana para minimizar el estrés de las presas ni las muertes en carreteras. Fue durante unas tres décadas.
Lo primero fue educar a la población más joven para que supiera cómo llegar a utilizar la infraestructura venidera.
Con más ciudadanos en esas vías, menos conductores de vehículos en las calles.
Más salud, menos enfermedades. Menos estrés, más productividad.
A todo eso le llaman economía circular. En la próxima entrega les hablaré un poco más de ello y su aplicación en Utrecht: el centro de la naranja mecánica. También de lo que sucede en otros sitios.
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