
Colonia, Alemania. Cuando una persona es seleccionada para ser astronauta y viajar al espacio, por lo general ya tiene un recorrido académico amplio y destaca en su profesión. Dentro de la variedad de “los elegidos” hay médicos, ingenieros en diversas ramas, físicos, químicos y biotecnólogos, entre otros.
Sin embargo, todos ellos deben regresar a la escuela y reaprender las funciones más básicas: cómo dormir, cómo comer, cómo caminar y hasta cómo respirar en condiciones muy diferentes a las del planeta Tierra.
Hay escuelas para astronautas en todo el mundo, cada agencia espacial tiene la suya, como la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y las agencias rusa, china e india.
La Nación estuvo recientemente en el Centro Europeo para Astronautas (EAC, por sus siglas en inglés) de la ESA, en Colonia, Alemania y observó algunos de los procesos que tienen los astronautas para entrenarse con miras a las condiciones que tendrán que enfrentar en el espacio. Esta visita fue parte de la Conferencia Mundial de Periodismo Científico 2019 (WCSJ 2019).
Un gimnasio muy particular, cuartos de realidad virtual, módulos iguales a las camas que tendrán que usar en la Estación Internacional Espacial (EEI), piscinas especiales que recrear las condiciones del espacio, centrífugas para imitar lo que vivirán durante el viaje, y hasta pistas para correr carros de carreras son parte de los instrumentos utilizados para prepararlos para la experiencia.
Los aprendices de astronautas también reciben clases de cómo comer, cómo dar primeros auxilios en el espacio, y a cómo comunicarse con sus familiares a través de los centros de control de las agencias espaciales.
Aprendices

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Quienes llegan al a la escuela del EAC no se consideran astronautas, son aprendices y no todos completan la formación; los cursos pueden perderse y los instructores pueden decidir si por alguna razón la persona no es apta. También, el equipo médico puede determinar que el candidato no cuenta con la salud necesaria para vivir fuera del planeta.
“A veces tenemos cinco personas en entrenamiento y todas buscan una única plaza para una misión en la EEI”, comentó Rüdiger Seine, director del equipo de entrenamiento para astronautas del EAC.
“Esto involucra a todo tipo de instructores, tenemos convenios con muchísimas universidades e institutos técnicos para que los astronautas puedan tener el mejor entrenamiento para hacer su trabajo. A veces hay trabajos sumamente específicos que realizar por allá, entonces se da un entrenamiento aún más específico”, añadió.
Los aspirantes primero pasan por un módulo básico de 16 semanas. Allí se familiarizan con los equipos, pero, también con lo que le sucede al cuerpo en el espacio exterior.
“Sí, el entrenamiento incluye cosas muy técnicas, pero también las más básicas, como adaptarse a comer o a dormir, dado que el cuerpo se comporta muy diferente allá a como se comporta aquí en el planeta”, destacó Seine.
Aprender a dormir es uno de los principales retos para los aprendices. Empezando por el tipo de camas, que son mucho más angostas y rígidas que las que pueden tener en sus habitaciones. Además, los sonidos, la temperatura y las condiciones no permiten que ellos duerman normalmente, por lo que deben entrenar eso, ya que no pueden perder un solo minuto de las ocho horas de sueño. Si eso ocurre podrían generarse desequilibrios en el organismo.
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Comer también es un aprendizaje: pese a que la comida ha avanzado muchísimo, hay quienes tienen dietas especiales por problemas físicos, y esto les obliga a ser más estrictos con su alimentación, con los horarios y las cantidades.
Quienes no tienen el inglés o el ruso como lengua materna comienzan a recibir desde estos módulos clases de ambos idiomas (o del idioma que no dominen) para que puedan comunicarse con las diferentes personas que estarán en la EEI.
También es en esta etapa donde se comienza el entrenamiento con buceo, para así recrear las condiciones en el espacio.
“Aprender cómo comportarse debajo del agua es una de las habilidades que se necesitan para hacer caminatas espaciales o estar fuera de la EEI. Todas las personas deben cerficarse en esto, porque las condiciones que se tienen en una caminata espacial son similares a las que se tienen cuando estás buceando”, señaló el astronauta belga Frank De Winne, uno de los instructores de buceo.
Después de eso viene un módulo más corto en donde aprenden el funcionamiento de la EEI.
Posteriormente, cuando ya se les asigna una misión o deciden concursar por una, reciben un entrenamiento de 18 meses específico para el trabajo que deberán desempeñar.
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En forma para salir del planeta

