El príncipe Andrés, amenazado con un juicio por agresión sexual a menor en Estados Unidos, se ha convertido en tal vergüenza que Isabel II no tuvo más opción que privarlo de sus honores reales para proteger a la monarquía británica.
La decisión, anunciada el jueves por el Palacio de Buckingham en un comunicado de una sobriedad brutal, ocupaba el viernes las portadas de todos los diarios británicos, que destacaban el deseo de la reina de "distanciarse", pero también la humillación que suponía para el príncipe.
"Es la supervivencia de la institución real a toda costa", escribió el Daily Mail.
"Era el momento de alejarlo aún más de los focos", explica a la AFP Bob Morris, historiador de la monarquía. En su opinión "es probablemente el fin" para el duque de York, que ya no puede utilizar su título de Alteza Real.
La situación se había vuelto insostenible después de que el miércoles un juez de Nueva York se negara a desestimar una demanda civil que acusa a Andrés, de 61 años, de agredir sexualmente a una menor, Virginia Giuffre, en la década de 2000, un caso vinculado a su escandalosa amistad con el difunto financiero y pederasta convicto Jeffrey Epstein.
También influyó la presión de unos 150 militares que habían escrito a la reina para denunciar la falta de "probidad, honradez y comportamiento honorable" de su tercer hijo -considerado su predilecto-, noveno en el orden de sucesión al trono británico.
"Fue una gran vergüenza que los militares retirados exigieran la retirada de los títulos. Se convierte en algo embarazoso y perjudicial para la reina (que es jefe de las fuerzas armadas, ndlr), porque sino parece que protege a su hijo", dice Penny Junor, autora de numerosos libros sobre la monarquía británica.
"Era el momento de pasar al plan B, para proteger la monarquía y las celebraciones del jubileo" de platino, los 70 años de reinado que Isabel II festejará en junio, añade Morris.
Los festejos en honor de la monarca, de 95 años, transcurrirán durante cuatro días, con un desfile militar, un concierto en Londres, un concurso de postres y grandes fiestas populares.
La soberana, que aparece cada vez más raramente en público, habría tomado esta decisión tras conversar con Carlos, el heredero de la corona, y su nieto, el príncipe Guillermo, segundo en el orden sucesorio, que se encontraba el miércoles en Windsor, según la prensa británica.
"Imagino que Carlos y Guillermo la forzaron de alguna manera", dice Junor a la AFP. "Era perjudicial para la monarquía".
La monarquía tiene relativamente pocos detractores en el Reino Unido, gracias a la popularidad de Isabel II, que se ha mantenido inalterable pese a las múltiples crisis de los últimos años.
Pero el futuro es mucho más incierto, ya que su heredero Carlos sigue siendo poco querido por los súbditos británicos.
Andrés habría sido convocado el jueves en el castillo de Windsor, adonde fue en coche con su abogado. Vive a cinco kilómetros de allí, en el Royal Lodge, antigua casa de la reina madre.
"Creo que fue lo correcto", considera Deborah Jane Paul, una contable de Londres. "Avergüenza a su majestad, no es justo (...) y creo que ella se ha portado muy bien" con él.
Cualquiera que sea el resultado del juicio civil en Nueva York -donde sigue existiendo la opción de un acuerdo financiero extrajudicial- irá dirigido "personalmente al príncipe Andrés, más que a la monarquía", advierte Morris. "Andrés es la oveja negra de la familia, pero la familia seguirá adelante".
El príncipe ya estaba alejado de la vida pública desde una calamitosa entrevista televisiva en 2019, cuand negó todas las acusaciones en su contra, sin mostrar la menor empatía por las víctimas ni algún arrepentimiento por su amistad con Epstein.
El viernes, un responsable del gobierno se negó a decir si su dispositivo de seguridad seguiría siendo pagado por los contribuyentes.
Tampoco está claro si podrá asistir a la ceremonia en la Abadía de Westminster prevista en primavera en memoria de su padre, el príncipe Felipe, fallecido en abril.
bd/acc/js