Su madre ya derrotó al sandinismo en elecciones, y su padre pagó con la vida oponerse a la dictadura de Somoza. A sus 67 años, Cristiana Chamorro desafía la continuidad del presidente Daniel Ortega, en medio de acusaciones que la tienen bajo arresto domiciliario.
"Ortega no tuvo la valentía de inhibirme a través de su Consejo Supremo Electoral, no quiso pagar ese costo político, por eso armó toda esta farsa de investigación por lavado de dinero", dijo Chamorro a la AFP días antes de su arresto.
Un proceso judicial abierto le impediría participar en las presidenciales del 7 de noviembre. Su detención desató la condena internacional.
La Fiscalía acusó a Chamorro por lavado de dinero, bienes y activos a través de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro (FVBCH), mismo nombre de su madre, quien llegó a la presidencia en 1990 tras derrotar a Ortega, que detentaba el poder desde 1979, liderando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
"De tal palo, tal astilla. Eso es lo primero que se viene a la mente de cualquier nicaragüense, por la herencia de lucha de Cristiana en relación a sus padres, Pedro Joaquín Chamorro y Violeta Barrios de Chamorro", dijo a la AFP su cuñado y excandidato a presidencia en 2011, Edmundo Jarquín.
"Cuando dije Sí a Nicaragua lo hice consciente de que estamos frente a una dictadura capaz de todo y lo sigue demostrando", ha dicho Cristiana, quien ha retomado una frase acuñada por su padre, el periodista Pedro Joaquín Chamorro: "Nicaragua volverá a ser república".
Férreo opositor a la dictadura dinástica de los Somoza (1936-1979), Pedro Chamorro fue asesinado a tiros en una calle de Managua en 1978.
Cristiana es la tercera de cuatro hijos de la exmandataria. Uno de ellos es Carlos Fernando Chamorro, propietario de un medio de comunicación crítico de Ortega. Enviudó tras la muerte en un accidente aéreo en 2015 de su esposo Antonio Lacayo, mano derecha de Violeta en el gobierno.
Jarquín considera que la memoria de la derrota de Ortega ante la madre de Cristiana en 1990 "hace que la persigan ahora, es como un fantasma para él".
Cristiana, de figura estilizada y gran parecido físico con su madre, viste de blanco igual que Violeta, quien guió al país por el camino de la reconciliación tras un período convulso de guerra civil.
"Está delicada, gracias a Dios está en paz, no sufre", dice sobre su progenitora de 91 años.
La candidatura de Cristiana Chamorro no le hizo gracia a la actual vicepresidenta, primera dama y vocera del gobierno, Rosario Murillo.
"Se creen ungidos ¿por quién?, ni siquiera su trayectoria de vida los defiende (...) vende patrias son y no sólo el personaje o la personaje, sino una historia de familia que de patrimonio heroico no tiene nada", dijo a inicios de año.
"No creo que tenga una raíz personal, pues, cuando [Murillo] fue secretaria de mi papá en la dirección de [el diario] La Prensa, siempre se le trato con respeto, se le abrieron las puertas de nuestra casa y siempre fue tratada con cordialidad", consideró Chamorro por su parte.
"Creo que se trata de un tema político. Ella tiene acceso a las encuestas de opinión más respetadas y conoce los resultados, sabe que su marido y ella pierden ante mi candidatura y que la oposición ganaría abrumadoramente en unas elecciones libres y honestas", agregó.
La acusación contra Cristiana partió el 20 de mayo del ministerio de Gobernación, y se convirtió en una orden judicial de allanamiento y captura.
"Ortega y su esposa se han convertido en una dictadura de familia monstruosa, no tienen el derecho de postularse a ninguna candidatura porque la Constitución permite sólo una reelección, pero Ortega hizo fraudes electorales y trampas para alcanzar una mayoría absoluta", consideró Chamorro.
Cristiana anunció en enero su intención de ser candidata independiente de la oposición, para competir con una posible nueva candidatura de Ortega, de 75 años y quien, según la oposición, intentaría un cuarto mandato sucesivo.
Según una reciente encuesta, Chamorro es la aspirante con mayor apoyo ciudadano después del actual gobernante.
El gobierno acusa a periodistas y medios de comunicación independientes de apoyar las protestas opositoras de 2018, que iniciaron como demandas sobre algunas medidas del gobierno y culminaron en pedidos de renuncia de Ortega.
Las protestas se saldaron con 328 muertos y miles de exiliados y le valieron a Ortega sanciones de Estados Unidos.
Para simpatizantes del gobierno, a través de la fundación Chamorro, promotora de la libertad de expresión, se recibía dinero de Washington para desestabilizar al sandinismo.
“Lo que se está realizando, desde la fiscalía como punta de lanza, es destrozar el aparato de propaganda del imperialismo norteamericano”, dijo el miércoles el comunicador y simpatizante del gobierno William Grigsby, en su programa Sin Fronteras en Radio La Primerísima.