París. Grupos de defensa de los derechos humanos alertaron el martes sobre la magnitud de la represión de Irán en una ciudad de mayoría kurda, que se convirtió en uno de los centros de la ola de protestas del país.
La República Islámica se vio sacudida en las últimas tres semanas por manifestaciones a raíz de la muerte de la joven de origen kurdo Mahsa Amini, detenida por la policía de la moral por incumplir el estricto código de vestimenta del país.
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Las movilizaciones no dan muestras de desfallecer a pesar del uso de la fuerza por parte de las autoridades que, según los activistas, provocó decenas de muertos y cientos de detenidos.
La represión de las protestas desencadenadas por la muerte de Amini el 16 de setiembre, ya cobró al menos 95 vidas, según la Organización No Gubernamental (ONG) Iran Human Rights, radicada en Noruega.
Otras 90 personas murieron en las manifestaciones estalladas a partir del 30 de setiembre en la ciudad suroriental de Zahedán, después de que el jefe de la policía provincial de Sistán y Baluchistán supuestamente violara a una adolescente, afirmó IRH, citando a la organización Baluch Activists Campaign, radicada en Reino Unido.
Las manifestaciones son especialmente intensas en la ciudad de Sanandaj, en la provincia de Kurdistán, el origen de la joven fallecida. Las ONGs temen numerosas víctimas en esa zona y acusan a las autoridades de bombardear algunos barrios.
La organización noruega Hengaw dijo que un avión militar iraní aterrizó en la noche en el aeropuerto de la ciudad, y que fuerzas especiales estaban llegando en autobús desde otras partes del país. La población tiene dificultades para enviar videos de lo que ocurre debido a las restricciones al acceso a internet.
Según la ONG, al menos siete personas murieron a manos de las fuerzas de seguridad en Sanandaj y en otras localidades kurdas desde el sábado. AFP no pudo verificar de forma independiente estas afirmaciones.
‘Niños y adolescentes asesinados’
Amnistía Internacional se mostró “alarmada por la represión de las protestas en Sanandaj, por las informaciones de que las fuerzas de seguridad usan armas de fuego y gases lacrimógenos indiscriminadamente, incluso dentro de las casas”.
El ministro del Interior, Ahmad Vahidi, visitó la zona el martes y reiteró la posición de Teherán de que el movimiento está “apoyado, planificado y llevado a cabo por grupos terroristas separatistas”, una tesis rebatida por los defensores de los derechos humanos.
Los analistas aseguran que este descontento es especialmente complejo para el régimen dirigido por el líder supremo Ali Jamenei, por su duración y su variada naturaleza, desde protestas callejeras hasta actos individuales de mujeres que se quitan el velo.
El lunes, la movilización se expandió con huelgas en distintas refinerías de petróleo de Irán. En la planta petroquímica de Asaluyeh (suroeste), los trabajadores quemaron neumáticos, bloquearon carreteras y lanzaron gritos de “¡Muerte al dictador!” o “No tengáis miedo, estamos todos juntos”, según videos difundidos.
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El gobernador de la localidad, Ali Hashemi, denunció que un cierto número de “oportunistas” se infiltraron en la protesta y “prendieron fuego a algunas casetas de construcción en la zona y a contenedores”, indicó la agencia de prensa Fars.
“Con la intervención de las fuerzas de seguridad, estas personas fueron dispersadas y algunas arrestadas”, añadió.
La directora ejecutiva de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Catherine Russel, dijo que están “extremadamente preocupados por los informes continuos de niños y adolescentes asesinados, heridos o detenidos en medio de la agitación social en Irán”.
La violenta represión generó varias condenas en Occidente y Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido adoptaron sanciones contra altos funcionarios iraníes.
Por su parte, la Unión Europea (UE) logró un acuerdo para imponer sanciones contra los responsables de la represión, indicó el martes la ministra de Relaciones Exteriores de Francia, Catherine Colonna.