Nueva Delhi. Respirando apenas, Shyam Narayan fue llevado a un hospital de Nueva Delhi, pero rápidamente su familia se dio cuenta de que el personal sanitario, totalmente desbordado, no podría hacer nada por él.
Narayan fue una de las víctimas de la nueva ola del coronavirus que azota a India, donde miles de personas llegan a los hospitales y se encuentran con que no hay camas, que se lucha a brazo partido por un poco de oxígeno o por algunos medicamentos que puedan salvar vidas.
En el hospital Guru Teg Bahadur (GTB), en el noreste de Delhi, Narayan y su familia llegaron en medio de un concierto de ambulancias, rickshaws y otros vehículos que traían a enfermos de covid-19.
Todos esperaban que se liberara alguna de las camas del hospital, ocupadas en el interior hasta por tres personas.
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Lucha por el oxígeno
La familia de Narayan intentó toda la noche encontrar en algún hospital una cama en cuidados intensivos con oxígeno.
Sin embargo, en todos los centros la respuesta fue negativa, según relata el hermano de Shyam, Ram.
“Mi hermano tenía cinco hijos ¿Qué le voy a decir ahora a su esposa”, se pregunta Ram.
El hospital GTB tampoco tenía camas disponibles, igual que los demás establecimientos médicos de Delhi, que luchan por obtener oxígeno.
Todo ello se produce en un contexto dramático para el país: India registró en las últimas 24 horas 2.624 decesos por coronavirus, un récord diario, además de 340.000 nuevos casos, lo que sitúa el número total de contagios en 16,5 millones.
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Ello ha provocado que los hospitales estén saturados de enfermos, y que falte oxígeno para salvar vidas.
La muerte de Narayan, a las puertas del hospital, es un hecho que, desgraciadamente, ocurre a menudo en este país. Y seguramente su caso no se contabilice en las estadísticas oficiales: su cuerpo sin vida fue llevado a otra parte sin siquiera haber sido admitido formalmente en el centro.
En la entrada del centro GTB, los guardias de seguridad impiden que ingresen los enfermos, y explican que las salas ya están llenas.
Algunos, con sus familiares, deciden quedarse y esperar en el exterior. Otros siguen su desesperada búsqueda en otros hospitales.
La muerte en familia
Exhausto, Mohan Sharma, de 17 años, permanece sin embargo junto a su abuelo, de 65 años, dándole agua y ánimos, ayudándole a ponerse una máscara de oxígeno.
Menos de 24 horas antes, el padre de Mohan Sharma murió de coronavirus, en la misma fila, delante del hospital.
“Se estaba quedando sin aliento, no podía respirar, se quitó la mascarilla, llorando y dijo ‘sálvame, por favor sálvame’”, explica su hijo.
“Pero no pude hacer nada. Solo pude verlo morir”.
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Y sin tiempo para pensar en el luto, el adolescente tiene ahora que ayudar a su abuelo.
La familia ha conseguido encontrarle una cama, pero el abuelo está desesperado por el entorno siniestro.
“Había tres cuerpos sin vida muy cerca, y eso lo aterró, dijo que él tampoco iba a sobrevivir. Lo he tenido que llevar fuera, y ahora está descansando”, cuenta Sharma.
La gente que ha logrado ingresar en el hospital describe los pasillos atestados, con camas o camillas ocupadas por dos o tres personas.
El cilindro de oxígeno del abuelo de Sharma está casi vacío, y no existe ninguna garantía de que pueda ser reemplazado.