Delante de nuestras narices, o más bien, dentro de ellas, teníamos, sin imaginarlo, un nuevo antibiótico.
Producida por una bacteria que vive en la nariz humana, la molécula mata, al menos en ratas y ratones, al potencialmente letal microorganismo Staphylococcus aureus que es resistente a la meticilina (o mejor conocido como SARM, por sus siglas en inglés).
El Staphylococcus aureus reside en la nariz de una de cada tres personas sin causar problemas. Mas hay excepciones.
El SARM (una cepa del S. aureus resistente a muchos antibióticos) se encuentra en dos de cada 100 individuos, pero en un porcentaje menor de casos, la bacteria se escapa al torrente sanguíneo, causando infección. Así, este enemigo llega a matar a 11.000 personas al año, solamente en Estados Unidos.
Ahora, el nuevo potencial soldado en la lucha contra el SARM es una molécula llamada lugdunin, producida por la bacteria Staphylococcus lugdunensis, según una publicación en la revista Nature, del microbiólogo Andreas Peschel y colegas de la Universidad de Tubinga, Alemania.
En un muestreo de 187 pacientes de hospitales, las personas cuyas narices contenían naturalmente S. lugdunensis registraron seis veces menos probabilidades de tener S. aureus que quienes poseen narices sin S. lugdunensis, descubrió el equipo de Peschel.
Esto sugiere que la S. lugdunensis combate el crecimiento del problemático organismo.
Asimismo, significa que el antibiótico producido por la bacteria podría ser preventivo (como spray nasal, por ejemplo) para impedir que la S. aureus entre a la nariz de la gente.
Nueva esperanza. La gran mayoría de los antibióticos son moléculas chicas que atacan enzimas bacterianas, las proteínas que orquestan reacciones químicas dentro de la célula.
Los investigadores descubrieron que la lugdunin es inusual porque es más grande, con una forma de actuar que involucra a la membrana celular y que no se entiende completamente.
Este novedoso modus operandi podría ser la razón por la que cepas bacterianas de S. aureus fueron incapaces de desarrollar resistencia al antibiótico en un ensayo de probeta de 30 días.
“Nunca encontramos mutantes espontáneos”, dice Peschel.
John Powers, médico clínico que tiene especialidad en enfermedades infecciosas de la Universidad George Washington, tiene esperanzas de que lugdunin eventualmente se convierta en un antibiótico útil para usarlo en personas. No obstante, le gustaría ver cómo funcionaría en humanos, dado que los ensayos de probeta realizados por el equipo de Peschel no pueden predecir si la gente desarrollaráresistencia antibiótica.
Ensayos. Hasta el momento, el microbioma humano solo ha producido algunos antibióticos, como el lactocillin, que proviene de una bacteria vaginal. Las bacterias del suelo son la fuente típica de los nuevos antibióticos.
Cuando Peschel y su equipo dieron con lugdunin, no buscaban un nuevo antibiótico; estudiaban la S. aureus en su ambiente natural: la nariz humana. “Si desea mantener el microorganismo a raya, debe entender su forma de vida”, señaló Peschel. “Y para ello, también estudiamos a sus competidores”, destacó.
Examinaron 90 bacterias de la nariz humana, y descubrieron que solo la S. lugdunensis mataba al SARM. Cuando el equipo de Peschel infectó la piel de los ratones con S. aureus, el ungüento de lugdunin mató la infección tanto en la superficie, como en las capas más profundas de la piel.
La S. lugdunensis también redujo la cantidad de S. aureus cuando fue inyectada en narices de ratas algodoneras (Sigmodon hispidus). Además del SARM, lugdunind mató al ‘S. aureus’ resistente al antibiótico glicopéptido y al Enterococcus spp resistente a la vancomicina.
Es la primera vez que los investigadores han podido conectar definitivamente la producción de un antibiótico en una bacteria con la supresión de un competidor en una comunidad del microbioma, resaltó el microbiólogo Kim Lewis, de la Universidad de Northeastern, en Boston.
Lewis es coautor de un comentario que acompaña a este estudio. “Fue un poco sorprendente”, apuntó Lewis. “Normalmente no vemos a los antibióticos como una herramienta importante que las bacterias pueden usar como competencia en un microbioma”, agregó.
Peschel indicó que actualmente están negociando con empresas interesadas en desarrollar al lugdunin como medicamento para uso humano.