Teherán. Los iraníes acudirán a las urnas este viernes para elegir un nuevo presidente, en unas elecciones sin demasiado misterio en las que los conservadores se afianzarán en el poder y probablemente haya una altísima abstención.
Los ciudadanos votarán en un contexto económico y social de crisis, exacerbado por la pandemia de covid-19, que ha golpeado con fuerza a este país de 83 millones de habitantes, donde ya hubo más de 82.000 muertes y tres millones de contagios, según las últimas cifras oficiales, que incluso las autoridades admiten que están subestimadas.
En total siete candidatos habían recibido luz verde para presentarse a estas decimoterceras elecciones presidenciales desde la revolución de 1979: cinco ultraconservadores y dos reformistas.
Sin embargo, el miércoles, tres de ellos decidieron retirarse. Primero fue Mohsen Mehralizadeh, uno de los dos aspirantes reformistas, después el diputado ultraconservador Aliréza Zakani y finalmente Said Jalili, también ultraconservador, ex secretario del Consejo Supremo de la Seguridad Nacional.
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El presidente de la República islámica dispone de prerrogativas limitadas en Irán, donde la mayor parte del poder recae en manos del guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Tras dos mandatos consecutivos de cuatro años, el moderado Hasan Rohani no puede presentarse de nuevo. Su presidencia quedará marcada por el fracaso de su política de apertura, que encalló cuando Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, se retiró en el 2018 del acuerdo internacional sobre el programa nuclear de Teherán, logrado tres años antes en Viena.
Poco misterio y abstención
Dos días antes de las votaciones, el jefe de la Autoridad Judicial, Ebrahim Raisi, de 60 años, aparece como el gran favorito si se tiene en cuenta el 38% de votos obtenidos en los comicios de hace cuatro años y la ausencia de un adversario de peso.
Las elecciones pueden verse marcadas por una fuerte abstención, incluso superior al récord del 57% de las legislativas del 2020, ganadas por una gran coalición conservadora, tras la descalificación de miles de candidatos reformistas o moderados.
La campaña electoral, que finaliza el miércoles por la noche y ha durado tres semanas, ha sido muy discreta.
La crisis sanitaria, que ha limitado las reuniones públicas, ha tenido parte de responsabilidad, pero en general, las presidenciales suscitan poco entusiasmo entre la población.
Los tres debates entre candidatos difundidos en la televisión han sido calificados de aburridos por la prensa.
Raisi fue el único candidato que ha logrado reunir a un número de adeptos representativo en los mítines que ha organizado. Pero incumpliendo las reglas sanitarias en vigor por la pandemia, lo que también le ha valido críticas.
El descontento y el desencanto general son palpables en un país hundido en una grave crisis económica provocada por el restablecimiento de las sanciones impuestas por Washington al abandonar el acuerdo nuclear, y amplificada ahora por la pandemia.
El malestar ciudadano quedó de manifiesto en las protestas de finales de 2017 e inicios de 2018 y de nuevo en noviembre del 2019, todas ellas reprimidas con violencia.
Reimpulsar el acuerdo nuclear
Todos los candidatos se dijeron dispuestos a seguir adelante con las negociaciones en curso para reactivar el acuerdo nuclear y lograr que las sanciones estadounidenses se levanten y logre paliarse el enorme desempleo y poner frente a la galopante inflación. Además de Estados Unidos, los firmantes de este acuerdo fueron Reino Unido, China, Francia, Alemania y Rusia.
Para Clément Therme, investigador asociado del Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia), el objetivo de estas elecciones es “dar al régimen más coherencia ante el debilitamiento del país”.
“Frente al empobrecimiento de la población y tras la toma del control del Parlamento en 2020, se ha tratado de preparar el terreno (...) para la victoria del candidato Raisi”, cercano a Jamenei, dijo Therme a la AFP.
Ante los llamados a boicotear las elecciones lanzadas en redes sociales desde el extranjero, Jamenei instó a sus conciudadanos a no hacer el juego a los “enemigos del islam” y a acudir en masa a las urnas.
El guía supremo también ordenó a los candidatos hablar solamente de economía.
Está prevista una segunda vuelta el 25 de junio entre los candidatos que obtengan el mayor número de votos si ninguno de ellos obtuvo la mayoría absoluta.
Además del presidente de la República, los iraníes votan el 18 de junio para renovar sus consejos municipales.