Con los principales bancos centrales del mundo iniciando su proceso de relajación monetaria; es decir, bajando sus tasas de interés, el debate económico poco a poco se empieza a alejar de la inflación y se traslada hacia el crecimiento de la producción y el manejo de la deuda.
Las tendencias económicas recientes empiezan a cuestionar la vulnerabilidad con que la pandemia dejó el manejo de la deuda de varios países; además, se discuten las repercusiones de algunas medidas de apoyo fiscal otorgadas en el periodo de alta inflación que desequilibraron los presupuestos en algunos países, lo que plantea la necesidad de soluciones para una mejora en la recaudación de impuestos, y la estabilización del gasto.
Por otro lado, aun se estudia profundamente los posibles impactos de las altas tasas de recesiones interés sobre la producción, siendo que la mayoría de los países no registraron las que se proyectaban en el 2022; al contrario, se observó una resiliencia importante del consumo en algunos países y un sector servicios que sirvió de sostén para el crecimiento económico. A pesar de esto, el mundo en general se encuentra en una etapa del ciclo en la que la producción es moderada, y por lo menos las proyecciones para el 2025 siguen previendo que se mantenga en esa línea.
La inflación, el dato económico más discutido en los últimos años, tiende hacia las metas de los bancos centrales, en este segundo semestre ligeramente más rápido de lo que se había previsto. La dinámica de este indicador también entra en estudio, principalmente respecto al papel que juega la tasa de interés sobre los precios y la efectividad de la política monetaria para retornar la inflación hacia su meta. Conforme los bancos centrales se acercan más a posiciones monetarias neutrales, el control de la inflación generará menos volatilidad en los mercados.
Seguimos esperando un aumento en la producción mundial para los próximos años. Las economías avanzadas, principalmente Europa debido a las eventuales rebajas de tasas de interés y en Japón por la consolidación de un círculo virtuoso entre las dinámicas del PIB, salarios e inflación. En Estados Unidos, la manufactura poco a poco irá aportando a la producción, aumentando el crecimiento potencial de la economía.
Los bancos centrales seguirán con su política ajustada a las metas de inflación, por lo que modificarán sus tasas de interés de acuerdo con la brecha entre el indicador observado y proyectado respecto a la meta. Una inflación controlada y estable favorece las decisiones de inversión.
Respecto al escenario fiscal, ciertamente en el manejo de la deuda se espera que la implementación de medidas políticas sea más efectiva en las economías con mayores ratings crediticios, en su afán por mantener esas notas. Los países que explícitamente han iniciado un proceso para mejorar su posición crediticia podrían implementar medidas un poco más lento, debido a las condiciones propias de negociación interna para pasar este tipo de políticas.
En conclusión, aunque la coyuntura actual presenta cambios relevantes —con bancos centrales relajando sus políticas monetarias y los gobiernos ajustando sus estrategias fiscales—, los fundamentales de largo plazo se mantienen sin mayores modificaciones. Las estrategias de inversión de mediano y largo plazo responden a fundamentales, entendiendo, aceptando y gestionando los riesgos en el corto plazo; siempre con una buena definición de objetivos, plazos y perfil de riesgo del inversionista.