En un video difundido por un canal ruso, el “nuevo” comandante de la policía de Limán, ciudad del este de Ucrania ocupada desde fines de mayo por tropas rusas, explicó exultante que la población los acoge con vítores: “¡Por fin Rusia está aquí, gracias!”.
En Kramatorsk, 42 kilómetros al sur, el anterior jefe de policía de Limán, el ucraniano Igor Ugnivenko, miró las imágenes y exclamó: “No sé quién es este tipo”. ”¡Pero mírenlo, está sentado en mi despacho, en la silla que me regaló mi mujer!”, luego se fijó en la insignia de su uniforme que tiene la sigla de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
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“¡La URSS, esto es una locura¡”, volvió a exclamar Ugnivenko, de 37 años, que sigue considerándose como el comandante de la Policía de la ciudad, de la cual tuvo que irse el 23 de mayo, después de semanas de bombardeos y de una ofensiva feroz de las fuerzas rusas.
Hoy está en Kramatorsk, el centro administrativo de la región de Donetsk que Rusia busca controlar. Ugnivenko sigue en contacto con algunas personas en Limán y acepta contar su visión “subjetiva”, insistió en esa palabra, de la situación en esta ciudad ucraniana, arrasada y ocupada.
Las afirmaciones de Ugnivenko no han sido verificadas de forma independiente por la AFP.
“Es duro para la población civil. No hay ni electricidad, ni gas ni agua. ¿Cómo se entrega la ayuda humanitaria?, eso no lo sé”, contó el policía que todavía luce su uniforme negro, con una estrella de ocho puntas plateada en el pecho.
En la ciudad quedan cerca de 8.000 personas, frente a las 25.000 que hubo antes de la guerra. En el 2014, Limán sufrió los combates cuando los separatistas prorrusos, apoyados por Moscú, conquistaron parte de la región. Ugnivenko reconoció que muchos civiles “esperaban la llegada de los rusos”.
“Hoy dicen que todo va bien, que la Unión Soviética está de vuelta”, dijo sorprendido este funcionario que tenía cuatro años cuando colapsó la URSS.
“No soy de la generación de la Unión Soviética. Apenas la conocí. Fui a una escuela y a una universidad ucranianas, hablo perfectamente ucraniano, no tengo problemas en el oeste del país”, donde muchos habitantes del Donbás, región del este, guardan un resentimiento, ya que se sienten abandonados y olvidados por las autoridades de la capital Kiev.
“Parece una locura, pero lo que pasa en Limán, es realmente un retorno al pasado. Y es un camino que no lleva a ninguna parte”, suspiró. Según el funcionario, las propiedades y las empresas privadas confiscadas serán “nacionalizadas” por la autoproclamada República Popular de Donetsk, cuyas tropas combaten codo a codo junto a los rusos.
Limán es una ciudad obrera, como muchas de las localidades de la cuenca del Donbás, que vive en torno de la actividad que genera el ferrocarril, que emplea a cerca de la mitad de la población.
“Muchos obreros que se quedaron en Limán, pensaban que iban a poder seguir trabajando”, pero los rusos requisaron los equipamientos y transfirieron el material a Debáltsevo, una zona bajo el control de los separatistas, a unos 140 km al sur, afirmó el policía.
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El agente contó que se siente decepcionado de que la gente no entendiera lo que les esperaba.
“Algunos soñaron durante años con ‘el mundo ruso’ y ahora están desilusionados”, manifestó, negando con la cabeza. “¿Cuál es su futuro? ¡Ninguno!”, afirmó.
“Éramos quizás ciudad pequeña, pero teníamos el ferrocarril y también el centro regional de traumatología”, inaugurado en el 2015 y al que se sumaron los mejores especialistas, que llegaron a Limán tras la caída de Donetsk a manos de los separatistas en el 2014, lamentó Ugnivenko, que agregó que las instalaciones están parcialmente destruidas y los médicos se fueron.
Según Ugnivenko, aún es posible salir de la ciudad, pero solamente en dirección de Rusia o los territorios separatistas. ”Yo quiero que mis cuatro hijos vivan en un estado de Derecho”, contó el mayor, que envió a su familia a Dnipró, en el centro este del país.
Este policía, cuya vida, al igual que la del resto de sus conciudadanos, dio un vuelco, piensa que “tarde o temprano” las ciudades serán liberadas. ”En Limán, yo tenía la casa de mis sueños, una casa de madera de dos pisos, al borde un bosque. Fue alcanzada por un bombardeo y se quemó en 15 minutos”, lamentó.