El meteorito que cayó el pasado 23 de abril en San Carlos de Alajuela sí se llamará según el lugar donde fue encontrado. La Meteoritical Society ya oficializó su nombre: “Aguas Zarcas”.
En el sitio de Internet de dicha organización puede observarse, desde este viernes 31 de mayo, la leyenda “este es un nombre oficial”.
Gerardo Soto, geólogo e investigador de la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR) confirmó que “esto es basado en la documentación que aportamos múltiples científicos nacionales y extranjeros de distintas instituciones, en cuenta la Escuela Centroamericana de Geología de la UCR”.
En la ficha técnica del meteorito se señala que este es del tipo CM2 (clasificación basada en el tipo de materiales de los que está conformado), y acompaña a otros 510 meteoritos de esta categoría.
La información también precisa quiénes tienen parte de este meteorito, ya sea para estudios o como parte de su colección privada. La lista destaca a seis “dueños” oficiales, pero esto no implica que otras personas, tanto dentro como fuera de Costa Rica, no tengan trozos de esta roca.
Las mayores porciones siguen con su descubridora en Aguas Zarcas, según confirma el sitio. “La primera masa de 1.071 gramos aún está con quien la encontró. Una segunda masa más grande, de 1.868 gramos, también está con quien la encontró”, cita la ficha técnica.
La lista de institutos de investigación que tienen el meteorito la componen el Centro de Estudios para Meteoritos de la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos; el Instituto de Meteoríticos de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque, también en EE. UU. y el Museo de Geociencias Miriam Della Posta de Azevedo en Sao Paulo, Brasil.
También se detallan dos coleccionistas privados: Michael Farmer, quien vive en Tucson, Arizona, EE. UU. y otro coleccionista de apellido Ward, de quien no se consigna información.
¿Cómo es el meteorito?
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Según el informe de la Escuela de Geología de la UCR, se trata de un meteorito pétreo condrítico, compuesto principalmente por silicio, hierro y magnesio.
Es muy probable que la edad del meteorito se acerque a los 4.560 millones de años, aunque es necesario llevar a cabo estudios mayores para confirmarla.
Después de analizar el meteorito en abril pasado, Soto dijo a La Nación que se observaron estructuras llamadas ragmaliptos, que son estructuras o trazos que se forman en la superficie del meteorito mientras se encuentra en vuelo. Estos trazos indican la dirección de la caída del objeto cuando ingresa a la atmósfera.
También se notan superficies de fusión, que son trazos milimétricos que se dan debido al calor que experimenta este cuerpo celeste al ingresar a la atmósfera terrestre.
“Durante el ingreso a la atmósfera, el meteoroide se somete a temperaturas por encima de los 1.500°C, suficiente como para fundir la superficie rocosa del meteorito, por lo que se preserva una corteza de fusión vidriosa con indicadores de la dirección de caída”, aseguró el informe de la Escuela de Geología de la UCR.
A lo interno se observan cóndrulos, partículas de escala milimétrica que se formaron como pequeñas esferas fundidas en procesos de alta temperatura durante la formación del Sistema Solar y la Tierra.
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