¿Alcohol? No, no conozco esa palabra, no la tengo en mi vodkabulario. Tendré que buscarla en whiskypedia.
Con un poco de decoración, algo así se lee en el menú de la pared, más allá de la barra.
Existen cantinas de cantinas. Las hay pequeñas, antiguas, con música de antaño, de aromas diversos y donde sus más fieles devotos adoptan el rojizo “bronceado cantina”.
Este comercio en barrio Amón es diferente debido a la alta cocina, los buenos tragos y lo aseado de sus servicios sanitarios. Lo del bronceado dependerá del sediento cliente.
Antes de ir a los detalles de la comida, la bebida y el sitio, le muestro todo un recorrido dentro de esta bonita y remodelada edificación que tiene más de 100 años de existencia. Por favor, no se pierda este video:
Sustancia.
No dije nada, no hablé. Sorprendido, observé cuando llegó a la barra el plato estrella de aquella noche fresca y despejada de enero.
Santiago, el maestro cocinero, sabía que me lo detallaría mientras yo grababa el video.
Y empezó:
—Esto es una sustancia con arroz—, enfatizó, al tiempo que agarraba impulso para narrar una de sus *16 bocas (estilo Steven Tyler).
Yo seguía observando muy atento.
—La inspiración es el jarrete que debe tener una buena sustancia. Entonces, lo cocinamos en una salmuera (agua salada) durante tres días para encurtir bien rico—, continuaba.
La boca se me hacía agua.
—Luego, a la parrilla... Preparamos una sustancia a base de costilla con sus huesitos y carnita, arroz blanco por aparte, pancito a la parrilla y limón para quien quiera un poco de acidez. ¿La recomendación? —preguntó. ¡Venir de goma!—, respondió.
Transcurrieron unos dos segundos de silencio, mi nariz aspiró síntomas de una ligera gripe debido a los fríos vientos típicos de transición de año y cuestioné:
—¿Levanta muertos?
—¡Total!—, contestó de inmediato.
De esta forma dio inicio la mejora en mi salud así como mi experiencia en la Cantina Cothnejo Fishy, local que ofrece un 20% de descuento a tarjetahabientes de Club La Nación.
Buen alimento.
Esto apenas comenzaba. Hacía énfasis en la mejora de mi salud, ya que este hueso de jarrete es un alimento que con frecuencia se preparaba para darle energía y fuerza a alguien enfermo. Por ello, el dicho “levanta muertos”.
Pertenece a esas comidas que nuestras madres o abuelas llegaron a ofrecer para que los chiquitos y chiquitas comieran algo verdaderamente nutritivo.
Recuerdo en mi juventud cómo al llegar a casa de mis papás y preguntar acerca de lo que había para comer, mi mamá respondía: “Co-mi-da, hay co-mi-da” con el fin de motivarme a ingerir lo que hubiera, más allá de los deseos por algo de chatarra o similar.
La delicia existente dentro del corte de hueso es médula o tuétano, un manjar que podría traer de vuelta al mundo almas del limbo o arrebatárselas al mismísimo Pisuicas.
“El tuétano es rico en vitaminas y minerales como hierro, vitamina A, fósforo, magnesio, calcio y zinc” se lee en un artículo de nuestro periódico hermano El Universal de México, titulado “Beneficios de comer tuétano”.
*En el primer asterisco asocié las enormes fauces del cantante de Aerosmith con estas preparaciones llamadas ‘bocas’ y es que ¡qué bocas más grandes!
Tres de las 16 bocas, que de ellas buena parte les probé, resultaron ser exquisitas y bastante llenadoras. Su precio promedio ronda los ¢4.500.
Santiago Fernández es un reconocido chef que decidió abrir una cantina debajo de su restaurante (Juan) Silvestre.
Mi colega Manuel Herrera escribió una nota detallada acerca de su carrera culinaria el pasado 21 de junio de 2019. La tituló “Santiago Fernández: el chef que le da un acento innovador a la gastronomía costarricense”.
La propiedad está en un terreno inclinado entre calles 3 y 3A y sobre avenida 11 por lo que se podría decir que la cantina está en una especie de sótano en la esquina.
Si se ingresa por la avenida, destaca en sus afueras un árbol iluminado con pequeños bombillos y un rótulo con la mutación ‘peznejo’ (cuerpo de pez y cabeza de conejo). A continuación, cuatro fotografías tomadas desde avenida 11:
Volvamos a la comida.
Antes de la sustancia había probado unas yucas fritas que se elevaban de entre todas las demás yuquitas fritas de bar.
Eran perfectas barras crujientes por fuera y cremosas por dentro. Por momentos esperaba una molesta hebra entre mis dientes frontales, pero no. En realidad parecía un puré de mandioca (como también se le conoce a esta raíz).
