París. Ante la contraofensiva de las tropas ucranianas, la ciudad de Jersón, ocupada por el Ejército de Moscú y en vías de evacuación, puede vivir dos realidades bien distintas: una gran batalla o un repliegue de los rusos para evitar verse rodeados.
De momento las tropas rusas están apostadas en el puente de la ciudad en la orilla occidental del río Dniéper, mientras acechan los ucranianos y los civiles son evacuados.
LEA MÁS: Ministro ruso de Defensa discute con su homólogo estadounidense sobre el conflicto en Ucrania
“Es un puente estratégico, por su posición y también por su importancia simbólica”, explicó Olga Chiriac, investigadora especializada en Europa del Este y el espacio postsoviético en el Middle East Institute.
“Jersón es la única capital de región conquistada”, y el más preciado triunfo ruso desde el inicio de la invasión de Ucrania el 24 de febrero, recordó el capitán de navío retirado Valentin Mateiu, exmiembro de la inteligencia militar rumana.
En teoría, la ciudad tiene todo para convertirse en uno de esos lugares trágicos y decisivos donde se sellan los conflictos.
Las autoridades prorrusas acusaron este viernes a las fuerzas de Kiev de matar a cuatro personas al bombardear el puente Antonovski, que une las orillas Norte y Sur del Dniéper, y que se está usando para las evacuaciones.
Stalingrado
A su vez, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski acusó el jueves a los rusos de minar una represa de una central hidroeléctrica de la región, lo que podría provocar “una catástrofe a gran escala”.
Hoy día, “la guerra se decide en la ciudad”, recordó recientemente el general francés retirado Michel Yakovleff. “Todos los nombres de batallas son nombres de ciudades. Stalingrado no era un campo de patatas”, agregó refiriéndose a la batalla de 1942-1943 entre el Ejército soviético y las fuerzas del Eje.
En Jersón, los soldados rusos son numerosos y aguerridos. Pero se hallan en la orilla occidental del Dniéper, en una franja de 140 kilómetros de ancho, con el río a la espalda y sus posiciones de repliegue más allá, lo que les obligaría a cruzar esta vía fluvial bajo el fuego de la artillería de precisión de los ucranianos.
El otro riesgo es el de quedar rodeados por el Ejército ucraniano. Las tropas rusas desplegadas en la zona “son de buena calidad”, pero están “en un callejón sin salida” por lo que “Jersón podría convertirse en un nuevo Stalingrado” opinó Mateiu.
Para el militar retirado rumano, los rusos tienen una “desventaja estratégica”, ya que los ucranianos crearon una cabeza de puente en un afluente del Dniéper, el Inhulets, desde la que amenazan con romper el frente ruso.
Antes de su contraofensiva iniciada a fines de agosto, “los ucranianos prepararon sistemáticamente este campo de batalla”, destruyendo puentes, nudos logísticos, centros de mando, “y los rusos no tuvieron la reacción adecuada”, agregó Mateiu.
LEA MÁS: Separatistas acusan a Ucrania de matar evacuados y bombardear Jersón
“Creo que los rusos intentarán convertir Jersón en un centro de resistencia, evitando verse rodeados”, aseguró, y Chiriac coincidió con él. Y a todo esto, ¿que van a hacer los ucranianos?
Las opciones de Kiev
Para el ucraniano Mihailo Samus, director del New Geopolitics Research Network, los soldados de Kiev “no van a librar batalla por Jersón, ellos no destruyen ciudades como los rusos en Mariúpol”. “Van a mantener fijadas a las tropas rusas”, pronosticó el general retirado estadounidense Ben Hodges.
Si los ucranianos avanzan más “se van a encontrar en los suburbios de Jersón, y eso es peligroso. El combate urbano siempre causa muchos muertos para el atacante, y ya han muerto muchos soldados ucranianos (...) La ciudad tiene mucho más valor para ambos campos si queda intacta” opinó Pierre Grasser, del Sirice, un centro de investigación francés vinculado a la Universidad de la Sorbona.
“Es un dilema para Valery Zalujni”, el comandante de las tropas ucranianas, resumió Mateieu. “Está bajo presión política, el presidente quiere esta victoria estratégica. Jersón abre el campo de batalla del Sur”, hacia la Crimea anexionada en 2014 por Moscú.
Pero como lo recordaba el general Yakovleff en un coloquio, capturar una ciudad defendida aboca a una “abominación moral”: “asediarla durante el tiempo que sea necesario, o pulverizarla, es decir reducirla a base de pólvora”.