
Detectar la presencia de tuberías y piezas arqueológicas enterradas, así como la ubicación de rocas sedimentarias, aluviones y lahares sin la necesidad de realizar perforaciones, son algunas de las ventajas que brinda la tecnología de georradar (Ground Penetrating Radar o GPR), utilizada por el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en algunas de sus plantas y proyectos.
El dispositivo, cuyo costo no se dio a conocer, fue adquirido por la entidad seis meses atrás y, según Waldo Taylor, coordinador del área de Geofísica del Centro de Servicio Exploración Subterránea del ICE, permite obtener en media hora, información que antes les tomaba dos días recolectar. Esto sucedía porque utilizaban una técnica de resistividad eléctrica del subsuelo, la cual consiste en inyectar corriente continua o de baja frecuencia en el terreno.
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El nuevo dispositivo tiene el aspecto de una caja, que la persona encargada de monitoreo se coloca en la espalda y en el pecho. Además, puede ser jalado directamente "con una cuerda o con un carrito con cuatro llantas", comentó Taylor.
¿Cómo funciona?
El radar se basa en la transmisión de ondas electromagnéticas. Entonces lo que sucede es que, al golpear un objeto, se presenta una reflexión de la onda, esto quiere decir que la onda rebota y vuelve al radar, brindando así la información. Este tipo de ondas se desplazan a la velocidad de la luz, es decir, 300.000 km por segundo.
El georradar suele ser operado por sismólogos y geofísicos y tiene dos módulos. El primero con un alcance de entre 0 a 3 metros (siete, en casos especiales). Con este es posible contrastar suelo de poca cobertura y localizar infraestructura enterrada o restos arqueológicos.

"El ICE siempre maneja su gestión ambiental y uno de los objetivos que siempre trata de cumplir es hacer un inventario arqueológico. Esta tecnología nos permite delimitar las zonas de cementerios, que deben ser preservadas. Con respecto a las tuberías, lo que se pretende es, antes de iniciar una obra, identificar dónde están, para evitar dejar a una comunidad sin agua por varios días", manifestó Taylor.
Con el segundo módulo lo que se puede hacer es indagar qué hay a 35 y hasta 50 metros de las capas del subsuelo. Con este último es posible determinar el espesor de los materiales de construcción en los sitios de préstamo, entendidos estos como aquellos de donde se extraen materiales.
El georradar, que ya ha sido utilizado en la planta Tejona y en la reconstrucción sobre el río Blanco, permite realizar el modelaje en dos y tres dimensiones. Así se puede saber cómo se ven los objetos a los dos metros de profundidad. "Si hay una tubería, el radar dirá exactamente la dirección en la que está, entonces se puede poner una marca en la superficie de donde va el inicio y el final, explicó Taylor.
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Las ondas utilizadas por este radar son naturales y están presentes en diversos aspectos de nuestra vida: en los celulares, en las líneas de alta tensión, en el Sol y hasta en el campo magnético de la Tierra.
Por esa razón, el ingeniero del ICE aseguró que son inofensivas para el ser humano y los animales y, al no causar daño en el medio ni en las estructuras en las cuales es aplicado, resulta favorable para el ambiente.
Este tipo de tecnología se utiliza en otros países, según reportó la agencia Sinc.
En el mundo
En mayo del 2015, una investigación aplicada en Almería, España, por científicos del departamento de Geología de la Universidad de Jaén, analizó la utilidad de este tipo de georradar en la detección de fracturas en el interior de un bloque de piedra extraído de la cantera, sin necesidad de abrirlo previamente.
Esto con el fin de demostrarle a empresas del sector de la construcción que este tipo de herramienta puede ayudarlos a determinar si existen fracturas, pues, de ser así, los bloques de piedra no servirán "para generar las placas o tablas que, posteriormente, se van a utilizar en la construcción de edificios", aseguró la agencia.