Los chilenos votaron el fin de semana por candidatos no alineados con los partidos políticos, que serán mayoría en el organismo encargado de redactar una nueva Constitución que entierre la heredada de la dictadura militar, señalada como la responsable de desigualdad social y de un Estado débil.
Los partidos tradicionales, sobre todo de derecha, quedaron arrinconados en la Convención Constituyente que creará nuevas reglas del juego en el país que supo ganar estabilidad gracias a un modelo económico ultraliberal.
Con cerca del 90% de los votos escrutados, la clase política tradicional recibía un duro golpe, principalmente la coalición de derecha del gobierno del presidente Sebastián Piñera, que se había mostrado muy segura de poder controlar un tercio de la futura Convención Constituyente, que integrarán 155 personas electas de forma paritaria y con la inclusión de 17 escaños reservados a los pueblos originarios.
"En estas elecciones, la ciudadanía nos ha enviado un claro y fuerte mensaje al gobierno y también a todas las fuerzas políticas tradicionales: no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de la ciudadanía y estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y por nuevos liderazgos", dijo Piñera en un mensaje al país acompañado de todo su gabinete en el patio del Palacio presidencial La Moneda, en Santiago.
Las dos listas que aglutinan a candidatos que van desde la centro izquierda al partido Comunista, Lista Apruebo y Apruebo Dignidad, obtienen el 33,22% de los votos, mientras que la de derechas, Vamos por Chile, se queda con un 20,80%. Los independientes se imponen a los partidos tradicionales con cerca de un 40% de los sufragios y tendrían la capacidad de controlar la futura Convención Constituyente.
"Un 40% aproximadamente serán independientes, pero muchos de ellos con afinidades políticas hacia la centro-izquierda, y un 60% son de partidos tradicionales, que incluyen al Partido Comunista y la izquierda tradicional", explicó el polítologo Claudio Fuentes a la AFP.
La participación se situó en cerca de un 37% de los 14,9 millones del electorado, según una proyección preliminar.
Además de los constituyentes, los chilenos votaron por alcaldes, concejales y, por primera vez, gobernadores regionales, en otro paso hacia una sociedad más participativa que reclamó nuevas reglas que permitan mayor equidad.
"Se está reconfigurando el sistema político, hay nuevos aires para Chile, pero también es complejo porque se requerirá negociar con cada uno los independientes y lidiar con cada una de sus posturas dentro de la Convención Constituyente", dijo a la AFP Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
Los resultados dejan claro "que la fuerza electoral de los independientes es mucho mayor de lo que una pensaba y eso confirma que la ciudadanía está harta de los partidos tradicionales".
Javier Macaya, presidente de la ultra conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido de derecha más grande de Chile, dijo que el país "ha entregado una señal que tenemos que ser capaces de escuchar. Acá los bloques políticos tradicionales no han recibido importantes votaciones".
El pueblo de Chile dice ahora y "en el plebiscito del Apruebo y el Rechazo, que se escriban nuevas reglas y una institucionalidad que va a requerir diálogo".
De su lado, el precandidato presidencial del Partido Comunista Daniel Jadue afirmó que "los sectores que buscan las transformaciones de este país han obtenido un triunfo tremendo y la derecha ha tenido un resultado desastroso".
Los chilenos tuvieron que elegir entre 1.373 candidatos para integrar la Convención Constitucional, entre ellos actores, escritores, profesores, activistas sociales, abogados y políticos tradicionales.
La anterior Carta Magna, redactada durante la dictadura de Pinochet (1973-1990), se considera como el origen de las desigualdades sociales en Chile con un Estado débil en derechos sociales.
Aunque no hubo encuestas y se anticipó una elección de pronóstico difícil, ningún analista advirtió el zarpazo de los independientes ni la caída en votos de la coalición de la derecha gobernante, la única que se unió para competir en esta elección.
La reforma constitucional fue la forma que el sistema político chileno encontró para apaciguar las masivas manifestaciones que estallaron el 18 de octubre de 2019, dejando una treintena de muertos y daños millonarios en el comercio y el mobiliario público.
Al calor de la rabia social, en noviembre de 2019, las fuerzas políticas anunciaron un acuerdo para llamar a un plebiscito para decidir sobre el cambio de la Constitución, que finalmente se celebró el 25 de octubre de 2020.
Un abrumador 80% apoyó la opción "Apruebo" al cambio constitucional en un día que culminó con masivas manifestaciones. El 20% que se decantó por el "Rechazo" se concentró en las tres comunas más ricas de Chile.
La esperanza del mundo político es que el proceso constituyente -que tendrá una duración de nueve meses, prorrogable por una única vez por tres meses- logre pasar la página a la larga transición política que se abrió una vez que Chile recuperó la democracia en 1990.
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