La elección de Kevin McCarthy al frente de la Cámara de Representantes marca el punto culminante de un político ambicioso, que ha tenido que aceptar más de una concesión para llegar hasta este cargo.
Este hombre de tez bronceada y cabello canoso accedió a los 57 años, en la madrugada del sábado, al prestigioso cargo de "speaker", que ambicionaba desde hacía tiempo.
Pero llega debilitado tras una interminable elección y una rebelión interna de una veintena de partidarios de Donald Trump que forzaron hasta 15 votaciones.
Legislador de California y líder desde 2014 del grupo republicano de la Cámara Baja del Congreso, McCarthy era considerado por estos trumpistas timorato, poco solidario con el expresidente o falto de convicciones.
Habida cuenta del mediocre desempeño del partido en las elecciones de medio mandato y la corta mayoría resultante, tuvo que cortejarlos durante cuatro días para hacerlos volver a la disciplina de partido.
No es la primera vez que este hombre pragmático debe deslomarse para conseguir sus objetivos.
Surgido de una posición republicana clásica, centrada en la defensa del mercado y el éxito individual, McCarthy respaldó plenamente el giro a la derecha de la formación en cuestiones como la inmigración, la delincuencia o contra los derechos de los transexuales.
Pero ante las repetidas y no demostradas acusaciones de fraude electoral de Donald Trump y el asalto al Capitolio, se ha mostrado mucho más ambiguo.
Partidario del multimillonario republicano en las primarias de 2015, McCarthy respaldó inicialmente su cruzada contra los resultados de las elecciones de 2020.
Después, sacudido por el ataque contra el Congreso el 6 de enero de 2021, rápidamente declaró que Trump "tenía una responsabilidad" en esta violencia.
Pero solo una semana después se fotografiaba sonriente con él en los dorados salones de Mar-a-Lago, la residencia del magnate en Florida.
"Actualmente, el presidente Trump está comprometido a ayudar a la elección de republicanos en la Cámara y el Senado en 2022", justificó entonces, alabando entonces las ventajas de un "movimiento conservador unido".
En nombre de esta unidad, McCarthy se acercó a los fieles lugartenientes de Trump en el Congreso, como Jim Jordan.
Pero otros trumpistas no estaban tan convencidos y mantuvieron su desafío estos días incluso después de que el mismo Trump los llamara a "votar a Kevin".
"Se ha vendido a todo el mundo durante décadas", justificó uno de ellos, Matt Gaetz.
Finalmente, a base de concesiones, arrancó una victoria mínima y se resarció de su intento fallido en 2015, cuando tuvo que retirar su candidatura por una metedura de pata.
En una entrevista televisada, se jactó de que una comisión de investigación sobre el atentado contra la embajada estadounidense en Libia había minado las posibilidades de Hillary Clinton en la campaña presidencial contra Trump.
Estas declaraciones fueron percibidas como una confesión de la manipulación política del drama y resultaron inaceptables para la opinión pública.
Nacido en 1965 en Bakersfield, un bastión republicano en el corazón del estado demócrata de California, McCarthy es hijo de un bombero y de una ama de casa, ambos demócratas.
En su página web, destaca sus orígenes populares y promete "defender el sueño estadounidense para quienes trabajan duro".
También relata cómo abrió con 21 años un pequeño comercio de bocadillos y cómo descubrió los inconvenientes de la burocracia.
Retomó rápido los estudios universitarios para convertirse primero en asistente parlamentario, luego político local y finalmente entrar en la Cámara de Representantes en 2006.
Cuando Biden llegó a la Casa Blanca, el californiano optó por la oposición frontal. Hace un año, monopolizó la palabra en la Cámara solo para retrasar el voto de un plan masivo de infraestructuras del gobierno.
En medio del culebrón de esta semana, insólito desde 1859, McCarthy tiró de humor: "Tengo el récord del discurso más largo en el hemiciclo, no tengo problema en conseguir el mayor número de votaciones para ser elegido 'speaker'".
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