Tres ingenieros y un arquitecto costarricenses asumieron el reto de diseñar una ciudad para un millón de humanos en el Planeta Rojo y fue así como se convirtieron en finalistas del concurso HP Mars Home Planet.
Pablo Mora Chatski, Michael Quirós, Federico Peña y Juan Pablo Duque, quienes trabajan para APAME Design, decidieron participar de esta experiencia, luego de que Mora volviera de un evento con la idea.
Las reglas del concurso estaban claras: tendrían que respetar la física de Marte, usar la imaginación y sobre todo divertirse.
Para ello, investigaron acerca de diversas fuentes de energía disponibles en ese planeta. Además echaron mano de descubrimientos científicos que se han realizado y divulgado al respecto.
“Allí no tenemos reservas de combustibles fósiles (como acá en la Tierra) para usarlas como fuentes de energía; de todas formas no habría tanto oxígeno para quemarlas”, comentó Michael Quirós.
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Es por eso que los muchachos plantearon usar energía solar, areotérmica (el equivalente de la geotérmica en la Tierra), la nuclear e inclusive la potencia humana.
“En Marte, la gente se vería obligada a realizar ejercicio para mantener tanto la masa muscular, como la densidad ósea. Actualmente en la Tierra, los gimnasios desperdician la energía que genera la gente ejercitándose”, comentó Michael.
Y aunque esta última representaría un porcentaje pequeño — cerca del 10%— quisieron usarla como parte complementaria de su propuesta.
Los muchachos no solo diseñaron, sino también realizaron cálculos sobre el consumo energético que podría representar una comunidad de un millón de humanos en Marte, así lograron dimensionar el sistema de paneles solares que necesitaría la ciudad.
También recurrieron a la arquitectura paramétrica, la cual consiste en no diseñar un objeto sino un proceso.
“Mientras creábamos tuvimos que tomar muchas decisiones; había que hacer la ciudad más grande, o más pequeña, teníamos que estar variando de tamaño los componentes de la ciudad. Si ese proceso se hiciera de forma manual nos hubiese tocado esculpir la propuesta de nuevo, cada vez que se tomara una decisión diferente”, aclaró Pablo Mora.
Asimismo, los materiales de construcción que los muchachos propusieron también debían ser fáciles de conseguir en Marte, fue así como decidieron usar arena, concreto marciano y agua congelada para sus edificaciones.
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“La Administración Nacional de Aeronáutica del Espacio (NASA) ha descubierto que hay glaciares en las profundidades de Marte”, comentó Quirós.
Su idea es diseñar iglús gigantes, que albergarían desde 3.000 hasta 7.000 personas y que estarían interconectadas entre sí.
El planteamiento de los muchachos incorporó también una serie de tubos que funcionarían como sostén de la ciudad, y para el transporte de elementos que serían necesarios para sobrevivencia: como la movilización de los residuos sólidos y de aire, por ejemplo.
“Un gran ducto, una especie de arteria del organismo vivo que sería la ciudad Areocell”, acotó Mora. Ese fue el nombre con el que la bautizaron.
Inspiración
Uno de los aliados en el desarrollo de esta propuesta fue HiRISE de NASA (High Resolution Imaging Science Experiment por sus siglas en inglés) que en su sitio web oficial se describe como "la cámara más avanzada jamás enviada a otro planeta, pues ha tomado más de 52.000 imágenes del Planeta Rojo con un gran nivel de detalle".
Pues esas imágenes fueron inspiración para la propuesta de estos ingenieros y este arquitecto. “El cráter sobre el que se encuentra la ciudad fue extraído de un modelo en 3D de una superficie real de Marte, nosotros no lo inventamos, lo encontramos en la página web de HiRISE”, afirmó Mora.
Michael Quirós aseguró que la experiencia los obligó a pensar un poco más radicalmente y resalta que los planteamientos hechos para la propuesta no solo sirven para Marte, sino “que se vuelven un ejercicio necesario para los diseños de la Tierra”.
El joven comentó que además, para él y sus colegas ingenieros, la experiencia de acercarse a la arquitectura y entender cómo se da la mano con las disciplinas para la que ellos estudiaron fue enriquecedor.
Por su parte, Pablo Mora aseguró que este proyecto marciano "me dio una dirección de vida, de estudio, de investigación con la que quiero continuar y en la que me quiero especializar”.