El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció el domingo un nuevo "acto de terror" tras el bombardeo de una escuela en Mariúpol, y se mostró dispuesto a negociar con Vladimir Putin para poner fin a los ataques de Rusia, que usó un segundo misil hipersónico.
Los nuevos bombardeos se producen cuando aún no se ha llegado a un acuerdo durante las negociaciones entre ambos países, pese a que Turquía afirmó el domingo que se habían logrado avances.
"Vemos que las partes están cerca de un acuerdo", aseguró el ministro turco de Exteriores Mevlut Cavusoglu desde la provincia de Antalya.
El mandatario ucraniano dijo por su parte que estaba listo para negociar con su par ruso, Vladimir Putin.
"Estoy listo desde los dos últimos años y creo que sin negociaciones la guerra no se detendrá", dijo el mandatario en una entrevista difundida en la cadena estadounidense CNN.
En los últimos días, Zelenski multiplicó sus intervenciones por videoconferencia dirigiéndose a parlamentos extranjeros con el fin de reforzar el apoyo a Ucrania ante la invasión rusa.
Este domingo, lo hizo por videoconferencia ante los miembros de la Knéset, el parlamento israelí.
"Ucrania hizo su elección hace 80 años y tenemos a Justos que escondieron a los judíos. Es hora de que Israel tome una decisión (...) la indiferencia mata", dijo Zelenski, que tiene orígenes judíos, en un discurso en ucraniano traducido al hebreo.
Horas antes, el líder ucraniano denunció el bombardeo de la escuela de arte de Mariúpol, ciudad estratégica del sureste de Ucrania, que está asediada por los rusos y sufre escasez de agua, gas y electricidad.
Según las autoridades locales, la escuela servía de refugio a cientos de personas, entre ellos mujeres, niños y ancianos, que quedaran atrapados bajo los escombros.
"El edificio ha sido destruido y la gente todavía está bajo los escombros. Aún se está aclarando el número de muertos", indicó el ayuntamiento. Esta información aún no ha podido ser verificada.
Infligir "algo así a una ciudad pacífica (...) es un acto de terror", dijo Zelenski, denunciando un "crimen de guerra".
En Kiev, un proyectil explotó el domingo a las puertas de un edificio, dejando al menos a cinco heridos, dos de los cuales fueron hospitalizadas, dijo el alcalde Vitali Klitschko.
El edificio, de 10 pisos, está muy dañado y todas sus ventanas quedaron destruidas, según periodistas de la AFP en el lugar.
"Mi hermana estaba en el balcón cuando ocurrió, casi muere", contó Anna, de 30 años, que vive en el inmueble.
Los ataques no han cesado tampoco en Járkov, la segunda ciudad del país, en el noroeste, donde al menos 500 personas han muerto desde el inicio de la guerra, según cifras ucranianas.
Rusia aseguró este domingo, por segundo día consecutivo, que utilizó misiles hipersónicos, esta vez para destruir una reserva de combustible en la región de Mikolaiv, en el sur.
"Una gran reserva de combustible fue destruida por misiles de crucero 'Kalibr' disparados desde el mar Caspio, así como por misiles balísticos hipersónicos lanzados por el sistema aeronáutico 'Kinjal' desde el espacio aéreo de Crimea", declaró el ministerio de Defensa en un comunicado, sin precisar la fecha del ataque.
Los bombardeos rusos también dañaron severamente la planta siderúrgica y metalúrgica de Azovstal de Mariúpol, cuyo puerto es crucial para la exportación del acero producido en el este del país.
Mientras tanto, la situación humanitaria sigue empeorand. "La guerra en Ucrania es tan devastadora que 10 millones de personas han huido, ya sea como desplazados dentro del país o como refugiados en el extranjero", dijo el jefe de ACNUR, Filippo Grandi este domingo.
En el norte el alcalde de Chernígov, Vladislav Atroshenko, calificó de "catástrofe humanitaria absoluta" la situación en su ciudad. Según dijo en la televisión, decenas de civiles murieron después de que los bombardeos alcanzaran un hospital.
"Nuestras ciudades se han convertido en ruinas de varios pisos, cada zona es como una película de terror", informó por su parte Sergiy Gaiday, jefe de la administración regional de Lugansk, en el este.
Y en Mariúpol, algunas familias cuentan que hay cuerpos tirados en la calle desde hace varios días.
Las autoridades de la ciudad también afirman que algunos residentes están siendo llevados a la fuerza a Rusia y despojados de sus pasaportes ucranianos.
"Los ocupantes están enviando a los residentes de Mariúpol a campos de filtración, revisando sus teléfonos y confiscando (sus) documentos ucranianos", dijo Pavlo Kyrylenko, jefe de la administración regional de Donetsk.
Un grupo de niños, en su mayoría huérfanos, que estaban bloqueados en el sótano de una clínica de la ciudad, fue evacuado a una zona en manos de los separatistas prorrusos en el este del país, informaron sus familiares el domingo.
La mayoría de los niños procedían de orfanatos de la región de Donetsk, pero de la parte que no estaba bajo el control de la separatista República Popular de Donetsk (DNR).
Unas 180.000 personas han logrado escapar de las zonas de combate a través de corredores humanitarios, según Zelenski.
Rusia "no ha logrado hacerse con el control del espacio aéreo y depende en gran medida de las armas a distancia lanzadas desde la relativa seguridad del espacio aéreo ruso para atacar objetivos en Ucrania", dijo en un comunicado el ministerio de Defensa británico.
El ministro de Defensa de Eslovaquia, Jaroslav Nad, anunció el domingo que habían comenzado a llegar a su país las primeras unidades del sistema antimisiles estadounidense Patriot.
Este movimiento allana el camino para que Bratislava entregue su sistema antimisiles S-300, de fabricación rusa, a Ucrania.
Australia también prometió más armas y asistencia humanitaria para Kiev y amplió el domingo sus sanciones contra Rusia, prohibiendo de inmediato las exportaciones de alúmina y bauxita.
Francia, por su parte, congeló cerca de 940 millones de dólares en activos de magnates rusos, dijo el domingo el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire.
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