Washington. Un Estados Unidos muy polarizado se dispone a vivir este martes una tensa noche electoral, que determinará qué partido controla el Congreso y será decisiva para la agenda de Joe Biden y las ambiciones de Donald Trump, quien acaricia la idea de reconquistar la Casa Blanca en el 2024.
Los colegios electorales empezaron a cerrar en Indiana y Kentucky a las 18 horas locales, pero las autoridades advirtieron que habrá que esperar horas o incluso días para saber si los demócratas mantienen el control del Congreso o pasa a manos republicanas.
Una inflación galopante hace que el presidente Joe Biden, de 79 años, corra el riesgo de perder el control de la Cámara de Representantes y del Senado en estas elecciones intermedias, que suelen ser desfavorables para el partido gobernante.
Su predecesor, Donald Trump, quien respalda a muchos de los candidatos republicanos, espera por el contrario que el partido despunte para lanzarse a la carrera presidencial. El lunes adelantó en un mitin que hará “un gran anuncio” el 15 de noviembre.
El magnate de 76 años quiere adelantarse a posibles rivales republicanos y entorpecer las investigaciones sobre su presunto papel en el asalto al Capitolio o la forma en la que gestionó los archivos de la Casa Blanca. Entretanto “creo que vamos a tener una gran noche”, agregó con confianza.
Poco después retomó la cantinela que repite desde el 2020, avivando las dudas sobre la fiabilidad de las operaciones de votación. Hizo hincapié en que algunas máquinas no funcionaron bien en una circunscripción de Arizona.
“Las máquinas de votación no están funcionando correctamente en áreas predominantemente republicanas/conservadoras”, dijo. “¿Está pasando lo mismo con el fraude electoral que lo que sucedió en 2020?”, publicó en su plataforma Truth Social. Las autoridades locales reconocieron el problema pero aseguraron que daban otras opciones para votar.
En estas elecciones están en juego los escaños de toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y una serie de cargos de gobernadores y puestos locales. También se celebran decenas de referéndums, principalmente sobre el derecho al aborto.
Más de 40 millones de electores ya votaron por anticipado y el martes se formaron largas filas en los colegios electorales desde primeras horas del día.
“Quiero estar seguro de que se tiene en cuenta mi voz”, explicó a la AFP Quonn Bernard, un ingeniero de 39 años en los suburbios de Atlanta. “Muchos candidatos han arrastrado a sus oponentes por el lodo”, lamentó.
“Ha habido mucha tensión y desinformación” durante la campaña, coincidió Robin Ghirdar, un médico de 61 años en Pittsburgh, Pensilvania.
Cada campo dramatiza los temas centrales de estos comicios: los demócratas se hicieron pasar por defensores de la democracia y el derecho al aborto, frente a los republicanos, considerados “extremistas”.
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Y los conservadores actuaron como garantes del orden frente a una llamada izquierda “laxa y radical”, en materia de seguridad e inmigración.
‘Buen padre de familia’
Pero la inflación resalta del resto de los temas en las últimas semanas, lo que hace que los republicanos confíen más que nunca en sus posibilidades de derrotar en las urnas a Biden, a quien culpan de la subida de los precios.
“Necesitamos una política del buen padre de familia, que los impuestos bajen y que la economía vaya bien”, estimó Kenneth Bellows, un estudiante de derecho de 32 años que votó por los republicanos en Phoenix, Arizona (suroeste), decepcionado por la gestión económica de Biden.
Pero en la sureña localidad de McAllen, en la que más del 80% de la población es latina, la mayor preocupación es saber qué harán las autoridades frente a la creciente migración que desborda sus fronteras.
“Han roto el sistema migratorio (...) Estados Unidos ha sufrido una invasión silenciosa por once millones de indocumentados”, comentó Francisco Cabral, un obrero de antepasados mexicanos nacido y criado en Estados Unidos y abiertamente republicano.
Un voto de castigo
Biden intentó evitar el voto castigo presentándose como “el presidente de la clase media”, insistiendo en que redujo las deudas estudiantiles, protegió la sanidad e invirtió en infraestructuras y en el clima, pero sus esfuerzos no parecen dar frutos.
Según las encuestas más recientes, la oposición republicana tiene posibilidades de ganar al menos entre 10 y 25 escaños en la Cámara baja, más que suficiente para tener mayoría. Hay menos claridad sobre la suerte que correrá el Senado, pero los republicanos también podrían conseguirlo.
Privado de mayoría, el presidente quedaría paralizado. Los republicanos adelantan que no le perdonarán y prevén abrir investigaciones en la Cámara de Representantes sobre los asuntos de su hijo Hunter o algunos de sus ministros.
Duelos ajustados
Concretamente, las elecciones intermedias se juegan en un puñado de estados clave, los mismos que en las presidenciales del 2020.
Todos los focos están puestos en Pensilvania, antiguo bastión de la industria siderúrgica, donde el millonario cirujano republicano Mehmet Oz, apoyado por Donald Trump, se enfrenta al exalcalde demócrata de una pequeña localidad, John Fetterman, por el puesto más disputado del Senado.
Porque de este escaño depende muy posiblemente el equilibrio de poderes de la cámara alta, con un poder inmenso.
Como en el 2020, Georgia también acapara la atención. El demócrata Raphael Warnock, el primer senador negro elegido en este estado sureño con un fuerte pasado segregacionista, intenta ser reelegido frente a Herschel Walker, un exdeportista también negro, respaldado por el expresidente.
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Arizona, Ohio, Nevada, Wisconsin y Carolina del Norte también son escenario de luchas entre los demócratas y candidatos de Donald Trump, que juran lealtad absoluta al antiguo inquilino de la Casa Blanca.
Unos duelos a golpe de cientos de millones de dólares que convirtieron estas elecciones de medio mandato en las más caras de la historia de Estados Unidos.