Todos los días, a eso de la 1 p. m., el satélite Aura, de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), pasa por Centroamérica y, entre las imágenes que capta, está la pluma del volcán Turrialba, es decir, su emanación de gases, ceniza y vapor de agua.
En su interior, Aura posee un aparato que se llama Instrumento de Monitoreo de Ozono (OMI, por sus siglas en ingles), el cual distingue entre diferentes tipos de aerosoles, como humo, polvo y sulfatos, aunque también mide la cobertura y presión nubosa.
Desde el 2010, cuando el volcán Turrialba entró en actividad, los datos recolectados por OMI –con respecto al dióxido de azufre presente en la atmósfera terrestre– complementan el trabajo de vigilancia volcánica realizado por los geoquímicos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).
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"Si las condiciones del tiempo son buenas, si no hay mucha nubosidad, el satélite es capaz de capturar la pluma del Turrialba", detalló María Martínez, geoquímica del Ovsicori.
Aunque la imagen captada por Aura está disponible dos días después, sigue siendo útil, ya que permite corroborar datos tomados por otros métodos.
OMI brinda información sobre la masa de masa de dióxido de azufre y sus coordenadas, datos que se cotejan con información metereológica de ese día en específico.
Dinámica y variable
Según Martínez, la pluma del Turrialba suele dirigirse a las zonas circundantes del volcán Irazú, pasando por Tres Ríos de La Unión y la región sur de San José, Quepos, en Puntarenas, y entra al golfo de Nicoya.
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Sin embargo, existen casos en que esa columna de ceniza, gas y vapor de agua se encauza hacia el Caribe; otras veces se dirige hacia Guanacaste y Nicaragua; incluso, ocasionalmente, llega al Parque Nacional Corcovado, en el sur del país.
"La pluma del volcán Turrialba es muy dinámica y variable en su intensidad, dirección (en dos horas puede cambiar completamente) y composición (a veces es solo gas, pero en otras ocasiones es gas con ceniza o gas con agua)", explicó Martínez.
Ovsicori aprovecha que la información que proveen los satélites de NASA está disponible y regularmente se buscan imágenes provistas por otros satélites para obtener datos sobre vapor de agua, ozono y óxido de nitrógeno.