Ehab Fouad era un adolescente cuando participó en 1971 en el desfile que celebró el nacimiento de los Emiratos Árabes Unidos, que en cincuenta años se convirtió en uno de los países más ricos e influyentes del Golfo.
El ingeniero civil jubilado, con 64 años, recuerda nítidamente ese 2 de diciembre de 1971, en el que sostenía una fotografía del padre fundador, el jeque Zayed bin Sultán Al Nahayan, y veía por primera vez la bandera del país.
Fouad, que desfilaba justo detrás del portador de la bandera, llora al rememorar esa parada en Abu Dabi y reflexionar sobre las décadas siguientes.
"Cincuenta años después, me siento especial", dice este hombre nacido en Egipto, con un hijo.
"Ha sido un extraordinario trayecto para mi y un extraordinario trayecto para este país", dice Fouad, que vive con su familia en Dubái, uno de los siete emiratos del país.
Los extranjeros representan el 90% de la población de Emiratos Árabes Unidos, que ha llegado a 10 millones desde las 300.000 personas de cuando nació la federación, aunque las estrictas leyes imposibilitan a la mayoría alcanzar la ciudadanía.
Impulsado por su riqueza petrolera, el antiguo protectorado británico dejó atrás sus humildes orígenes de tiendas y casas de adobe y se ha erigido como uno de los principales actores de Oriente Medio, tanto económica como políticamente.
Antes punto de comercio de perlas, Dubái es ahora una ostentosa capital financiera, hace alarde de sus enormes rascacielos, entre ellos el más alto del mundo, el Burj Khalifa, de 830 metros.
"Alguna gente aquí solía construir sus casas con ramas de árbol, luego con adobe, y ahora todo son mansiones y torres", dice Fouad.
El antiguo jeque Zayed "creía profundamente en el nacionalismo árabe y trabajó para unir a los siete emiratos en una sola federación", dijo Elhma Fakhro, analista del Golfo en el gabinete International Crisis Group.
"Persiste como el único sistema de federalismo funcional en el mundo árabe", añadió.
Entre los principales productores de crudo del mundo, el veloz crecimiento económico de los Emiratos a partir de los 1970 está estrechamente vinculado a su riqueza en gas y petróleo.
De todos modos, Dubái, con escasos recursos fósiles comparado con la capital Abu Dabi, floreció como centro de finanzas, transporte, turismo y medios.
La segunda mayor economía del mundo árabe después de Arabia Saudita también ejerce una creciente influencia política, llenando un espacio que han dejado vacantes tradicionales potencias como Egipto, Irak o Siria.
Desde las Primaveras Árabes de 2011, la cada vez más asertiva política internacional de Emiratos Árabes ha incluido la participación en guerras como la de Yemen o la medicación en varios conflictos en Oriente Medio y África.
También se ha convertido en destinación soñada para muchos jóvenes árabes que huyen de países conflictivos.
"Emiratos Árabes Unidos ha estado largo tiempo preocupado por su relativa vulnerabilidad en una región donde está rodeado por países más grandes y más poderosos", dijo Fakhro a AFP.
"Su política después de la independencia fue relativamente neutral, pero desde la Primavera Árabe adoptó una política internacional más activista que aspira a moldear los eventos en la región a su favor", indicó.
Feroz oponente al islam político, la federación se ha convertido en una especie de guía en esta turbulenta región.
El año pasado, tomó el sorprendente paso de reconocer a Israel, rompiendo décadas de consenso árabe que impedía las relaciones con el Estado hebreo.
"Como actor regional e internacional comprometido, sabemos que debemos tomar incluso más responsabilidad sobre la dirección futura de nuestra región", dijo el consejero presidencial Anwar Gargash.
"Hemos tenido muchas vacantes en las últimas décadas (...) No podemos quedar a la expectativa y ver cómo estas vacantes se llenan con actores dañinos", añadió.
Las acusaciones de grupos de derechos humanos de violaciones durante su intervención en Yemen o en la persecución de disidentes no han evitado que el país se convierte en imán de inversiones.
Sus autoridades liberalizaron sus leyes para atraer más inversiones, refiriéndose a sí mismo como un paraíso de "cero impuestos".
El país levantó un veto a la propiedad de personas no locales, permitiendo que los extranjeros controlen totalmente aventuras de negocios, y ofreció "dorados" visados a largo plazo para inversores y "talentos excepcionales" como artistas, médicos, ingenieros y científicos.
Conocidos en el siglo XIX como los Estados de la Tregua, bautizados así por una tregua marítima ante la activa piratería en la zona, los siete emiratos fueron un protectorado británico desde 1892.
Pero el jeque Zayed, que dirigía Abu Dabi, el mayor y más rico de los emiratos, vislumbró la oportunidad de construir a largo plazo un poderoso Estado uniéndose a sus vecinos bajo una sola bandera.
El jueves, las celebraciones para este jubileo de oro incluirán un espectáculo aéreo, actuaciones teatrales, desfiles, conciertos y fuegos artificiales.
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