Para Hervé Fischer, la Internet es como un auto: así como puede salvar una vida, también puede quitarla. Por eso, este filósofo, artista, escritor y humanista asegura que no hay que satanizarla, sino, más bien, prestar atención al uso que hacemos de ella.
Fischer visitó el país para participar como expositor en la ExpoTelecom 2013, en el hotel Intercontinental, y conversó con La Nación sobre la Internet, el progreso tecnológico entendido como el progreso humano y las redes sociales.
¿Cómo influye Internet en los seres humanos?
Hoy sabemos lo que pasa en todo el mundo casi en tiempo real. Se habla mucho de la realidad aumentada; por ejemplo, si ando buscando opciones para comer en Costa Rica, con mi smartphone puedo encontrar opiniones de otros usuarios que han visitado y comido en restaurantes del país. Si hablamos de la realidad aumentada como el progreso, tenemos también que hablar de la conciencia aumentada. Al recibir información de lo que pasa en otros lugares del mundo, tengo más conciencia; por lo tanto, más responsabilidad: una obligación de ayudar. Esto crea un sentido de ética planetaria.
¿Nos está haciendo la tecnología más o menos creativos?
Es una paradoja que una tecnología tan básica, como un código binario compuesto de unos y ceros (1,0), aumenta no solo el sentido de la creatividad, sino también el de la responsabilidad. La tecnología cambia la conciencia. Yo la veo como algo muy positivo, como un progreso que nos permite tener más responsabilidad. Lo digital es como un psicotrópico que excita la imaginación, la innovación. Sin embargo, al mismo tiempo crea una dependencia, una adicción, que es un problema para muchos jóvenes que vemos todo el tiempo interactuando solo con su teléfono inteligente.
El progreso tecnológico, ¿es lo mismo que el progreso humano?
Los jóvenes creen en el progreso, como el progreso tecnológico, pues les da una coloración a su visión de mundo. Creen que el progreso tecnológico es lo mismo que el progreso humano. Sin embargo, eso no es verdad.
”Este último es mucho más difícil que el tecnológico. La tecnología seguirá moviéndose, avanzando, pero para cambiar la condición de la mujer, la salud pública, disminuir la violencia que hay en los países, lo que se requiere es conciencia aumentada.No hay un algoritmo para salir de la crisis económica o aumentar el mercado de trabajo, hay situaciones que son difíciles y pertenecen a la realidad .
Usted preside la Federación Internacional de Asociaciones de Multimedia, ¿cómo contribuyen ustedes desde esa trinchera a la conciencia aumentada?
Hace un tiempo organicé un proyecto en Pekín; participó gente de China y Togo, entre otros. Con el apoyo de la Organización Internacional de Francofonía. Metimos en una sala a 20 chicos de África y China que no se conocían. Ellos hicieron un videojuego.
”El encuentro fue tecnológico, pero provocó un diálogo intercultural. Ellos produjeron con diseño digital, fondos o ambientes que remitían a China y África, mezclando animales y arquitectura característica de ambos lugares. Esa fue una experiencia emblemática de cooperación, de diálogo intercultural con interactividad”.
¿Qué opina del papel que juegan las redes sociales hoy?
¿Qué hace una persona que está mirando la pantalla de su teléfono celular? Esperar. Esperar a que le llegue un mensaje que le dará una esperanza, algo de amistad, o proveniente de otro ser humano, que le llene su deseo de integración. El cibermundo es como el útero del cuerpo de la madre, todos los que están ahí son fetos que esperan conectarse, recibir amor para tomar, comer y crecer.
¿Qué hacer entonces frente a ellas? ¿Alejarse?
Con los medios sociales, la gente realmente vive una vida paralela, que es más seductora que la vida real. Es como tomar una copa de vino, que puede ser agradable y sin peligro si es una o dos copas. El problema estaría en tomar demasiado vino, pues encontrarían muy difícil sobrevivir en un mundo real.
¿Hay que cuidar la reputación en Internet?
Sí. Cuando hablo de una conciencia planetaria, eso significa que hay conocimiento y transparencia de lo que hace cada persona. La transparencia es un tema que los jóvenes aceptan muy bien, pero viene con el riesgo de no controlar lo que pasa con su imagen.