París. Cruzados por cables y gasoductos ricos en energía y metales raros, los fondos marinos son escenario de crecientes enfrentamientos. El presunto sabotaje de los gasoductos Nord Stream en el mar Báltico presagia un refuerzo de la vigilancia submarina.
Para Éric Chaperon, consejero de defensa naval en el fabricante francés Thales, “la verdadera revolución son los drones”, que reducen la exposición humana pero también “aportan capacidades a los adversarios, lo que obliga a desarrollar capacidades de protección”.
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“En el futuro próximo asistiremos a combates dron contra dron, o enjambre contra enjambre. Esto alterará profundamente las doctrinas navales, porque un dron de 5.000 euros puede provocar millones en daños a un buque de guerra”, explicó este experto a la AFP.
Este asunto y la cuestión general de la defensa de los fondos marinos son objeto de análisis en varias mesas redondas y exhibiciones en el salón internacional Euronaval, dedicado al sector de defensa naval, que se inaugura el martes en París.
Por ejemplo, Thales promocionará su sistema completamente dronizado y autónomo de neutralización de minas submarinas, el MMCM, actualmente en fase de evaluación operativa en las Marinas francesa y británica.
También presentará su última gama de balizas acústicas, la Sonoflash, o su sonar remolcado Captas-4, escogido recientemente por la Marina estadounidense para sus operaciones de lucha antisubmarina.
Modernización continua
En el 2018, en la última edición física del salón Euronaval, “era sobre todo la temática ciber la que destacaba, pero el tema nuevo y llamativo del momento es la cuestión de las grandes profundidades y solo estamos en el comienzo”, dijo a la AFP Hugues d’Argentré, director de Euronaval.
La cuestión ganó más interés después del descubrimiento a finales de setiembre de cuatro escapes en los dos gasoductos Nord Stream que conectan a Rusia y Alemania, provocados según las primeras investigaciones por explosiones submarinas y un probable sabotaje.
Desde entonces, varios países anunciaron querer reforzar la vigilancia de sus infraestructuras estratégicas submarinas con nuevas tecnologías desarrolladas los últimos años.
La vulnerabilidad de estas infraestructuras “ha devuelto la guerra submarina al centro de atención”, pero “la modernización de la guerra en la superficie y submarina nunca ha parado”, afirmó a la AFP Brigham McCown, investigador en Hudson Institute.
La investigación se centra entre otros aspectos en la mejora de las capacidades submarinas a gran profundidad o en la detección acústica de actividades.
“Las Marinas intentan constantemente poner al día sus capacidades para detectar e identificar todo lo que se encuentra en el agua, tanto mediante técnicas activas o pasivas”, comentó McCown, quien destaca la importancia de los drones en este campo.
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Entre los proyectos más emblemáticos en desarrollo figura el dron submarino autónomo Orca XLUUV, creado por Boeing para el Ejército estadounidense, cuyas aplicaciones podrían ir desde patrullaje marino a misiones de reconocimiento, pasando por la guerra electrónica o la lucha contra los navíos en superficie.
De su parte, China estudia una “gran muralla” submarina, un vasto dispositivo de sensores y drones submarinos para proteger sus instalaciones en el mar.
Francia se dotó a mediados de febrero con una estrategia militar para vigilar los grandes fondos marinos, con el objetivo de llegar a 6.000 metros bajo la superficie hacia el 2025 con un robot con cordón umbilical y un dron submarino. Actualmente solo llega a 3.000 metros.
Atención reforzada
Con el incidente en el Nord Stream, “está claro que la atención hacia las infraestructuras nacionales submarinas críticas (...) y su vulnerabilidad se ha intensificado”, indicó a la AFP Nick Childs, especialista en fuerzas navales en el International Institute for Strategic Studies (IISS) británico.
Con una profundidad media de 3.800 metros, los fondos marinos son todavía muy desconocidos. Pero el acceso a este terreno se hace cada vez más habitual y promueve la codicia. Además de importantes recursos en gas o petróleo, algunos fondos contienen metales raros.
Por ellos transitan unos 500 cables con casi un millón de kilómetros (km) de longitud, por los que circula un 90% de las comunicaciones y el flujo de internet mundial. También acogen infraestructuras claves como los gasoductos.
La novedad “es una dependencia mucho más fuerte hacia estas infraestructuras críticas” que en el pasado. Por ello, “el hecho de poder proteger totalmente estas infraestructuras (...) no es un asunto menor”, aseguró Childs.