Volvía a ver hacia todos lados y la vista se alegraba: paredes de ladrillo, sillas altas y bajas, un piano antiquísimo, un cuadro de Tío Conejo, pequeñas figuras relacionadas con la mascarada tradicional costarricense y más.
Mula.
Sobre la barra tenía una jarra de losa azul con un coctel llamado “Guaro mule” que recordaba el tradicional “Moscow mule" (mula de Moscú, que sirven en una tradicional jarra de cobre). Este sirvió para acompañar mi vigorón de pulpo.
¡Viera qué vigorón!
Una cama de repollo, una salsa hecha con semilla de marañón y chile rostizado. Un molusco octópodo asado de buen tamaño y suavecito con un par de croquetas de yuca. Arriba lo cubría un crujiente chicharrón de concha.
¿Barrio Cothnejo Fishy?
Cuenta Carmen Lyra (seudónimo de María Isabel Carvajal) que “el fundador de este barrio elegante de la ciudad fue un viejo llamado José Manuel Conejo”.
En el libro “Narrativa de Carmen Lyra: relatos escogidos” la escritora examina “la forma y los hechos de las gentes distinguidas de un centro aristocrático ubicado en Costa Rica”.
Brinda un amplio detalle de las gentes que habitaban el norte de San José, desde la página 69 hasta la 95. “Y los vamos a examinar sin pasión”. Yo mejor me detengo de tales calificativos.
Lo cierto es que “Amón renace por la cultura”, como tituló el periodista Fernando Chaves en una nota muy amplia publicada el 24 de febrero de 2018.
Recordó Chaves que “la creciente clase burguesa requería un barrio, y el francés Amón Fasileau-Duplantier, nativo de Burdeos, sabía dónde cabía. Había venido en 1885 para trabajar con su cuñado, Hipólito Tournon, empresario cafetalero con terrenos en lo que hoy conocemos justamente como barrio Tournón, al lado del río Torres”.
Fue por estos hombres que en la actualidad nos referimos a estos barrios como Amón y Tournón.
Quien vaya en carro a la Cantina Cothnejo Fishy o a Silvestre tiene la ventaja de que se ofrece el servicio de “valet parking” (personas que se encargan de ir a estacionar su vehículo a un sitio seguro).
Lo ideal es movilizarse en taxi en caso de consumir alguna bebida con licor.
Fin.
En Instagram acostumbro subir fotos y videos relacionados con comida, árboles, animales, deportes y naturaleza. Algunas de ellas terminan convirtiéndose en publicaciones de este blog.
Estas otras lecturas podrían ser de su interés:
Gua bao: las hamburguesas asiáticas al vapor que probé en San José
Comida de la Cochinchina en Costa Rica: probé rollos con salsa de maní, sopa Pho e historia
Rösti: el plato típico de la comida suiza que se consigue en Cartago
Mamalila: una casa antigua de más de 100 años es hoy un restaurante argentino en Cartago
¿Por qué debe ir a barrio Escalante a probar la hamburguesa Chuck Berry de Lupulus?
Terraza italiana en Alajuela sorprende por sus espagueti frutti di mare
Cafetería en Curridabat deleita con más de 16 sabores de cannoli, el postre de Sicilia
Una milpa desgrana antojos en La Cali con esquites y mazorcada: ¡qué rico ser maicero!
Un ‘Kilombo’ en San José desordena paladares con jugoso choripán, tres cortes y buena bebida
Atravesar San José a pie por un sánguche peruano: vale la pena y el tren está cerca
Un ceviche en Escazú embruja el paladar: Es el mejor que he probado
Con esta comida callejera, quien peca y peca gana: es saludable, sabrosa y barata
Postres de Golden Sugar solo se ven con el corazón: lo esencial es invisible a los ojos
Nueva oferta gastronómica en Cartago
Terraza italiana en Alajuela sorprende por sus espagueti frutti di mare
De un viejo parqueo josefino a un sitio donde la comida es la obra de arte
Del cielo caen pargo fresco y patacones: un barco encalló en Cartago y amenaza a las papas
Jacó alternativo, sensible al arte y amigo de la naturaleza
En San José preparan un espagueti ‘en llamas’: lo probé y esta es la ardiente historia
Cocina al vacío en Rohrmoser: la tica también es comida gourmet
El postre de Drácula se consigue en San Pedro: mágico, barato y hasta en sánguche tocino-chipotle
El restaurante escondido en un segundo piso donde el aguacate es la estrella del menú
¡Bumm! Mi paladar explotó en San José con los exóticos sabores de Oriente Medio