Jecheon. Si Corea del Norte lanza un ataque nuclear contra el Sur, el profesor de arquitectura Lee Tae-goo está preparado: se refugiará en su búnker construido para tal propósito y permanecerá bajo tierra durante al menos dos semanas para evitar la radiación.
Con gruesas paredes de hormigón, puertas de acero reforzado y un sistema de purificación del aire, Lee comentó que su refugio, cavado a un metro bajo tierra, lo puede proteger de un desastre nuclear y resistir el impacto directo de un misil convencional.
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Construido en su propiedad en la ciudad de Jecheon, unos 120 kilómetros al sureste de la capital Seúl, el búnker financiado por el Gobierno forma parte de una campaña de Lee para persuadir a sus compatriotas de que se preparen más seriamente para un eventual ataque nuclear.
“A solo 100 kilómetros de aquí tenemos Corea del Norte, desde donde pueden llegar misiles nucleares o biológicos”, indicó Lee a la AFP.
El arquitecto también está muy preocupado por un posible accidente como el de la japonesa Fukushima en uno de los vetustos reactores nucleares surcoreanos.
“Durante años no se ha pedido a los surcoreanos que construyan refugios personales. Hay una falta de refugios públicos y en muchos casos están lejos”, añadió.
Desde el fin de la guerra de Corea en 1953 con un armisticio en vez de un tratado de paz, Seúl sigue técnicamente en guerra con Pyongyang. Ambas partes se acusan recurrentemente de “provocaciones” que podrían precipitar un conflicto abierto.
Corea del Norte realizó su primer ensayo nuclear en el 2006 y su actual líder, Kim Jong Un, aceleró recientemente su programa armamentístico prohibido por Naciones Unidas (ONU), incluyendo ejercicios que simulaban ataques nucleares tácticos sobre su vecino meridional.
Aunque el Ejército surcoreano asegura que mantiene la “máxima preparación” ante un ataque, Lee consideró que los civiles olvidaron la guerra y no están preparados.
Refugios militares de primera clase
Corea del Sur dispone de una red de más de 17.000 refugios antibombas, con alrededor de 3.000 en Seúl, según los datos del Ministerio de Interior. Las estaciones de metro de la capital sirven como refugios antiaéreos, pero no protegerían ante un ataque nuclear.
En los años 70, el país contaba con una ley que exigía a los edificios de cierto tamaño en grandes ciudades disponer de un sótano que pudiera servir como búnker en caso de guerra.
Pero en Seúl, debido a los altos precios inmobiliarios, la mayoría de edificios privados convirtieron estos sótanos en estacionamientos o en los oscuros pisos subterráneos que se hicieron famosos con la oscarizada “Parásitos”.
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Esto preocupa a este afable profesor de arquitectura de la Universidad Semyung. Corea del Sur cuenta con “un sistema de refugios de primera clase para el ejército”, pero “el lado civil se quedó muy rezagado”, aseguró.
La construcción de su modelo de búnker costó 70 millones de wones (¢29,520,000 millones) sin contar la mano de obra, todo financiado por una beca de investigación del Ministerio de Educación que solicitó y ganó.
Ahora espera inspirar a otros a seguir su ejemplo. De momento, aseguró que recibió varias solicitudes para consultar sus planos, entre ellas de oficiales de la fuerza aérea surcoreana que visitaron el búnker este año.
En los rascacielos urbanos, Lee recomienda reacondicionar los estacionamientos como búnkeres y anima al gobierno a preparar los túneles del metro para resistir un ataque nuclear.
Mantenerlo en secreto
Aunque muchos en Corea del Sur están ya anestesiados ante las constantes amenazas de Pyongyang, hay señales de que más ciudadanos como Lee buscan protegerse por su cuenta.
Una compañía local, Chumdan Bunker System, empezó vendiendo refugios antinucleares en una exhibición en Seúl en el 2017, el año en que Kim ordenó el último ensayo atómico. La web de la empresa promociona “un búnker subterráneo capaz de resistir explosiones nucleares, radiación y agentes químicos”.
El interés por sus productos ha aumentado, pero esto no se traduce en un crecimiento de las ventas, reconoció la firma. “Ha habido un aumento del tráfico en línea de nuestra web, pero el número de pedidos sigue siendo el mismo”, comentó un empleado de Chamdan a la AFP.
Lee explicó también que las personas que construyen refugios antinucleares prefieren mantenerlo en secreto para evitar una lluvia de llamadas de amigos, familiares y vecinos en caso de emergencia.
“Cuando construí este búnker, mucha gente me decía que vendría si el país recibía un ataque. Pero en este lugar solo caben 12 personas”, expresó.