La cotidianidad está llena de actividades y responsabilidades que, frecuentemente nos impiden detenernos para reflexionar sobre cómo estamos construyendo nuestro futuro. Es fundamental tomarse un momento para pensar en nuestras metas a largo plazo, desde la perspectiva de la salud mental y física, la espiritualidad y, por supuesto, desde la financiera.
En medio de un ritmo de vida tan acelerado, los años parecen escaparse rápidamente, lo que hace imprescindible detenerse y para reflexionar sobre qué estamos haciendo hoy para asegurar un mejor futuro. Si bien todas las áreas de nuestra vida merecen atención, la planificación financiera suele abrumarnos y, por tanto, la evitamos o descuidamos.
El consumismo y la gratificación inmediata nos empujan a gastar en el presente, dejando de lado el ahorro y la inversión, lo que dificulta la creación de una estructura que, a mediano o largo plazo nos permita estabilidad financiera.
Este descuido en las finanzas se asemeja al que ocurre en otras áreas de la vida, como la actividad física, la lectura, actividades o el crecimiento personal y espiritual, donde tampoco cultivamos las disciplinas necesarias. De igual manera, la falta de disciplina en la planificación financiera trae consecuencias significativas. Estadísticamente, está comprobado que muchas personas, al llegar a la jubilación, deben aprender a vivir con menos de la mitad de los ingresos que recibían durante sus años laborales, como resultado de una falta de planificación adecuada. Esto implica un cambio significativo en su estilo de vida.
Es crucial no postergar decisiones importantes, como lo es la planificación financiera a largo plazo. El primer paso consiste en diseñar un presupuesto mensual que priorice el pago de compromisos financieros, como las deudas. Una vez que se han saldado estas obligaciones, es momento de destinar una parte de los ingresos al ahorro e inversión a largo plazo. En este punto, contar con el acompañamiento de un asesor patrimonial resulta valioso, para junto a él poder resolver tres preguntas fundamentales:
- ¿Cuál es el objetivo de mi inversión?
- ¿Cuál es el horizonte de la inversión?
- ¿Cuál es mi perfil de riesgo?
Una vez respondidas estas preguntas, el asesor puede ofrecer las opciones de inversión más adecuadas, alineadas con nuestras necesidades y objetivos personales.
¿Cuáles pueden ser algunas metas que nos podemos plantear?
Las metas más significativas suelen estar acompañadas de una motivación profunda, ya que nos brindan una gran sensación de realización y satisfacción en el futuro al ver que nuestro esfuerzo ha valido la pena. Sin embargo, es fundamental recordar que alcanzar metas no es sencillo; requiere disciplina, esfuerzo y, en muchas ocasiones, sacrificios.
Algunas de las metas más motivadoras para las personas incluyen: una jubilación que no solo cubra sus necesidades básicas, sino que también les permita disfrutar de un estilo de vida enriquecedor; asegurar la educación universitaria de sus hijos, un legado significativo que pueden dejarles si planifican adecuadamente; la compra de una casa; iniciar un negocio sin necesidad de endeudarse; o llevar a cabo un proyecto altruista que aporte valor a la sociedad y contribuya a mejorar el entorno.
Cuando hablamos de planificación financiera, nos referimos a gestionar los gastos, ahorrar, y hacer que el dinero trabaje para nosotros; es decir, invertir. Para lograrlo, es fundamental establecer un presupuesto y, una vez definido, la clave se encuentra en seguirlo de forma disciplinada, evitando excepciones que puedan comprometer nuestros objetivos financieros a largo plazo.
En Grupo Financiero Mercado de Valores brindamos asesoría patrimonial, con un acompañamiento personalizado para construir junto al inversionista un futuro financiero sólido, de manera que pueda disfrutar plenamente del fruto de su esfuerzo al momento de su jubilación.