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Hay un aspecto en el que no solo deben concentrarse los aspirantes a astronautas, también, quienes ya han realizado viajes espaciales y regresaron, y nuevamente deben volver a salir del planeta: ponerse en forma y ejercitarse a un ritmo mucho mayor.
Nora Petersen, coordinadora de Cosmos, el “gimnasio espacial" del EAC explicó que se tuvo que diseñar este gimnasio a la medida de los astronautas, en donde incluso hay una máquina caminadora con efecto antigravedad para que las personas puedan experimentar lo mismo que se experimenta en el espacio.
“Una vez en el espacio, los astronautas deben ejercitarse durante al menos dos o tres horas por día para no perder condición física. La microgravedad del espacio pone un peso muy grande sobre los huesos, músculos y tendones y la única forma de contrarrestarlo es ejercitando mucho, pero para eso deben aumentar el entrenamiento en la Tierra, antes de irse”, afirmó Petersen.
Según Petersen, con ella trabajan no solo médicos ni fisioterapeutas, también profesionales en movimiento humano que se han especializado en estudiar los cambios que sufre el cuerpo humano en el espacio, para así diseñar los mejores programas de entrenamiento.
De igual manera, hacen mucho trabajos de peso y balance para mantener el equilibrio.
“En el entrenamiento previo a salir, necesitamos evitar lesiones, por lo que no empleamos mucho peso, pero tampoco muy poco, porque necesitan los músculos fuertes. Cuando están en el espacio los ponemos a trabajar principalmente con su propio cuerpo y su peso, porque las pesas o discos más bien podrían lastimarlos en condiciones de microgravedad”, especificó Petersen.
Cosmos también cuenta con un programa especial para el regreso a la Tierra, en donde se mide si hubo pérdida muscular o de tejidos y se les asigna un programa que van cumpliendo poco a poco, ya que, según la especialista, el cuerpo no puede comenzar con ejercicios muy bruscos, pues las condiciones de gravedad de nuestro planeta los harían más propensos a lesiones.
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Realidad virtual para ambientarse

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La tecnología también es imprescindible para que los futuros astronautas tengan una idea de cómo será su vida fuera del planeta. Para ello, la ESA echa mano de la realidad virtual.
Andrea Casey, uno de los ingenieros especialistas en esta tecnología, y quien instruye a los aspirantes en esta rama, indicó que esta es una forma para que los astronautas se vayan familiarizando con algunas cosas que podrían encontrar.
Cuando La Nación estuvo en el lugar, se trabajaba en un nuevo programa para recrear la superficie lunar.
“No podemos traer todas las condiciones de, por ejemplo, la Luna para que las personas la sientan, pero sí podemos simularlas lo más posible. Con la ayuda de brazos robóticos, gafas para tercera dimensión, pantallas y adecuando la temperatura se puede ayudar a los participantes a hacerse una idea de lo que podrían encontrar. Incluso cosas que pueden ser más psicológicas, como el sentirte solo, sin nadie alrededor, es parte de lo que buscamos simular para que ellos se sientan justo como estarán al salir a hacer sus caminatas espaciales”, evidenció Casey.
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Al volver a la Tierra
El entrenamiento no termina cuando el astronauta llega a la EEI, ni siquiera cuando regresan a casa.
Una vez que la misión acaba y tocan tierra, comienza una rehabilitación que contempla la parte física (esto incluye revisión de su salud, de su fuerza muscular y del funcionamiento de sus órganos), adecuar nuevamente su nutrición y el manejo de sus emociones para estar nuevamente en con sus allegados en el planeta.
Al terminar esa fase de rehabilitación, que tarda cerca de tres meses, regresan nuevamente a la escuela, en donde, tal vez no deben comenzar por aprender a comer o a dormir, pero sí deben actualizarse con la tecnología cada vez más cambiante y con nuevos conocimientos que puedan ser necesarios para próximas misiones.
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