“En los extravíos nos esperan hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse”…, ese pensamiento del escritor uruguayo Eduardo Galeano resume la experiencia de alojarse en Río Perdido, algo así como la tierra prometida guardada en Guanacaste.
Este hotel de montaña es capaz de rejuvenecer el cuerpo y el espíritu. Gran parte de su poder radica en la naturaleza que lo abraza. Cañones naturales, ríos de aguas termales y frondosos árboles son capaces de devolverle la tranquilidad que, con frecuencia, se pierde víctima de la rutina.
Aunque el paisaje se roba las miradas; las experiencias que ofrece Río Perdido también permiten reencontrarse con su lado “salvaje” al navegar por un río en un neumático o al lanzarse al vacío como si fuera una versión moderna de Tarzán.
Un oasis guanacasteco
Antes de ahondar en los atractivos del lugar, hay que empezar por uno de los aspectos más importantes: descubrir cómo llegar.
Este lugar se ubica al sur de San Bernardo de Bagaces, un pueblito pequeño del que pocos hablan. Tras llegar al centro de Bagaces, hay que guiarse por los rótulos. El paisaje cambia conforme se acerca a su destino; la calle de lastre se abre paso entre árboles secos y potreros deshabitados que hacen dudar de si el camino es el correcto.
El complejo turístico espera al final del camino, como si se tratara de un oasis en medio del desierto. Está rodeado de una frondosa vegetación y dos cañones naturales de más de 50 metros de altura.
Descanso placentero Río Perdido abrió sus puertas hace algunos años como un destino para paseo de un día.
Turistas nacionales y extranjeros pasaban sus horas bañándose en el río de aguas termales, caminando por los senderos naturales o gritando en alguno de los tours de aventura. Al caer la noche, la queja constante de no poder quedarse a pasar la noche motivó a los propietarios del lugar para construir un hotel.
En noviembre del 2013, se inauguró la segunda etapa el proyecto compuesto por 20 búngalos. Televisor, Internet inalámbrico y estación de café, son parte ahora de la oferta.
El equilibrio perfecto
La filosofía de Río Perdido se resume en una sola frase: “Bienestar y aventura, en perfecta armonía”. Esos dos componentes están presentes en todas las atracciones del lugar.
Más allá de escoger un solo énfasis para el hotel; sus dueños decidieron ofrecerle al público una probadita de cada cosa. Hay una lista de actividades para quienes prefieren una estancia más relajada.
El hotel posee un río de aguas termales, tres piscinas termominerales, varios senderos naturales y un spa. Los amantes de las emociones extremas tienen mucho que hacer, una pista de ciclismo de montaña que atraviesa llanuras, potreros y bosque, y la posibilidad de tubing río abajo, son dos de los favoritos.
Un fin de semana no alcanza para conocer todos los rincones de Río Perdido, por eso uno se marcha de este lugar con la idea de volver para perderse de nuevo.