Pretoria. Cansados de ver a sus padres frustrados al no poder usar el tren por los cortes de energía y el robo de cables, una veintena de adolescentes sudafricanos decidieron construir un ferrocarril de energía solar, el primero del país.
Con las placas fotovoltaicas colocadas en el techo, el tren blanco y azul transita por unos rieles de prueba de 18 metros en la ciudad de Soshanguve, al norte de la capital Pretoria. Los trenes son el medio de transporte más barato en Sudáfrica, usados mayoritariamente por las clases pobres y trabajadoras.
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“Nuestros padres ya no usan trenes (debido) al robo de cables y las caídas de carga” eléctrica, dijo Ronnie Masindi, de 18 años, en referencia a los continuos fallos en las vetustas plantas de carbón.
La atribulada empresa pública de suministro de energía, Eskom, empezó a imponer intermitentes cortes de electricidad 15 años atrás para prevenir un apagón nacional. Estos cortes de suministro, conocidos a nivel local como “caídas de carga”, empeoran con los años, afectando al comercio y la industria, incluida la red ferroviaria.
El servicio de la firma logística estatal, Transnet, también se ve lastrado por el robo de cables eléctricos que se disparó por la crisis económica causada por la pandemia.
Ante esta situación, los jóvenes decidieron tomar cartas en el asunto. “¿Por qué no creamos y construimos un tren de energía solar que use el sol para moverse en vez de electricidad?”, se preguntaron, según relató Masindi.
El proyecto estuvo repleto de obstáculos. Para empezar, la producción se retrasó por falta de financiación hasta que el gobierno decidió contribuir. “No ha sido una línea recta”, destacó otra estudiante, Lethabo Nkadimeng, de 17 años. “Fue como escalar hasta el pico más alto de una montaña”, añadió.
El tren que puede circular hasta 30 kilómetros por hora fue mostrado en una reciente exposición de innovación universitaria en Sudáfrica.
Por ahora, el prototipo solo ha realizado 10 viajes de ida y vuelta a través de una vía de 500 metros instalada en la escuela. El plan es hacer más investigaciones y presentarlo al gobierno como un modelo a adoptar.
“Nos hemos dado cuenta que si das a los alumnos de los suburbios tiempo, recursos y algo de guía pueden hacer lo mismo que cualquier otro estudiante del mundo”, indicó Kgomotso Maimane, el profesor que supervisó el proyecto.
La construcción del tren, que incluso cuenta con una televisión para entretener a los pasajeros, tomó dos años.