Bajo un cielo nublado por la mañana en Bradford, en el norte de Inglaterra, un flujo constante de personas se dirige al banco de alimentos, impulsados por la peor crisis de costo de vida en décadas que ha hecho temer un invierno devastador.
El banco de alimentos de esta antigua ciudad industrial de 500.000 habitantes tiene el doble de beneficiarios que antes de la pandemia.
"Desde que soy voluntario, las cifras no paran de multiplicarse", señaló Karl Carroll, de 33 años, quien fue beneficiario en 2019 antes de ofrecerse a ayudar. "Me quedan apenas 40 libras (50,5 dólares) después de pagar todo", dijo a AFP.
Simon Jackson, un desempleado de 43 años que recibe un subsidio de salud desde febrero dijo: "es difícil este momento".
Después de pagar las facturas, no le queda mucho de las 900 libras en ayuda alimentaria mensual. El aumento en los precios solo empeora las cosas.
"Lugares como este (banco de alimentos) le salvan a uno la vida" y "realmente ayudan a tomar decisiones, a veces entre la calefacción y la comida", agregó.
Según la organización benéfica Trussell Trust, sus más de 1.400 centros afiliados han distribuido 2,1 millones de paquetes el último año, 830.000 de ellos para niños, 14% más que antes de la pandemia.
En el centro de Bradford, las distribuciones se realizan tres veces por semana y se limitan a tres paquetes cada seis meses para satisfacer la demanda.
Hay productos básicos como cereales, sopas, conservas, pasta, verduras, galletas, azúcar, té y café.
El punto de distribución existe desde 2011 y es uno de 30 en la ciudad. Atiende a unas mil personas por mes, según la directora Josie Barlow.
La población de la urbe es la quinta más desfavorecida de Inglaterra en términos de ingresos y la sexta más necesitada de empleo, según el último índice gubernamental de la pobreza, publicado en 2019.
"Los que menos ganan son los que más sufren (...) Ellos tienen que comprar productos básicos que han subido enormemente", sostuvo Barlow.
Ella recibe a las personas con mucha energía y una sonrisa, los orienta a la mesa de recolección, pero también a los consejeros.
"Queremos dar un paquete de alimentos, pero queremos también ayudar a la gente a enfrentar las causas de sus dificultades", explicó.
Ella dice que es un "pedazo de la sociedad" donde conviven desempleados y asalariados.
Para ellos "no hay una salida real", insiste, "no se puede espera que gente viva así, en crisis, apenas para sobrevivir a largo plazo".
Después de semanas de titubeos, el gobierno de Boris Johnson anunció el jueves 15.000 millones de libras de ayudas a los más vulnerables, previendo un aumento de 42% en las facturas de energía en octubre, tras un aumento de 54% el mes pasado.
Es insuficiente para disipar el temor de que lo peor está por venir. La inflación, ya de 9% y con posibles alzas por venir, se va a tragar cualquier ayuda adicional.
"Tengo miedo del invierno que se anuncia", comentó la responsable del banco de alimentos, "no sé realmente como la gente va a sobrevivir".
El beneficiario Simon Jackson teme lo peor para Navidad: "no tanto por mí, porque yo vivo solo, me pondré una frazada más (...) pero para los que tienen hijos va a ser realmente duro".
Simone Hillhands, de 34 años, tiene tres hijos de 10, 13 y 15 años. Uno de ellos tiene una discapacidad, por lo que no puede trabajar a tiempo completo. Por ello, la escuela la remitió al banco de alimentos.
Sin querer revelar mucho sobre su situación, contó que su hermana se quedó recientemente sin casa y que la familia se encuentra en una situación "muy, muy difícil" con el aumento de precios.
"Se han disparado, es una locura", reclamó, agregando que a pesar de la pandemia, "el año pasado fue mucho más fácil".
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