París. La libertad de prensa ha sufrido un “deterioro generalizado” en el último año, fruto de una pandemia que no ha hecho sino empeorar “aún más” un contexto que “ya era hostil y complicado antes de la crisis de coronavirus”, según el informe anual publicado por la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF).
La pandemia ha sido una suerte de “acelerador de la censura”, con “un espectacular deterioro del indicador que mide las dificultades de acceso a la información para los periodistas” que ha convertido a América Latina en la región del mundo que más retrocede en la Clasificación 2021 de la Libertad de Prensa.
RSF cita como uno de los ejemplos de este deterioro el caso de Brasil, que figura en la posición 111, cuatro menos que en el 2020, por un entorno “sumamente complejo” para la prensa, en gran medida por las políticas de un Gobierno que ha actuado durante este último año con “falta de transparencia” para intentar minimizar los efectos de la pandemia.
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La ONG habla incluso de un “entorno tóxico” para los periodistas: “los insultos, la estigmatización y las humillaciones públicas orquestadas de los periodistas se han convertido en la marca de fábrica del presidente, su familia y su círculo cercano”. Bolsonaro incluso acusa a la prensa de ser “la responsable del caos en el país”, pese a que él ha contribuido a difundir “información falsa”, según RSF.
También empeora la situación en El Salvador, que bajo mando del presidente Nayib Bukele, sufre una de las mayores caídas de la clasificación —ocho puestos, hasta el 82— también por los obstáculos relativos a la información de la pandemia de covid-19.
“La Policía se incautó de material periodístico, se prohibió el acceso a espacios públicos, hubo falta de transparencia en el acceso a la información pública, los funcionarios presidenciales se negaron a responder preguntas sobre el coronavirus durante las ruedas de prensa e incluso se prohibió entrevistar a representantes del Estado sobre el asunto”, repasa la organización.
En Guatemala —puesto 116—, el presidente, Alejandro Giammattei, abogó por “poner en toque de queda a los medios”, al igual que también se dificultó la tarea informativa en países con líderes “autoritarios” como el nicaragüense Daniel Ortega (121), el venezolano Nicolás Maduro (148) y el hondureño Juan Orlando Hernández (151), según la organización.
En México (143), uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo ya que aglutina a la mayor parte de las 13 víctimas registradas en la región, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, “sigue estigmatizando a los periodistas” durante sus conferencias de prensa diarias “cuando se publican informaciones contrarias a sus intereses”, ha añadido.
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La ‘onda expansiva’ de la pandemia
RSF ha apuntado que numerosos mandatarios de la región “aprovecharon la onda expansiva provocada por la crisis para fortalecer su arsenal de censura y complicar aún más la labor informativa de la prensa independiente”, señalando a los periodistas y combatiendo lo que en algunos casos se ha venido a llamar el “terrorismo de desinformación”.
“La desconfianza hacia la prensa se alimenta de la retórica antimediática de la clase política latinoamericana, cuya agresividad va creciendo”, ha señalado la ONG, que ha aludido también al caso de Cuba, que “permanece estancada en las profundidades de la Clasificación” --puesto 179-- porque los medios independientes solo pueden existir en Internet.
A RSF le preocupa la “normalización” de los “discursos estigmatizantes”, que en ocasiones se traducen incluso en “procesos judiciales abusivos contra la prensa” como los que se habrían visto en Brasil y Nicaragua, así como en Perú (91), Argentina (69).
También ha aumentado la violencia física contra comunicadores, en numerosas ocasiones en el marco de la cobertura de protestas, como ha ocurrido en los casos de Haití (87) o Chile (54).