Pekín. Con la aparición del demoledor informe de expertos climáticos de Naciones Unidas (IPCC), China, el mayor contaminador del planeta, se enfrenta al reto de cumplir con sus compromisos medioambientales, con todavía mucho trabajo por hacer.
El presidente Xi Jinping aseguró que su país llegará a su pico de emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2030 y alcanzará la neutralidad de carbono alrededor del 2060.
Pero, por ahora, no se presentó ningún plan detallando cómo conseguir este objetivo.
De hecho, la presión de fabricantes está frenando la legislación para endurecer las reglas en los sectores más contaminantes como el acero o la siderurgia y las centrales de carbón se multiplican.
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Aunque el presidente Xi dijo querer “reducir progresivamente” el uso de carbón a partir del 2026, China todavía depende mucho de esta energía fósil.
En el 2020, aumentó en 38,4 gigavatios la energía procedente del carbón, un frenesí que “pone en cuestión los objetivos climáticos tanto a corto como a largo plazo”, estimó Christine Shearer, de Global Energy Monitor.
La semana pasada, Pekín pidió a sus provincias relajar sus esfuerzos de reducción de emisiones para no poner en riesgo el crecimiento económica.
Incluso, ante la fuerte demanda de electricidad, algunas minas de carbón abandonadas reabrieron.
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Estos hechos no concuerdan con el impulso que se espera de la creación del nuevo mercado de carbono, lanzado en China hace un mes para animar a las compañías energéticas a reducir sus emisiones.
"Estas señales contradictorias perturbaron tanto a inversores como a autoridades locales", afirmó Martin Wang, analista de Guotai Junan Securities.
Para que China cumpla su objetivo, un 90% de la producción energética debe proceder de fuentes nucleares o renovables para 2050, según investigadores de la universidad de Tsinghua, en Pekín. Ahora, el porcentaje es del 15%.
El país dispone de un tercio del parque eólico y solar mundial y produce energía renovable a menor coste que con el carbón.
"Pero los proveedores de energía dudan si aumentar el porcentaje de energía verde adquirida por la importante presión del sector del carbón", explicó Han Chen, investigador en política energética para el Consejo Nacional de Defensa de Recursos, un grupo de presión con sede en Estados Unidos.
"Esta es la razón por la que las energías renovables constituyen solo un 15% de la mezcla energética de China pese a las inversiones realizadas", añadió.
El gobierno se comprometió a invertir en redes inteligentes y almacenamiento de energía en los próximos cinco años y a autorizar la instalación de centrales nucleares y eólicas en las regiones del oeste para que alimenten las fábricas de la costa este.
También crece la inversión en energía nuclear: en los próximos 15 años, China quiere instalar al menos 200 GW de producción nuclear, por encima de la capacidad existente de Francia y Estados Unidos, los dos países punteros del mundo.
Un cuarto de las emisiones contaminantes chinas proceden de los transportes y las autoridades vertieron miles de millones de yuanes para promover soluciones más limpias.
Actualmente, un 5% de los vehículos vendidos son eléctricos o híbridos y la mayoría de ciudades cuentan con miles de puntos de carga.
Los transportes públicos también se pasaron a energías más limpias y se están construyendo carreteras electrificadas para vehículos inteligentes.
Pero el gobierno redujo en el 2020 su apoyo a los fabricantes de coches eléctricos tras varios casos de fraude en las subvenciones.
El gigante asiático plantó en los últimos 30 años más de 40.000 millones de árboles que pueden absorber parte de las emisiones contaminantes. Más del 22% de su territorio es forestal, contra un 12% en 1978.
Los expertos señalan que estas reforestaciones se hacen en base a una sola especie, lo que hace a los bosques más vulnerables ante sequías o parásitos.
De manera general, los críticos advierten que el país todavía está lejos de sus propios objetivos.
“China está en un ciclo de crecimiento basado en emisiones suplementarias que ponen en cuestión los progresos realizados desde comienzos de los años 2010”, afirmó Li Shuo, consejero del clima para Greenpeace China.
“La solución pasa por terminar con la adicción del país a las energías fósiles, pero actuar de esta forma se percibe todavía como un suicidio económico”, añadió.