Ricardo Sánchez, Germain Esquivel y José Leonardo Corrales son científicos de la Universidad Nacional (UNA) y también “detectives del agua”.
Durante los próximos tres años, estos investigadores se dedicarán a rastrear la huella química de este líquido vital, con el fin de descifrar qué zonas del país podrían experimentar en mayor medida los efectos del cambio climático o sufrir de estrés hídrico.
Iniciaron el proyecto en el 2013 con fondos propios; sin embargo, su propuesta obtuvo financiamiento del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) , junto con las de otros 11 países.
La entidad les otorgará 35.000 euros por año, unos ¢24 millones, con lo que cubrirán sus salarios y materiales para la investigación, aseguró Sánchez.
Huellas. En esta “cacería de pistas”, sus aliados serán los isótopos (átomos de un mismo elemento que tienen diferente masa atómica).
“La molécula del agua (H 2 O) tiene tres átomos: dos de hidrógeno y uno de oxígeno. Según los procesos característicos del ciclo del agua –tales como evaporación, condensación o precipitación–, esos átomos pueden variar la forma en que están constituidos. El oxígeno puede tener una masa atómica de 16 (la más común de encontrar en la naturaleza) o en algunas ocasiones puede convertirse en oxígeno 18, que es más pesado”, dijo Sánchez.
Es decir, mientras que el agua sigue su ciclo hidrológico de evaporarse del océano, condensarse y precipitarse, su composición isotópica se transforma.
Importancia. La tarea que estos científicos emprenderán será la de descifrar en qué medida los átomos presentes en las moléculas de agua cambian su valor.
¿Con qué objetivo? Con el fin de determinar si las condiciones se están enfriando o calentando en una determinada zona geográfica, el país en este caso.
Estudios previos, sobre todo en zonas templadas, demostraron que la composición isotópica de la lluvia está relacionada con la temperatura ambiental. Así, cuanto más alta es la temperatura, más enriquecida en isótopos pesados se vuelve, en este caso de O 18 .
“Uno teóricamente debería encontrar mayor cantidad de moléculas livianas (0 16 ) en el vapor con respecto a las que quedan en el agua”, aseguró Esquivel. Si no sucede así, esto podría ser un indicador de que se experimentan consecuencias del cambio climático.
El OIEA resalta la importancia de realizar investigaciones de este tipo: “Los isótopos permiten abrir una ventana a extensos periodos de fenómenos meteorológicos que ocurrieron durante millones de años. Sus huellas están grabadas dondequiera que el ciclo hidrológico se registró: océanos, sedimentos lacustres, en los anillos de los árboles, glaciares, casquetes de hielo, depósitos en cuevas y también en aguas subterráneas”.
Los científicos analizarán agua de precipitaciones en 13 diferentes sectores del país. Recolectarán dos muestras diarias en la Universidad Nacional, en Heredia, y en 28 Millas, en Batán de Limón, mientras que serán semanales en los 11 puntos restantes en el Valle Central, la vertiente norte y el Pacífico norte.
Para descifrar la composición de las moléculas de agua, los expertos usarán un analizador de espectroscopía láser.
El estudio pretende beneficiar al país, la región y el planeta.
Según Sánchez, con estos datos Costa Rica podría decidir cuáles zonas, “de acuerdo con su variabilidad climática, isotópica y su precipitación, van a requerir atención por futuros problemas de sostenibilidad hídrica”. Mientras que, en lo regional y global, servirá para crear modelos de variabilidad climática o para entender eventos extremos como el tifón de Filipinas.