El primer satélite tico, elaborado en el marco del proyecto Irazú, sigue avanzando en su ruta para llegar al espacio. Estudiantes e investigadores del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR) trabajan en este momento en la programación y la verificación de los sistemas que lo componen.
Este jueves 24 de agosto, en el Laboratorio de Sistemas Espaciales (Setec Lab), ubicado en esa casa de estudios en Cartago, se hizo una demostración de cómo funcionará el satélite tipo CubeSat 1U (pequeño, liviano y de bajo costo).
El dispositivo tendrá como objetivo monitorear cambio climático a través de la medición de los niveles de fijación de carbono, con ayuda de árboles ubicados en la sede regional del Tecnológico en San Carlos.
En la actualidad, también se trabaja en la verificación de las estaciones terrestres del proyecto, que se colocarán tanto en la sede regional del ITCR en San Carlos, como en el campus central, en Cartago.
Esta es una iniciativa desarrollada por la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE), el ITCR, aliados y empresas patrocinadoras, con el apoyo de 800 costarricenses que aportaron dinero para la compra de algunas de las unidades del satélite. Asimismo, la carcasa fue construida por el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).
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En marzo de este año, ACAE entregó al ITCR los componentes necesarios para la puesta a punto del satélite.
Adolfo Chaves, profesor e investigador de la Escuela de Ingeniería Electrónica, explicó que desde ese momento hasta acá, han estado trabajando con un equipo de estudiantes en cumplir las tareas necesarias.
Proceso
Entre esas tareas destacan el diseño de un dendrómetro y un sensor de humedad, los cuales permitirán monitorear el crecimiento de los árboles involucrados en el proyecto. Los encargados de esta tarea fueron Catalina Varela, Óscar Fonseca, Yeiner Arias y Carlos Salazar.
Varela, quien estudia Ingeniería en Mecatrónica, explicó a La Nación que el dendrómetro permitirá "hacer mediciones del árbol y de su humedad, para hacer un estudio de los niveles de carbono que estos consumen".
La joven comentó que al escuchar sobre este proyecto deseó participar en él, pues genera impacto para el país y, además, le permite aportar desde los conocimientos que ha adquirido en su carrera universitaria.
En tanto, el diseño de la estación remota que transmitirá al satélite los datos del dendrómetro estuvo a cargo de Esteban Martínez, estudiante de Ingeniería Electrónica. La estación consiste en un sistema de transmisión de radio y una antena omnidireccional.
"Al principio tuve que aprender todo, fue un gran reto. Mi tarea es encargarme de que la comunicación funcione, tanto en Tierra como arriba (en el espacio). He aprendido bastante y hasta he tenido la oportunidad de hablar con gente en el extranjero que me ha dado asesoría", aseguró, entusiasmado, el joven.
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Martínez también se encargó, junto con el profesor Chaves, de simular la transmisión de antenas y verificar las comunicaciones.
La labor de programar la computadora a bordo, que habilitará al satélite para concretar cada una de las tareas de la misión, fue un proyecto que involucró también a Olman Quirós, Gabriel Pizarro, Johan Carvajal, Marco Gómez y Adolfo Chaves.
Por otra parte, Jorge Calderón y Marco Gómez se encargaron de verificar el funcionamiento de los paneles solares con los que está equipado el satélite, así como del sistema de potencia que carga y descarga las baterías de los instrumentos del dispositivo.
La carcasa creada por el INA también será sometida a pruebas mecánicas para asegurarse de su funcionamiento óptimo. Una vez que todos los sistemas estén integrados, se revisará que funcionen de acuerdo al diseño.
"Desde el inicio, el proyecto Irazú ha buscado involucrar estudiantes de diferentes ramas, dándonos diversidad de disciplinas para que ellos vayan creando esas capacidades", aseguró Carlos Alvarado, presidente de ACAE.
Futuro
"Lo que nos falta ahora es aproximadamente un mes para terminar el satélite. Una vez que esté armado y que nos aseguremos de que todo va bien, lo desarmamos y lo armamos completamente en un cuarto limpio, para asegurarnos de que el sistema no tenga ninguna partícula que pueda generar un corto circuito", explicó Adolfo Chaves.
Un cuarto limpio es un lugar donde la cantidad de partículas que hay en el aire son controladas.
El satélite no puede ser tocado simplemente con las manos, debido a la estática que hay en el cuerpo. Los investigadores deben "conectarse a tierra" antes de manipularlo, ya que alguna de las piezas podría quemarse.
Se espera que ese proceso se lleve a cabo en el cuarto limpio de la Zona Franca Coyol a finales de setiembre y que el satélite sea lanzado al espacio en el 2018 desde la Estación Espacial Internacional (EEI), gracias a un convenio firmado con el Instituto Tecnológico de Kyushu, en Japón.
La misión durará seis meses, debido a que al estar en la órbita de la EEI, y "a los efectos atmosféricos que todavía están a esa altura, el CubeSat va a empezar a sentir resistencia atmosférica. Poco a poco va a ir perdiendo energía y eso se traduce a la altura de la órbita. Después de seis meses, va a estar a 100 km de altura, lo inicial es 400 km y cuando vuelve a entrar a la atmósfera a 100 km de altura se incinera", explicó el profesor e investigador del ITCR, Marco Gómez.