Cali. Tres personas murieron este viernes en la ciudad de Cali, entre ellas un funcionario de la fiscalía, en el marco de las manifestaciones que completan un mes en Colombia en rechazo al gobierno, y que han sido duramente reprimidas por las fuerzas policiales.
El levantamiento popular vivió otra jornada trágica en Cali, la tercera ciudad de Colombia y la más afectada por la crisis.
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“Tres personas desafortunadamente han muerto (...) Esta situación ha ocurrido entre quienes bloquean y quienes querían pasar” por uno de los puntos cerrados por manifestantes, expresó el alcalde de la urbe, Jorge Iván Ospina.
En videos virales se ve a un hombre caído sobre un charco de sangre y a otro cerca con un arma, acosado por manifestantes.
Luego las imágenes muestran al presunto agresor también en el suelo después de haber sido aparentemente linchado. La tercera víctima murió en circunstancias que no han sido precisadas. En un mes de protestas han muerto 49 personas, según el conteo oficial.
La fiscalía ha establecido que al menos 17 de los casos tienen nexo directo con las manifestaciones, pero la Organización No Gubernamental (ONG) Human Rights Watch afirmó tener “denuncias creíbles” sobre 63 muertes, 28 relacionadas con la crisis.
Las manifestaciones avanzaron principalmente sobre Bogotá, Medellín y Cali en rechazo a la represión oficial y al manejo de la emergencia económica que desató la pandemia.
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Aunque en su mayoría pacíficas, las protestas de este viernes han derivado en choques con la fuerza pública en cercanías de la capital colombiana, mientras Cali ofrecía imágenes de caos con civiles disparando y “vandalismo” en algunos barrios, según la policía.
A raíz de ello, entrará a regir el toque de queda nocturno en la ciudad y el resto del departamento del Valle del Cauca, según la gobernadora Clara Luz Roldán.
Diálogo estéril
El 16 de mayo el gobierno abrió diálogos con el frente más visible de las manifestaciones, sin embargo, no lograron un acuerdo.
Los líderes sindicales y estudiantiles exigen garantías para la protesta, ante los múltiples excesos de la fuerza pública, y al tiempo las autoridades piden el levantamiento de los bloqueos viales que causan desabastecimiento y millonarias pérdidas económicas en puntos como Buenaventura, el principal puerto sobre el Pacífico.
“Los bloqueos son una amenaza a los derechos de todos los colombianos (...) Nadie puede, para reivindicar derechos, afectar los derechos del otro”, señaló el presidente Iván Duque en entrevista con Blu Radio.
La crisis comenzó cuando el gobierno quiso cargar con más impuestos a la clase media, castigada por la pandemia, para llenar el hueco fiscal que deja la emergencia económica.
Duque desistió de la propuesta, sin embargo, la represión policial encendió más los ánimos.
Este viernes las calles estuvieron llenas de jóvenes sin empleo ni educación que piden un Estado más solidario ante los estragos de la covid-19.
“En este mes se ha visibilizado la fuerza del Estado, cómo actúa” contra los ciudadanos, afirmó Gustavo Peña, un universitario de 22 años que marchó en Bogotá.
“Y estoy orgulloso porque mi país por fin está teniendo dignidad, y se levanta no a pedir nada regalado, sino oportunidades, que no haya un reparto tan desigual” de recursos, agregó.
Protesta sostenida
Las fuerzas policiales, que en Colombia son controladas por el Ministerio de Defensa, están bajo el hierro encendido de la crítica por los excesos que las vinculan con las muertes de manifestantes.
La comunidad internacional condenó la reacción de los órganos de seguridad, mientras las calles claman por una reforma que “desmilitarice” a un cuerpo policial que lleva décadas combatiendo a guerrilleros y narcotraficantes.
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El gobierno asegura que las manifestaciones han sido infiltradas por vándalos y grupos armados que sobreviven a la firma del acuerdo de paz con las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla que se transformó en partido político después de medio siglo de fallida lucha por el poder.
Desde su llegada al ejecutivo en agosto del 2018, Duque ha enfrentado protestas inéditas en un país donde las manifestaciones solían ser descalificadas por la supuesta manipulación que ejercía la guerrilla.
La pandemia apagó un tiempo las movilizaciones, pero estas retomaron con fuerza a pesar de que Colombia enfrenta una agresiva ola de covid-19 que tiene a los hospitales al bordo del colapso.
Las manifestaciones pacíficas de día, que escalan de noche en violentos enfrentamientos en varios puntos, han llevado a la renuncia del ministro de Hacienda, la canciller y el Alto Comisionado para la Paz.
Mientras tanto, la desaprobación de Duque alcanza máximos históricos (76%), a un año de las elecciones de las que deberá salir su sucesor.
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La pandemia ha afectado la economía del país de 50 millones de habitantes. En un año el porcentaje de población pobre pasó del 35,7% al 42,5%, y casi un tercio de los colombianos (27,7%) entre los 14 y 28 años no estudia ni trabaja, según el órgano estatal de estadística.
“Llevamos un mes resistiendo en una lucha contra un Estado que ni siquiera está dispuesto a escuchar. Nos recuerda que debemos seguir movilizándonos”, mencionó Juanita Prieto, una estudiante de Artes Plástica de 26 años.