Mykolaiv. Un equipo del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) estaba este lunes rumbo a la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, mientras que en el sur del país las tropas de Kiev lanzaron una contraofensiva para recuperar la ciudad de Jersón.
“El Ejército ucraniano lanzó una ofensiva en varias zonas del sur”, escribió en Telegram el jefe de la administración regional Yaroslav Yanuchevytch. “¡Creemos en el ejército ucraniano!”, señaló, y pidió a los habitantes de Jersón que “se mantengan cerca de los refugios y lejos de las posiciones rusas”.
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“Hoy hubo potentes ataques de artillería contra posiciones enemigas (...) en el conjunto del territorio de la región ocupada de Jersón. Es el anuncio de lo que lo esperábamos desde la primavera: el inicio del fin de la ocupación” de esta zona del sur de Ucrania, manifestó en televisión Serguii Khlan, diputado local y consejero del gobernador regional.
El funcionario aseguró que las fuerzas ucranianas tienen “ventaja” en el frente sur, después de varios ataques en las últimas semanas contra puentes en la región orientados a lastrar la logística de las tropas rusas. Los medios ucranianos citaron a la portavoz del comando Sur del Ejército ucraniano, Natalia Gumeniuk, quien afirmó que las fuerzas de Kiev atacan en “varias direcciones” en este frente.
El grupo militar ucraniano “Kakhovka” afirmó en Facebook que observó la retirada de combatientes de los separatistas prorrusos de sus posiciones en esta región. Estas afirmaciones no pudieron ser verificadas de forma independiente por la AFP.
‘Jersón es ucraniana’
“Jersón es ucraniana. Nuestra Jersón está de pie”, escribió en Twitter el jefe del gabinete presidencial, Andriy Yermak. Las tropas rusas tomaron al comienzo de la invasión la ciudad de Jersón, una localidad de 280.000, situada al borde del río Dniéper.
Esta región es esencial para la agricultura ucraniana, pero también es una posición estratégica, ya que es limítrofe con la península de Crimea, anexada por Rusia en el 2014. Más al norte, una misión de la OIEA debe llegar en los próximos días a la planta nuclear de Zaporiyia, tras semanas de bombardeos y miedo a que se produzca una catástrofe.
El director general del organismo, el argentino Rafael Grossi, encabeza la misión, formada por una decena de personas, para inspeccionar la planta ocupada por el ejército ruso desde el inicio de la guerra. “Llegó el día, la misión del OIEA está de camino a Zaporiyia. Debemos proteger la seguridad de Ucrania y de la mayor central de Europa”, tuiteó Grossi, avanzando que el equipo llegará “esta semana”.
Grossi reclamaba desde hace meses poder acceder al lugar y advertía el “riesgo real de catástrofe nuclear”. “Esta misión será la más dura de la historia del OIEA debido a las actividades de combate que Rusia lleva a cabo en el terreno”, estimó el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kouleba, desde Estocolmo.
Rusia, por su parte, pidió “presionar” a las fuerzas ucranianas para reducir la tensión en torno a la central y “dejar de poner en peligro al continente europeo bombardeando” las instalaciones y sus alrededores, en palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien calificó de “necesaria” la misión del OIEA.
Los países del G7, “profundamente preocupados”, pidieron garantías de acceso “con toda libertad” del personal del OIEA a las instalaciones. “Cualquier intento de Rusia de desconectar la central de la red eléctrica ucraniana sería inaceptable”, advirtió el G7.
El lunes, el operador de las centrales ucranianas Energoatom indicó en Telegram que la central de Zaporiyia “funciona con el riesgo de violar las reglas de seguridad en materia de radiaciones e incendios”. Según el operador, “10 habitantes resultaron heridos” en los bombardeos en las últimas 24 horas en Energodar, la localidad donde se encuentra la central. Entre ellos, cuatro son trabajadores de la planta.
‘Riesgo de escapes’
Energoatom también señaló que las fuerzas rusas “se preparan para la llegada de la misión del OIEA, presionando al personal de la central para impedir que recojan pruebas de los crímenes del ocupante en la central”. La central de Zaporiyia, donde se encuentran seis de los 15 reactores ucranianos, cayó en manos de las tropas rusas en marzo, poco después del inicio de la invasión el 24 de febrero.
Kiev y Moscú se acusan de bombardear las zonas aledañas del recinto, cerca del río Dniéper, y de poner en peligro las instalaciones. “La infraestructura de la estación ha sido dañada, hay riesgo de escapes de hidrógeno y pulverización de sustancias radioactivas”, alertó el sábado Energoatom.
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Ante esta situación, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió a la agencia nuclear de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que enviara rápidamente a un equipo. Entre el jueves y el viernes, la central y sus seis reactores de 1.000 megavatios cada uno fueron “totalmente desconectados” de la red nacional debido a los daños que sufrieron las líneas eléctricas, según las autoridades ucranianas, antes de volver a ser conectados.
El Ayuntamiento de Zaporiyia afirmó que había distribuido desde el 23 de agosto comprimidos de yodo a los habitantes en un radio de 50 km alrededor de la central, conforme a las instrucciones del ministerio de Salud, aunque indicó que las pastillas sólo debían usarse en caso de alerta de radiaciones.
Los habitantes se preparaban para lo peor. “Sabe, vivimos el accidente de Chernóbil, la amenaza era muy grande, pero sobrevivimos, gracias a Dios. Hoy, la amenaza es total, al 100%”, dijo Kateryna, una jubilada. En el plano internacional, el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, abogó este lunes para que su país asuma “una responsabilidad especial” en la ayuda militar a Ucrania, y aseguró que Berlín mantendrá su apoyo a Kiev “el tiempo que haga falta”.