Río de Janeiro. Un resultado apretado y menos de un mes para hacer ajustes: una victoria de Lula en el balotaje ante Jair Bolsonaro dependerá de los puentes que tienda al centro, de conquistar a quienes se abstuvieron y de no descuidar su “conexión emocional” con las clases populares, coinciden analistas.
El expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, de 76 años, se impuso con el 48% de votos al mandatario ultraderechista, con 43%, pero se quedó lejos de una victoria holgada como preveían los sondeos.
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A partir de este martes, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) tiene 26 días para alcanzar su tercer mandato.
“Se trata menos de conversar entre nosotros y más con el elector”, instruyó Lula tras una reunión con su equipo político el lunes en Sao Paulo. “Con aquellos que al parecer no nos quieren, no quieren nuestros partidos”. “‘Lulinha paz y amor’ está listo para conversar con todo el mundo”, dijo. Y no le queda otra
Lula adelantó que trabajará para conformar un “bloque de demócratas” a fin de combatir a Bolsonaro en el balotaje del 30 de octubre, aunque su campaña por aunar apoyos más allá de la izquierda empezó hace meses, cuando eligió a su compañero de fórmula, el centro-derechista Geraldo Alckmin. En el camino ha recibido además apoyos de economistas y juristas del ala considerada moderada.
Simone y Ciro
Lo “primero y fundamental” para Lula es “no perder los votos que tiene”, 57,2 millones en la primera vuelta, explicó a la AFP Leandro Gabiati, director de la consultora Dominium.
“Hay electores que no necesariamente son de izquierda y votaron por Lula al verlo como el candidato antibolsonaro”, pero “si Bolsonaro mejora el discurso eventualmente puede reducir su rechazo” y “transformar ese voto” a su favor, agregó.
Lo segundo: buscar revertir la abstención récord de 20,95%, equivalente a 32,7 millones de votos y conquistar la mayor parte de los 8,5 millones de votos que sumaron la senadora Simone Tebet, tercera en el escrutinio (4%), y Ciro Gomes (3%), uno de sus más duros críticos.
“Va a tener que hacer gestos, ceder” porque Bolsonaro también buscará “seducir” a esos votantes, según Gabiati.
Mayra Goulart, profesora de Ciencia Política en la Universidad Federal de Rio, ve solo posible una alianza con Tebet porque “Ciro moviliza mucho al antipetismo y es muy difícil que eso se revierta en votos por Lula”.
Mientras, la senadora Tebet, de 52 años, católica y opuesta al aborto, puede atraer “mujeres conservadoras” sensibles a cuestiones sociales, estimó.
El ‘centrao’
Tebet es del centrista Movimiento Democrático Brasileño (MDB) y el centro es clave para gobernar en Brasil.
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El MDB se amolda con facilidad a quien esté en el poder. Ya gobernó con el PT hasta que le dio la espalda en el 2016 e impulsó el juicio político que provocó la caída de Dilma Rousseff, sucesora de Lula (2003-2010).
“Tomen ya la decisión porque la mía ya está tomada”, presionó Tebet a la dirigencia del partido, que está fracturada y tiene un a la bolsonarista fuerte. Aunque Tebet no lo reveló por ahora, analistas coinciden en que apoyará a Lula y que podría incluso integrar su gabinete.
La formación de Gomes, el Partido Democrático Trabalhista, adelantó por su parte que apoyará a Lula, independientemente de lo que haga su candidato.
La economía
Una de las claves para concretar estos apoyos de fracciones más conservadoras estará en la disposición de Lula de tener una propuesta económica “maleable”, consideró Arthur Ituassu, profesor de Comunicación Política de la Universidad Católica de Rio.
Y seguramente tendrá que negociar su plan, que incluye políticas de izquierda como más inversión social y redistribución de la carga tributaria. “Eso va a ser fundamental... será la forma de conquistar un centro volátil”, insistió Ituassu. Los mercados además manifestaron su preferencia hacia Bolsonaro y sus políticas liberales.
Conexión
Finalmente, el izquierdista podría corregir algunos de sus desaciertos de la campaña de la primera vuelta. Por ejemplo, según Paulo Calmon, politólogo de la Universidad de Brasilia, Lula se concentró “solo en logros de mandatos anteriores”, sin propuestas o “planes para el futuro”.
La sombra de los escándalos de corrupción cuando gobernó la izquierda también pesó. Pero Goulart insistió en que más que recitar propuestas, lo más importante es la “conexión emocional con las clases populares”, base de su electorado. Y “conseguir una imagen de estabilidad, tranquilidad”, que haga soñar con la perspectiva “de una vida mejor”.