Nota: Elaboré esta reseña gastronómica en junio de 2019 y la publico nuevamente a raíz de la emergencia mundial por el brote del nuevo coronavirus covid-19. En una primera instancia, la titulé: “Del cielo caen pargo fresco y patacones: un barco encalló en Cartago y amenaza a las papas”. Como dicen las autoridades de Salud: quedate en casa, pero —si tus posibilidades lo permiten— pedí exprés, comé rico y ayudá. Restaurante pertenece a Club La Nación.
La Cambusa de Guido y Cruz brinda dos opciones: exprés gratuito al 8392-3038 con un radio de tres kilómetros en Cartago y, al usar Glovo, regalan una orden con patacones.
Por favor, con mucha hambre y tiempo, sea bienvenido a bordo. ¿Le apetecen unas cápsulas de patacones rellenas con camarones? En la siguiente fotografía se observan tan solo dos. La orden contiene seis de ellas:
Merluza a la livornesa, pargo fresco, pez espada, arroz con camarones, sopa de mariscos, ceviches y especialidad en patacones son parte del suculento menú que ofrece este restaurante cartaginés.
Desde hace unos 10 años, mi familia y yo hemos visitado La Cambusa de Guido y Cruz por la buena cuchara, la amena atención y el amor que reflejan la pareja fundadora.
Creo que esta década de experiencia basta para no enfatizar en cuanto al porqué sigo visitándola: las últimas veces, desde inicio de junio, luego de algún tiempo cómo náufrago. Los invito a ver este pequeño video (hecho en 2019, por lo que ya cambió la dirección del local):
En náutica, una cambusa es el espacio de las embarcaciones destinado al almacenamiento, conservación y preparación de los alimentos. Cambusa = cocina.
Como la navegación marítima se basa en conocimientos astronómicos, físicos y matemáticos, “cambusa, igual, cocina de barco” se podría expresar como la solución a un gran problema. ¿Cuál?
Pues, la respuesta va con pregunta: ¿qué sería de las embarcaciones sin una cocina? A pesar de estar colmado de peces y mariscos, mar adentro la vida podría significar mucha hambre así como sal y más sal.
Sabores tropicales.
¡Qué rico sería saborear el dulce de los mangos y moras o el picantico del chile panameño mezclado con el sabor del pescado fresco de los ceviches! Siendo así, escoja entre estas cuatro opciones/fotografías:
Por ello, al ingresar a este sitio, el comensal está dispuesto a zarpar a un mundo ahora conocido donde el problema del hambre se soluciona con rica y fresca comida, buen trato y por lo general, con música de Fabrizio de André, Francesco Guccini o Giorgio Gaber, entre muchos otros que empecé a conocer gracias a Shazam o luego de consultarle a Guido.
¡Jue! Luego de esos párrafos me sorprendo por tal descripción y cuestiono el origen de tan misteriosos anfitriones, cual misteriosa lo fue la Atlántida... de Platón.
Un italiano-friulano con gran carisma hacia el cliente. Una dominicana-banileja, responsable del sabor de los platillos ofrecidos. Unos hijos, costarricenses-josefinos, estudiosos y trabajadores.
Luego de comer, me ofrecen postre para dar inicio a la conversación y saber quiénes preparan estos alimentos y por qué la vida los tiene en Cartago.
Él.
Era 1993 cuando huyó de Trieste, capital y ciudad más poblada de Friul-Venecia Julia, región del noreste italiano limítrofe al este con la actual Eslovenia. Ese último país y Croacia fueron fundamentales con sus declaratorias de independencia en 1992. Prácticamente, a partir de esa situación, la gente en la zona sobrevivía a las guerras yugoslavas, comprendidas entre 1991 y 2001.
La calidez de Guanacaste recibió a Guido Kozmann. Este hombre cambió el entonces agitado mar Adriático por la calma del océano Pacífico. En el primero, aprendió a bucear. En el segundo, puso a prueba todo su conocimiento para adentrarse en el agua.
Paralelamente, empezó a pescar con una panga. Vendía producto y se dejaba algo para comer rico.
Ella.
Cruz María Rodríguez nació en República Dominicana, país con arenas y playas paradisíacas. Sus primeros 19 años los vivió en Baní, unos 60 kilómetros al suroeste de Santo Domingo. Luego de esa edad viajó a la tierra de su madre, Costa Rica. Era 1995.
“Yo cocino desde los 13 años”, recuerda.
Ellos.
Sus vidas se cruzaron en marzo de 1995 en el Pacífico norte de Costa Rica, propiamente en playa Lagarto, al sur de Junquillal, Guanacaste. Unos tres meses después, en julio, se casaron y vivieron de su capacidad para adquirir alimento del mar, así como de su comercialización. Aún no tenían un restaurante.
Pablo, Ana Pamela y Marco nacieron en 1996, 1998 y 1999, respectivamente. A pesar de ser unos enamorados del mar, Guido y Cruz abandonaron la vida costera para buscarles una buena educación a sus hijos.
A julio de 2019, serán 24 años desde que esta familia se conformó y —años después— vio en Cartago la cuna para ofrecerles la educación escolar y colegial a los pequeños.
Su cambusa se localiza unos 200 metros al norte del estadio Fello Meza. Pequeña pero matona, empezó a agitar la marea a partir del 2009.
Desde entonces irradian amor por su familia, por el trabajo y por los clientes en La Cambusa.
Su horario es un dato curioso, ya que abren el restaurante todos los días desde hace una década. Sin vacaciones, a excepción de dos semanas del fin de año de 2017.
Los lunes: de 11:30 a. m. a 4:00 p. m. De martes a sábado: de 11:30 a. m. a 4:00 p. m. y de 6:00 p. m. a 9:00 p. m. Los domingos: de 11:30 a. m. a 5:00 p. m.
—Don Guido, ¿no han tenido vacaciones? —le pregunté—.
—Solo dos semanas en estos últimos diez años —respondió algo cansado—.
—¿Extrañan el mar, usted y su esposa?
—¡Claro!, —recordó con ojos vidriosos—. Pero no hay satisfacción más grande que ver a los hijos crecer. Eso le gana a todo —respondió con orgullo—.
—Por su amor al mar, ¿qué sitios le gustaría frecuentar?
—Dos lugares son los más hermosos de la Tierra: cabo Filibusteros en playa Lagarto, Guanacaste, y Bahía de las Águilas en el Caribe sur de República Dominicana. Tenés que ir —me instó don Guido Kozmann—.
Fin.
En Instagram acostumbro subir fotos y videos relacionados con comida, árboles, animales, deportes y naturaleza. Algunas de ellas terminan convirtiéndose en publicaciones de este blog.
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