Mucho se ha dicho y escrito del arcoíris, pero poco se ha contado acerca de comérselo.
Por un lado, judíos y cristianos comparten versículos en sus libros sagrados donde se le menciona. Celtas e irlandeses cuentan la leyenda de un tesoro existente donde inicia este fenómeno.
Por otro lado, yo di con ese tesoro y me lo comí. Fui el actor principal de ese festín en barrio Dent.
Las condiciones meteorológicas resultaban idóneas para dar con este arco de luz multicolor convertido en comida.
Los rayos solares atravesaban pequeñas gotas de agua contenidas en la atmósfera de un refrescante coctel digno para ser disfrutado en la playa.
Si bien, estaba en San José, la decoración del restaurante me hacía sentir como echado en la arena bajo la sombra de unas palmeras.
Por refracción y hambre llegó un plato donde el arcoíris se transformó en rollo de sushi, gracias a la magia del chef japonés Itsuji Kurauchi.
Este “Rainbow Roll” (rollo arcoíris) no es más ni menos que una de estas preparaciones al estilo California cubierto con atún, salmón, pescado blanco y otros frescos y agradables ingredientes.
Este, en particular, tenía algo: podía distinguir cada uno de sus colores con el sentido del gusto.
Una delicia que me pareció muy buena para compartir en estos días oscuros de lluvia donde el sol pareciera no calentar con muchas ganas y que —en el peor de los casos— podría desmotivar a algunos amantes de los días calurosos y despejados.
Pero, por menos que pareciera brillar, “los sueños realmente se hacen realidad”, dice la canción “Over the rainbow”, de Yip Harburg para la película de culto Mago de Oz.
Debo admitir que siempre he escuchado la versión interpretada por Israel Kamakawiwo’ole con pegajoso ritmo hawaiano.
Todo se correlaciona: un sitio de ambiente playero en San José, un chef japonés, música hawaiana con canción de arcoíris, hambre, sushi de arcoíris y ¿ganas de salir adelante? ¡Sí!
Sobre el arcoíris.
Para hablar de sueños, tuve la oportunidad de conversar con Pedro Soto, responsable de Tsunami Sushi, una cadena estadounidense fundada en 1992 (hace 27 años) en Huntington Beach, California y traída a Jacó en 2002.
Este adulto joven, oriundo de Quepos, cuenta que siempre quiso trabajar fuerte para salir adelante, paralelo a sus estudios, por lo que aprovechaba el entorno de su cantón para desarrollarse y extraer alguna remuneración de hoteles y restaurantes.
“Siempre tuve esa pasión por las cocinas. Desde los 16 años empecé a trabajar en restaurantes y hotelería y siempre veía a los turistas: me gustaba mucho el ambiente, me llamaba mucho la parte de eventos especiales, de cómo se hacían bodas en el hotel, cómo la gente compartía en todo”, cuenta Soto.
Recordó sus inicios laborales cuando lavaba platos, atendía clientes como salonero, como organizador de eventos y un sin número de tareas que le han servido para hoy conocer muy a fondo cada proceso del negocio de la comida. Su sueño es tener un hotel.
“La clave y el pilar para ser exitosos son ellos: el recurso humano. Si uno no lo cuida, si uno no lo valora, diay, pierde el mayor activo que puede tener una empresa, ¿verdad?, ¡que son ellos, los trabajadores!", agrega.
Pedro ingresó a esta cadena en 2012 cuando solo había un restaurante en Jacó. Sus estudios le permitieron ver más allá y así fue como poco a poco desarrolló el concepto hasta llevarlo a otros puntos de Costa Rica. Por ejemplo, abrieron locales en Escazú (2014), barrio Dent (2015), cadena Pricesmart (2017) y Heredia (en 2019).
“El fuerte es el sushi, pero también tenemos cortes como entraña, lomito, New York, New York con camarones, bowls, pokes, ensaladas, ceviches, sopas. En fin, hay una variedad tan amplia que usted puede comer todos los días acá en el almuerzo o cena y no se va a aburrir”, cuenta.
“El sushi es más para compartir con amigos o cuando viene un grupo de 4 ó 5 personas entonces se pueden pedir diferentes rollos y entre todos lo degustan”.
Luego de un tsunami, ¿por qué no un arcoíris?
Este restaurante aplica un 20% de descuento a los suscriptores de La Nación que sean tarjetahabientes del Club Nación.
FIN.
En Instagram acostumbro subir fotos y videos relacionados con comida, árboles, animales, deportes y naturaleza. Algunas de ellas terminan convirtiéndose en publicaciones de este blog.
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