Washington. Una nueva era espacial debería comenzar este miércoles con el envío por parte de la empresa SpaceX de dos astronautas de la NASA al espacio, una capacidad monopolizada durante décadas por un puñado de países y de la que Estados Unidos había estado privada los últimos nueve años.
Sin embargo, lluvia, truenos y relámpagos caían en el Centro Espacial Kennedy, en la costa de Florida, la madrugada del miércoles, y el Centro Nacional de Huracanes anunció la formación de una tormenta tropical en Carolina del Sur más al norte, que podría representar un riesgo para los astronautas en caso de requerir un amerizaje de emergencia en el Atlántico tras el despegue.
Los responsables de la agencia espacial y de SpaceX se reunirán en las próximas horas para decidir si el evento histórico se pospone al sábado, la próxima ventana de lanzamiento posible.
“La reunión en la mañana (del miércoles) sobre el clima del Atlántico determinará si podemos hacer el lanzamiento”, tuiteó Elon Musk, el jefe de SpaceX, que ha estado esperando este momento desde la fundación de la start-up espacial en el 2002.
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Por el momento, el despegue se mantiene previsto a las 2:33 p.m. (hora de Costa Rica) desde la plataforma de lanzamiento 39A, desde donde despegaron Neil Armstrong y sus compañeros de la misión Apolo 11. Un cohete Falcon 9 de SpaceX con la nueva cápsula Crew Dragon enganchada partirá hacia la Estación Espacial Internacional (EEI).
Bob Behnken y Doug Hurley, los dos hombres elegidos por la NASA para esta misión de demostración, han estado en cuarentena durante dos semanas. A pesar del encierro, el plan se mantuvo.
Space Exploration Technologies Corp., fundada con la determinación de cambiar las reglas del juego de la industria aeroespacial, se ganó poco a poco la confianza de la agencia espacial más grande del mundo.
SpaceX se convirtió en el 2012 en la primera empresa privada en acoplar una cápsula de carga a la EEI. Dos años después, la NASA le pidió que adaptara la cápsula Dragon para poder transportar astronautas.
"SpaceX no estaría aquí sin la NASA", dijo Musk el año pasado, después de un ensayo general del viaje a la EEI sin tripulación.
La agencia espacial ha pagado más de $3.000 millones a SpaceX para diseñar, construir, probar y operar su cápsula y hacer seis viajes espaciales de ida y vuelta. El desarrollo experimentó retrasos, explosiones, problemas de paracaídas, pero SpaceX venció al gigante Boeing, al que la NASA también pagó para hacer una cápsula, la Starliner, que aún no tiene lista.
La inversión, decidida durante las presidencias de George W. Bush para el envío de carga y Barack Obama para el de astronautas, se considera fructífera en comparación con las decenas de miles de millones que costaron los sistemas anteriores desarrollados por la NASA.
“Algunos han dicho que es inviable o imprudente trabajar con el sector privado de esta manera. No estoy de acuerdo”, dijo Obama en el 2010. La decisión del expresidente se encontró con la hostilidad del Congreso y de la NASA.
Trump, presente
Diez años después será otro presidente, Donald Trump, el que asistirá al centro Kennedy a ser testigo del hito. El republicano trata de reafirmar la dominación estadounidense del espacio y ha ordenado el regreso a la Luna en el 2024.
La Crew Dragon es una cápsula como la Apolo, pero del siglo XXI. Las pantallas táctiles han reemplazado los botones y los joysticks. El interior está dominado por el blanco con una iluminación más sutil, nada que ver con los enormes transbordadores que funcionaron entre 1981 y el 2011.
"¡Seguro que todos los pilotos del mundo tendrán más confianza si les das un joystick que si les das un iPad!", bromeó Thomas Pesquet, el astronauta francés que podría ser el primer europeo en viajar a bordo de la Dragon en 2021.
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"Esperamos un vuelo más suave pero más ruidoso", dijo Bob Behken, quien al igual que su compañero de misión viajó dos veces en aquellos transbordadores.
A diferencia de los transbordadores, uno de los cuales explotó en 1986 después del despegue (Challenger), la Crew Dragon puede separarse del cohete en caso de emergencia.
La cápsula llegará a la estación espacial, situada a 400 kilómetros sobre el nivel del mar, el jueves y probablemente permanecerá acoplada allí hasta agosto.
Si cumple su misión, los estadounidenses ya no dependerán de los rusos para llegar al espacio, como ha ocurrido desde el 2011, pues las Soyuz rusas son los únicos vehículos espaciales que hacen este recorrido, despegando del cosmódromo de Baikonur en Kazajistán.
Las rutas desde Florida volverán a ser regulares, con cuatro astronautas a bordo.
Asimismo, SpaceX será libre de organizar viajes espaciales para turistas con la cápsula, por un boleto que probablemente costará decenas de millones de dólares la plaza.