Son tan pequeños que suelen pasar inadvertidos. Sin embargo, su ausencia se hace sentir en la polinización de los cultivos, el tratamiento de enfermedades y en la alimentación de otras especies que son atractivo turístico. Sin ellos, los ecosistemas no funcionarían.
Los insectos, esos animales invertebrados de seis patas y dos pares de alas, son los seres vivos más abundantes y diversos del planeta. Han estado sobre la faz de la Tierra desde hace 400 millones de años y representan el 70% de la fauna conocida a la fecha.
Se calcula que existen 950.000 especies en el mundo y 360.000 de ellas viven en Costa Rica. Dar a conocer esa rica biodiversidad y su importancia es lo que busca la exposición "Insectos en el Museo", inaugurada este jueves 20 de julio en el Museo Nacional de Costa Rica y cuyas puertas estarán abiertas hasta noviembre.
"Los orígenes del Museo, que este año celebra su 130 aniversario, tienen que ver con esta exposición. Son orígenes científicos, detrás de ellos hay visionarios que estudiaron el patrimonio natural del país y gracias a ellos, la colección ha crecido. Esta es una exhibición que permitirá a los costarricenses conocer ese acervo que custodiamos", manifestó Rocío Fernández, directora de la institución.
De hecho, Fernández invitó a las personas a acercarse a curiosear en este mundo miniatura y utilizar las lupas de la exhibición para detallar en formas y colores.
Asimismo, los visitantes pueden echar mano de 50 fotografías que amplían hasta cinco veces esa fauna minúscula que nos rodea. "De esta manera, se pueden apreciar detalles de las antenas, alas, patas, ojos y partes del aparato digestivo que el ojo humano, a simple vista, no podría observar", dijo Lidilia Arias, museógrafa y encargada del diseño de la exhibición.
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Como complemento, se dictarán dos conferencias: la de agosto versará sobre cómo los insectos pueden ser fuente de proteína y una alternativa alimenticia, mientras que la programada en setiembre desvelará como los investigadores judiciales utilizan estos animales para resolver casos de homicidio, por ejemplo.
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Para no perderse, y desde la entrada, unas hormigas dispuestas en el suelo guían a los visitantes en el recorrido por dos salas.
Sala 1: historia y entomología
Gracias al Museo Nacional, y a partir de 1887, Costa Rica posee una de las colecciones más grandes en Centroamérica con más de tres millones de especímenes, algunos de ellos con más de 125 años de haber sido recolectados.
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De hecho, y como guiño a esos pioneros, se exhibe una de las gavetas que resguardan insectos recolectados a finales del siglo XIX por los afamados científicos Henri Pittier, Paul Biolley y José Fidel Tristán.
También, y como un regalo para los ojos, se dispusieron las láminas ilustradas de la revista Biología Centrali-Americana que se utilizaron en la primera publicación científica que hizo Tristán en 1897, la cual se tituló "Insectos de Costa Rica, pequeña colección arreglada".
Tristán y Biolley fueron los primeros curadores de la colección entomológica del Museo, cuyos grupos de escarabajos y mariposas fueron los mejor representados a inicios del siglo XX.
En los años 70, Felipe DeVris inició su labor en mariposas diurnas, trabajo que posteriormente fue enriquecido por Isidro Chacón y Ángel Solís.
Para entender esa labor del entomólogo, la muestra se adentra en sus instrumentos y en cómo se arman las colecciones, así como en la utilidad de estas para la investigación.
Al fondo de la primera sala, 12 grupos u órdenes abren sus alas para darse a conocer. De esta forma se da cuenta de los acorazados, insectos del orden Coleptera, compuesto por abejones, escarabajos y cornizuelos.
Aparte de saltar y cantar, se sabe que los juglares del orden Orthoptera, como los grillos y chapulines, también son habilidosos para comer hojas.
La historia natural de estos grupos se revela en una serie de láminas, fotografías y gavetas entomológicas que detallan en el ciclo de vida, formas de reproducción y métodos de comunicación.
Una caja de luciérnagas introduce a las personas en la noche para hablar de bioluminiscencia. Estos animales utilizan la luz para comunicarse entre sí, sobre todo para reconocerse entre ellos.
Sala 2: los insectos en nuestra vida
Sin insectos no comeríamos, porque ellos son los mayores responsables de la polinización. También sirven de alimento para diversas especies de aves y mamíferos. De hecho, la exposición muestra a un pájaro y un murciélago en taxidermia alimentándose de moscas y grillos.
También hay insectos depredadores y constituyen un aliado para el control de plagas en los cultivos. Las larvas de la mosca verde son empleadas en Chile y Colombia para limpiar el tejido muerto en úlceras producidas por diabetes.
"Para las personas, los insectos representan beneficios en las industrias textil, médica y alimenticia principalmente. En Costa Rica destaca su aprovechamiento en la apicultura, para la producción de miel de abeja, propóleo y otros derivados, la exportación de mariposas vivas para jardines y mariposarios, lo cual se refleja en los 90 zoocriaderos que funcionan en el país y que realizan exportaciones a Europa y Estados Unidos, principalmente. Pero también se aprovechan en artesanías y en el control biológico de plagas", comentó German Vega, biólogo y curador científico del Museo Nacional.
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Algunos insectos han llegado a establecer estrechas relaciones con plantas. Por ejemplo, la planta conocida como cornizuelo presta sus espinas huecas para que vivan las hormigas e incluso las proveen de néctar. A cambio, las hormigas se convierten en sus guardaespaldas para ahuyentar a los depredadores.
También existen minúsculos ingenieros capaces de crear obras estructurales de exquisita arquitectura en panales, hormigueros y termiteros. La exhibición muestra un termitero esculpido en el tronco de un árbol.
¿Qué no puede dejar de ver quien viene a la exposición? "Pues los escarabajos más grandes en el Neotrópico, como el escarabajo elefante o rinoceronte que ya casi no se ve. También están los escarabajos de colores metálicos que parecen joyas. Están los juan palos que parecen ramitas y alrededor de él se han tejido leyendas que no son ciertas. La gente cree que si lo pica un juan palo, la piel se le convierte en madera y estos insectos lo que comen son hojitas. Pero vea lo importante que es conocer nuestra biodiversidad para no tergiversar su papel en la vida y más bien aprender de ellos", recomendó Vega.
Insectos viajan por carta
Con motivo de la exposición y el 130 aniversario del Museo Nacional, Correos de Costa Rica lanzó una emisión postal titulada "Entolomología: insectos comunes de Costa Rica".
La emisión consta de 80.000 unidades engalanadas con cuatro especies presentes en nuestro país: el abejón Carneades superba, la chinche Edessa rufomarginata, el escarabajo gema Chrysina aurigans y el también escarabajo Golofa costaricensis.
Asimismo, y en el día de lanzamiento, todas las cartas y paquetes que se enviaron desde Costa Rica llevaron un matasellos conmemorativo.
"En Correos de Costa Rica queremos brindar no solo conocimiento sino que también queremos llevar el mensaje de conservación y protección de nuestros recursos naturales", manifestó Luis Francisco Valverde, vicepresidente de la Junta Directiva de Correos de Costa Rica.