Las fotografías que captó un dron, suspendido a 300 metros de altura sobre el cráter activo del Turrialba, permitieron caracterizar esta estructura volcánica por su forma.
De esta manera, por primera vez en el país, los vulcanólogos lograron determinar que las paredes internas del cráter suroeste exhiben pendientes que superan los 55 grados de inclinación y eso otorga a la boca del volcán una profundidad de 126 metros, es decir, allí cabe 1,5 veces el edificio del Banco Nacional (que mide 82 metros de altura).
LEA: Vulcanólogos advierten sobre nubes calientes en el Turrialba
En cuanto a lo ancho, el cráter mide 69.000 metros cuadrados, es decir, cubre un área un poco más grande que el Estadio Nacional.
No solo eso, en el fondo, existe un cráter interno que mide 189 metros de ancho desde donde se emiten los materiales volcánicos como ceniza, piroclastos (fragmentos de magma) y gases.
De hecho, y gracias al modelo digital de elevación o DEM generado a partir de las imágenes tomadas por el dron, los investigadores lograron calcular el volumen de material que cabría en ese agujero: 2,3 millones de metros cúbicos, el equivalente a 165.000 vagonetas.
"No es el caso del Turrialba, porque mucho del material eruptado ha sido retrabajado (antiguo), pero si esos 2,3 millones de metros cúbicos hubieran sido material juvenil, estaríamos en el primer nivel del índice de explosividad (que está compuesto por siete niveles). En otras palabras, lo removido correspondería a una erupción muy pequeña", explicó Paulo Ruiz, geólogo del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Aparte de Ruiz, en este estudio de geomorfología participan Paul Vega quien es geógrafo del Lanamme, Mauricio Mora de la Red Sismológica Nacional (RSN: ICE-UCR) y la Escuela Centroamericana de Geología de la UCR, así como Javier Pacheco, Cyrill Müller y Enrique Hernández del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) de la Universidad Nacional (UNA).
Sobrevuelo
Los investigadores realizaron el sobrevuelo con el dron en marzo del 2016. "Justo antes de las erupciones de abril y mayo de ese año, las cuales cambiaron el sistema volcánico", comentó Ruiz.
Para definir la fecha y el plan de vuelo, se monitoreó el estado del tiempo así como la actividad sísmica del Turrialba para "que no hubiera sismos o tremor", según señaló el geólogo.
Una vez establecido el momento, los investigadores de Ovsicori se desplazaron el día antes al volcán para colocar estaciones de GPS, las cuales sirvieran de puntos de control.
VEA: Deformación en corteza indica lo inflado que está el volcán Turrialba
"Esos puntos de control funcionaron como guías para hacer el sobrevuelo y luego para mejorar el modelo", destacó Ruiz
Una vez se tuvieron las imágenes, estas fueron procesadas en Lanamme utilizando el software para modelado 3D y mapeo conocido como Agisoft.
Eso permitió generar una serie de ortofotos, que son mapas derivados de fotografías aéreas que son georreferenciados y corregidos de deformaciones.
Gracias a esa base, los investigadores generaron un modelo digital de elevación o DEM que describe la altimetría de un lugar y la visualiza en tercera dimensión.
"Nuestros DEM serán de gran utilidad para comprender cómo se forman los cráteres durante las erupciones", destacó Ruiz.
Gracias a este modelo, los investigadores observaron que, el boquete que se abrió en la pared lateral del cráter suroeste (el activo) en el 2010 cuando inició la actividad eruptiva, generó una terraza de 60 metros de largo, 35 metros de ancho y 81 metros de profundidad
MÁS INFORMACIÓN: Turrialba, un volcán que se construye a sí mismo
"Lo otro que hemos visto es que el cráter central (no activo) se ha ido llenando porque la ceniza está cayendo allí y la escorrentía también lo colma", señaló el geólogo.
El DEM generado a partir de las imágenes captadas por el dron reflejan un momento particular de cómo era el cráter en esa fecha. Por ello, los investigadores compararon este modelo con imágenes de Google Earth de años anteriores y efectivamente comprobaron cambios geomorfológicos de importancia a lo largo de 10 años.
"Si volviéramos hacer un sobrevuelo, estoy seguro que veríamos un montón de cambios que ocurrieron de un año a otro", destacó Ruiz, quien aclaró que esa es la meta y este año no han sobrevolado el cráter porque la actividad del volcán se los ha impedido.
Eso sí, para el investigador, este tipo de estudios con drones brindan ventajas como eficiencia, seguridad para los científicos y abarata los costos. "Utilizar drones resulta más barato que contratar un sobrevuelo en avioneta o helicóptero", dijo Ruiz.