Es jueves 12 de abril y las calles reciben a miles de conductores y pasajeros de transporte público que se apuran a cumplir con trabajo, estudio o mandados del hogar.
Al igual que hace un año, me desplacé de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR), en Montes de Oca, al Colegio de Periodistas, en Sabana. Se trató de un viaje de ida y vuelta, de este-oeste de la ciudad y viceversa.
En aquella ocasión, detallé el avance por cada cuadra y cada giro realizado, para comprender cómo atravesar la capital de lado a lado en bicicleta. En el siguiente enlace la puede repasar:
Esta vez, la experiencia frente al volante y sobre los pedales fue más gratificante , pues ahora se puede "avanzar", con toda la fuerza del infinitivo, no importa si más adelante los carros lo alcanzan a uno.
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Ver un congestionamiento a escasas cuadras y colocarse junto al primero de los carros que espera la luz verde del semáforo significa mucho en una ciudad donde a las presas es común llamarles "parqueo".
Sí, significa mucho desde mi condición de usuario constante de una de las formas más limpias de trasladarse a/en San José: la bicicleta, medio que ahora cuenta con 13 kilómetros de carril, que en teoría, es exclusivo.
Importante comienzo
Los barrios Dent y Escalante son los sitios donde se percibe mayor seguridad para los ciclistas. ¿Por qué? Existen tres factores: demarcación con pintura sobre el asfalto, señalización vertical y barras protectoras en la mayoría de este segmento. Vea las siguientes fotografías:
Eso sí, se debe estar pendiente de las flechas que indican girar a la izquierda, a la derecha o seguir directo.
A lo largo de la ciclovía, hay partes donde son inexistentes las dos líneas continuas y paralelas que refuerzan la identidad de carril exclusivo para bicicletas.
Hay que admitirlo, en esos tramos aumenta el estrés al no sentirse ‘acuerpado’ por ellas. Sin embargo, es cuando surgen cuadros verdes pintados en la calle así como rótulos verticales con la frase “carril compartido”.
Irrespeto
Durante la media hora que pedaleé entre San Pedro y Sabana, observé a otros ciclistas que aprovechaban el nuevo derecho de vía, el problema es que también había motociclistas.
En la última fotografía, se puede ver cómo el motorizado va en contravía. Esto sucedió 100 metros al sur de la esquina suroeste del parque La Merced.
En Holanda, por ejemplo, este tipo de vehículos pueden rodar allí. La condición es que deben ser de cilindraje bajo, como las scooter e ir a menos de 40 km/h, que no es el caso de la ciclovía josefina.
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En comparación con el trayecto realizado un año atrás, se nota una mejoría en cuanto a la demarcación.
Al ser conductor de vehículo liviano, pueden entender el criterio de quienes reprochan el carril asignado a los ciclistas alegando que ahora hay menos espacio para transitar, sin embargo, lanzo la siguiente pregunta: ¿Si se quitara la ciclovía, se descongestionaría San José?
La respuesta es no.
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Ya el cambio de compartir las vías con otros medios de transporte se está dando y la crítica frecuente de que muy pocas personas usan la ciclovía no tiene datos reales. Cuando exista alguna medición, los resultados podrían sorprendernos.
Un cable contador se podría instalar en ciertos puntos para saber cuántos ciclistas la usan y en qué momentos del día lo hacen con mayor frecuencia.
Por su parte, los no motorizados también tienen que aprender ese espacio. Si avanzan en grupo, que pedaleen en fila india para que el metro y medio sea acorde al ancho de las calles.
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Mi conclusión es que los atrevidos que pedaleemos por la ciclovía vemos mejoras en la salud y ahorro de dinero. Paralelamente, beneficiamos al resto de la población con menos tráfico vehicular y un ambiente más limpio.
Este jueves, por ejemplo, hubo un carro menos en San José (el mío).
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En todo caso, con ciclovía o sin ella, es importante que los conductores respeten al ciclista, al corredor, al perro y a cuanto ser vivo pueda pasar por su camino.
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