Joe Biden advirtió que habrá consecuencias para Arabia Saudita por su recorte en la producción de petróleo pero, al igual que anteriores presidentes estadounidenses irritados con el reino, puede tener un margen de maniobra limitado, según expertos.
Biden soportó las críticas en casa cuando viajó a Arabia Saudita en julio y chocó el puño con el gobernante de facto, el príncipe heredero Mohamed bin Salman, a pesar de haber jurado antes hacer del reino un "paria" tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
Pero Riad renegó de esa visita, motivada por el petróleo a pesar de que Washington asegurara que había "una multiplicidad de intereses en común".
La semana pasada la Opep+, que agrupa a los 13 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderados por Arabia Saudita, y a 10 socios encabezados por Rusia, decidió recortar sus cuotas de producción, generando ingresos para Moscú en medio de su ofensiva en Ucrania y elevando los precios en Estados Unidos antes de las elecciones de mitad de mandato de noviembre, cruciales para Biden.
En Washington esto cayó como una bofetada.
La administración Biden se mostró proclive a represalias manejadas en el Congreso por legisladores demócratas, que reclamaron congelar las ventas masivas de armas a Riad, entre los principales beneficiarios de la ayuda militar estadounidense en el mundo.
Incluso desde la oposición republicana, algunas voces también se dijeron listas a respaldar posibles medidas contra la Opep+.
El domingo, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo empero que Biden no actuará "precipitadamente" al reevaluar la relación con Arabia Saudita. Y señaló que el presidente estadounidense "no tiene planes de reunirse con el príncipe heredero" Mohamed bin Salman en la cumbre del G20 el mes que viene en Indonesia.
Russell Lucas, un experto en Medio Oriente de la Universidad Estatal de Michigan, sostuvo que Estados Unidos podría al menos ralentizar las ventas de armas a los sauditas, "que tendrán dificultades para aprovisionarse en otra parte".
Pero los intentos anteriores de distanciar a Estados Unidos de Arabia Saudita, incluso después de que ciudadanos en su mayoría sauditas llevaron a cabo los ataques del 11 de septiembre de 2001, se han topado con un obstáculo importante: el petróleo.
A pesar de sus recientes acciones con miras a frenar el cambio climático, Estados Unidos está a décadas de ser inmune a los altos precios del crudo.
"Esta noción de que simplemente aumentar la capacidad estadounidense nos protegería de estas decisiones de los productores de petróleo en el extranjero es evidentemente falsa", opinó Annelle Sheline, investigadora del Instituto Quincy, que apoya una postura más firme con los sauditas.
"Siempre seguiremos dependiendo de estos otros países mientras sigamos dependiendo del petróleo", dijo, aunque apuntó que la propia Arabia Saudita se perjudica al dejar de ser la fuente "predecible" de petróleo de Estados Unidos.
Arabia Saudita ha insistido en que la decisión de la Opep+ fue puramente económica y dijo que las ventas de armas de Estados Unidos sirven a los intereses de ambos países.
El reino votó con Estados Unidos el miércoles en las Naciones Unidas para condenar las anexiones de territorio ucraniano por parte de Rusia.
Pero para Bruce Riedel, del centro de investigación Institución Brookings, el recorte de la producción de petróleo fue un claro acto de intervención electoral del príncipe heredero, conocido por sus iniciales MBS, en nombre del Partido Republicano del expresidente Donald Trump.
El antecesor de Biden, un partidario acérrimo de los sauditas, se jactaba de haber salvado a MBS después de que la inteligencia estadounidense descubriera que autorizó el asesinato y descuartizamiento de Khashoggi, un periodista saudita, columnista del Washington Post, que lo criticaba.
"Una cosa que sabemos por el patrón de comportamiento de MBS es que le encanta el drama", dijo Riedel, y agregó que el príncipe estaba emulando a Trump.
La asociación entre Washington y Riad, sellada tras el fin de la Segunda Guerra Mundial básicamente como un intercambio de petróleo por seguridad, nunca fue una alianza de corazón sino más bien de conveniencia.
"Estados Unidos sigue necesitando a los sauditas, por odioso que pueda parecer", dijo Stephen Cook, del Council on Foreign Relations, al defender un "acercamiento realista" con Riad.
"Mientras tanto, Estados Unidos necesita tomarse en serio una política energética. Si hubiésemos tenido una durante los últimos 40 últimos años, no estaríamos en éstas", subrayó.
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