Antes de que una persona, sonda, robot u otro artefacto salga del planeta Tierra, este pasa por todo un proceso de desinfección y esterilización. Sin embargo, muchas bacterias no solo lo resisten, si no que también logran mantenerse vivas al salir de la atmósfera terrestre e ingresar, por ejemplo, a la Estación Espacial Internacional (EEI).
Para tenerlo claro, veamos un ejemplo: quienes laboran en el Centro Espacial Goddard de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) en Maryland, Estados Unidos, deben pasar por varias puertas para poder tener acceso a su lugar de trabajo. En una de ellas, alfombras adhesivas atrapan la suciedad que se trae de los zapatos.
Posteriormente, ingresan a un tipo de cámara similar a una cabina telefónica, donde se les rocía de desinfectante para limpiar el cuerpo de las otras partículas que podría acarrear. Solo después de pasar este proceso es que las personas se pueden poner sus trajes esterilizados, lentes, guantes y cubrepelo.
Y, aún con todas estas medidas, hay bacterias que se han hallado, no solo en los laboratorios de trabajo, si no en sondas enviadas fuera del planeta.
¿Cómo es esto posible? Esa es precisamente la pregunta que se hicieron los biólogos especialistas en biología molecular y bioquímica, George Fox y Madhan Tirumalai, de la Universidad de Houston en Texas, EE. UU. hace unos años.
Aseguran que, aunque no tienen todas las respuestas y les faltan muchos años más para averiguarlas, ya poseen algunas pistas, que recogen en un artículo publicado en la más reciente edición de la revista BMC Microbiology.
"No importa qué hagamos, algunas bacterias encuentran formas de escapar a estos procesos descontaminantes. Estoy tratando de entender qué las hace tan especial desde el punto de vista genómico", señaló Tirumalai a la prensa.
Los científicos ya dieron con una serie de cepas de bacterias que pueden ser más fuertes y haber desarrollado resistencia a los potentes desifectantes utilizados para tratar la higiene en estos lugares.
Para los investigadores, entender esta supervivencia es vital, pues se puede generar algo que ellos llaman "contaminación extendida".
"La búsqueda de vida fuera de nuestro planeta es impactada por el posible transporte de organismos desde la Tierra al sistema solar. Esto podría falsear resultados", indicó Fox en un comunicado de prensa.
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Desentrañando la genética
Fox y Tirmalai estudiaron dos tipos de bacterias no patógenas (es decir, que no causan enfermedades). Estos microorganismos pertenecen al género Bacillus y producen esporas altamente resistentes y con altos índices de supervivencia. Dichas bacterias fueron aisladas de los cuartos estériles del Laboratorio de Jets de Propulsión en Caltech, California.
Ellos secuenciaron el genoma completo de dos tipos de bacterias resistentes al peróxido y a la radiación. Los microorganismos se denominan B. safensis FO-36bT y B. pumilus SAFR-032.
Ellos compararon el genoma con los de otro tipo de bacteria del mismo género, llamado B. safensis JPL-MERTA-8-2. Muestras de esta bacteria fueron encontradas en la sonda Mars Odyssey Spacecraft y luego en el robot Mars Exploration Rover (MER) antes de su lanzamiento.
Tras el análisis, se vio que diez genes eran únicos en la FO-36bT, no se encontraban en ninguna de las otras especies analizadas. Cuatro de ellos podrían ser claves en una supervivencia tan fuerte.
"Es muy posible que las diferencias en la regulación de los genes pueden alterar la expresión de proteínas clave, y estas proteínas cambien las propiedades de resistencia de estas bacterias. Hay genes muy interesantes que debemos estudiar más a fondo", expresó Tirmalai.
Ambos investigadores son conscientes de que aún falta muchísimo estudio para determinar el rol de estos genes y determinar cómo funcionan. Sin esta información, será muy difícil ganarle la batalla a las bacterias resistentes y evitar que se escabullan en los viajes espaciales.
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