Ginebra. A pesar de las altas temperaturas casi estivales de Ginebra este miércoles y más allá de bromas superficiales, hubo pocas señales de calidez en el acercamiento entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y su par ruso, Vladimir Putin, tras su primera cumbre.
Ambos dirigentes se estrecharon la mano y sonrieron al entrar a la lujosa villa del siglo XVIII que acogió el encuentro en la ciudad suiza.
Sin embargo, aunque ambos dijeron que el tono de la reunión fue positivo y constructivo, la sensación es que había sido más de trabajo que amistosa.
“Nos conocemos, pero no somos viejos amigos. Esto es solo trabajo”, afirmó Biden en una conferencia de prensa posterior.
El líder estadounidense llegó a Ginebra la víspera y pasó la noche en el Hotel Intercontinental de cinco estrellas.
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El jefe de Estado ruso llegó justo antes de la cumbre y su convoy lo llevó directamente a la suntuosa Villa La Grange.
Un responsable de protocolo de Ginebra dijo que una de las ventajas de este edificio, con una vista impresionante sobre el lago Lemán, es su simetría.
Esto permite dar a ambas delegaciones un número perfectamente igual de habitaciones, sin posibilidad de que rivalicen por ellas.
Apretón de manos
La ecuanimidad se extendió incluso a la disposición de banderas a la entrada para cuando fueran recibidos por el presidente suizo, Guy Parmelin.
El mandatario les deseó un “diálogo fructífero”, antes de marcharse dejando a los dos líderes en la puerta preguntándose aparentemente qué hacer.
Biden se volvió hacia Putin y le tendió la mano. Ambos se estrecharon las manos durante unos cuatro segundos, hablaron brevemente y sonrieron antes de entrar.
Ya dentro de la villa, cuya imponente biblioteca cuenta con 15.000 libros, la pareja se sentó a ambos lados de un globo terráqueo con sus banderas detrás.
Cuando se invitó a los periodistas a presenciar sus declaraciones de apertura, todo el decoro se esfumó con su entrada en la sala.
“La refriega de los medios fue la más caótica vista en un acto presidencial en nueve años. Los periodistas se empujaron y se gritaron entre ellos para que se movieran, pero nadie lo hizo”, manifestó el reportero de la Casa Blanca.
Ambos presidentes “parecían divertirse” con los gritos y los aspavientos.
Con temperaturas que alcanzaban 32 grados en el exterior, afortunadamente se había instalado aire acondicionado en la Villa para ayudar a los líderes a mantenerse frescos.
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Gafas y una escultura
Joe Biden regaló a Vladimir Putin un par de sus gafas de sol favoritas —unas Aviator personalizadas hechas por Randolph USA—y una escultura de cristal de un bisonte.
La cumbre supuso que Putin se perdiera la victoria de la selección de fútbol de Rusia ante Finlandia (1-0) en la Eurocopa-2020.
No obstante, cuando se le preguntó después, se negó a hacer comparaciones y a decir cuál fue el resultado de su encuentro con Biden.
Putin calificó el encuentro de “franco y sincero”. Sin embargo, “no significa necesariamente que tengamos que (...) prometer amor eterno”, agregó.
“Hay que mirar alrededor y pensar para sí mismo: Es un mundo maravilloso”, dijo el ruso a modo de conclusión.
En un tono más brusco, Biden dijo: “He hecho lo que he venido a hacer”.