Panamá anunció este miércoles un acuerdo con Colombia para limitar el ingreso diario de migrantes irregulares que tratan de llegar a Estados Unidos, en un pacto que establece cuotas y una posible ruta para evitar que crucen a pie la inhóspita selva del Darién.
La directora panameña de Migración, Samira Gozaine, informó que durante agosto Panamá dejará pasar un máximo diario de 650 migrantes que vienen desde Colombia.
Sin embargo, "a partir del primero de septiembre vamos a recibir 500 (personas) por día de martes a sábado", agregó.
Según Gozaine, estas cuotas buscan dar una salida a la crisis generada en el puerto colombiano de Necoclí, donde miles de migrantes, entre ellos menores de edad y mujeres embarazadas, aguardan por una embarcación que los lleve hasta la frontera con Panamá para atravesar el Darién.
La decisión fue anunciada este miércoles tras una reunión virtual, convocada por Panamá, en la que participaron cancilleres de varios países latinoamericanos, además de un representante de Estados Unidos.
"La migración es un fenómeno que no podemos detener, pero sí podemos garantizar que tenga un paso seguro y controlado", manifestó tras el acuerdo la canciller panameña, Erika Mouynes.
Panamá y Colombia buscan controlar la migración irregular por su frontera selvática del Darién, a donde ha llegado un aluvión de migrantes en las últimas semanas huyendo de la crisis generada por el covid-19, la pobreza y la violencia en sus países de origen.
En lo que va de año, más de 55.000 migrantes han cruzado el Darién, una cifra equivalente a un tercio de todos los que han realizado esa ruta desde 2013.
En su mayoría son ciudadanos haitianos y cubanos, pero también personas de África y Asia.
La jungla del Darién se ha convertido en un auténtico corredor para la migración irregular que, desde Sudamérica, busca atravesar América Central y México en su ruta hacia Estados Unidos y Canadá.
El gran flujo migratorio amenaza con desbordar los centros de atención que las autoridades panameñas han instalado para los migrantes tras su paso por la selva, donde enfrentan grupos criminales, animales salvajes -serpientes venenosas- y ríos caudalosos.
En esos centros de acogida temporal, Panamá informó que gastó entre septiembre de 2020 hasta junio de 2021, más de 7 millones de dólares en alimentos.
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