Miles de sudaneses declararon este sábado por la noche que no se moverán de las inmediaciones del palacio presidencial hasta que se disuelva el gobierno y quede en manos de los militares, lo que pone en peligro la transición posdictadura.
Los participantes advirtieron que la sentada es indefinida y montaban tiendas de campaña a las puertas del Palacio de Jartum, que acoge a las autoridades de transición.
Las escenas recordaban a las concentraciones que pusieron fin a 30 años de mandato del expresidente Omar al Bashir en 2019.
"Nos vamos a quedar", advirtió Abdennabi Abdelilá, un manifestante procedente del este del país, una de las regiones más ricas en recursos y, sin embargo, una de las más desatendidas.
"Queremos un gobierno que sepa lo que está pasando en el este", insistió a la AFP. "Y la destitución del gobierno actual".
La noche del sábado, los manifestantes levantaron tiendas frente al palacio presidencial para exigir la salida del gobierno del primer ministro Abdalá Handok, un execonomista de la ONU cuyas reformas económicas han empobrecido a muchos sudaneses.
Desde la caída del autócrata sudanés en 2019, los militares y los civiles formaron un consejo soberano y un gobierno que debería conducir al país a elecciones pero posterga constantemente los plazos. La última fecha barajada es finales de 2023.
La unión de la "revolución" ha sido fugaz y las fracturas se ensanchan entre los dos campos e incluso en el seno de cada uno de ellos.
El primer ministro Hamdok, debilitado por una intentona golpista el 21 de septiembre, advierte que estas "profundas divisiones" son la "crisis más peligrosa" para la transición y amenazan el camino hacia la democracia.
Señal de que el hacha de guerra se ha desenterrado incluso entre civiles, la manifestación antigubernamental del sábado estaba convocada por una facción sediciosa de las Fuerzas por la Libertad y el Cambio (FLC, coalición civil de la "revolución") encabezada por dos ex líderes rebeldes, incluido el ministro de Finanzas de Hamdok.
Sus partidarios quieren un "gobierno militar" para sacar a Sudán de la crisis política y económica. "Es el ejército el que nos dará nuestro pan", corearon.
"El gabinete actual ha fracasado y solo el ejército puede aportarnos justicia e igualdad", explicó a la AFP Abud Ahmed, un agricultor.
"No hay ninguna estabilidad y la vida está muy cara", añade este hombre 50 años en uno de los países más pobres del mundo, atrapado entre una inflación de en torno al 400% y la austeridad decretada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Además los sudaneses sostienen que el golpe de Estado fallido de septiembre, el primero anunciado oficialmente por las autoridades, no es el primero desde el comienzo de la transición.
El actual gobierno goza de muy poca popularidad debido a la inflación galopante y la supresión de las subvenciones a los bienes básicos exigida por el FMI para borrar la deuda de Sudán, un país marginado de la economía mundial bajo Bashir porque Washington lo acusaba de apoyar al "terrorismo".
Las zonas rurales y remotas de Jartum son las más afectadas. Este sábado muchos manifestantes llegaban a la capital a bordo de camionetas desde varias ciudades, según la agencia oficial Suna.
Manifestantes escoltados acusaban a sus adversarios de ser nostálgicos del antiguo régimen y han convocado "una manifestación de un millón de personas" para el jueves para reclamar un traspaso completo del poder a los civiles.
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