De niño, Carlos Rodríguez Delgado soñaba con el espacio y todo lo que podía aprenderse de él. Aquel sueño infantil perdió fuerza durante los años del colegio, pero retornó por un hecho inesperado justo cuando se acercaba el momento de decidir carrera universitaria.
Una noche estaba en el patio de la casa de uno de sus amigos, en Heredia, cuando vio pasar la Estación Espacial Internacional (EEI) y todas las ilusiones regresaron.
“Ahí me acordé de todo lo que yo veía cuando era niño y busqué una carrera que tuviera que ver con ciencia y tecnología”, narró.
Su primer paso fue estudiar Física, en la Universidad de Costa Rica (UCR), donde aprendió sus primeras armas de Astrofísica. Esta etapa lo llevó a formar parte del grupo de Ingeniería Aeroespacial de la casa de estudios. Sin embargo, en el camino se percató de que quería construir, por lo que cambió de carrera y de universidad.
Así, Carlos ingresó a Ingeniería en Mantenimiento Industrial en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), donde posteriormente se graduó como ingeniero electromecánico.
En el Tec, no había un grupo similar al de la UCR, pero sí había un Laboratorio de Sistemas Espaciales (SETEC-Lab). Los profesores estuvieron anuentes a ayudarle, junto con otros compañeros, para formar un grupo de ingeniería aeroespacial llamado TecSpace. Ahí comenzaron a competir a nivel internacional y a publicar sus trabajos.
Se acercó cada vez más a su sueño. Con la empresa que creó junto a otros compañeros, Orbital Space Technologies (OST), logró lanzar al espacio un satélite diminuto para investigar la enfermedad del banano.
Recientemente, Carlos recibió el galardón de Líder Joven del Espacio 2024, por parte de la Federación Internacional de Astronáutica (IAF, por sus siglas en inglés); fue el único latinoamericano en recibir este reconocimiento este año. Estos premios serán entregados durante la Ceremonia de Clausura del 75º Congreso Astronáutico Internacional (IAC)-IAC 2024, en Milán, Italia, que se celebrará del 14 al 18 de octubre.
Anteriormente, en el 2021, él ya había sido nombrado Líder Espacial Emergente, también por la IAF.
Rodríguez está convencido de que Costa Rica tiene mucho potencial para las ciencias espaciales. No se requieren grandes infraestructuras, dado que no todo lo que se realiza en el terreno del espacio está relacionado con viajes de astronautas, cohetes y plataformas de lanzamiento. Tal vez esa sea la parte que más famosa se ha hecho, pero hay mucho más.
“Cuando la gente piensa en el espacio, piensa en la NASA, y va mucho más allá”, subrayó a La Nación.
Talento de Costa Rica para el espacio
De acuerdo con Rodríguez, el sector aeroespacial está creciendo muchísimo y esta es una “oportunidad inmensa” para el país.
“Costa Rica trabaja con talento de primer mundo. La industria de los semiconductores o la industria médica son tecnologías que no son fáciles de hacer, requieren mucho expertise técnico y no están tan alejadas de la industria espacial. Ya nosotros tenemos esas capacidades, ya tenemos la infraestructura montada y gente capacitándose”, puntualizó.
Puso como ejemplo lo desarrollado en OST, pero no es el único. En sus labores diarias, se encarga de la parte ingenieril y la logística para hacer experimentos en el espacio. Ni siquiera tienen oficina, pero montan prototipos de satélites cúbicos de 30 cm x 30 cm x 30 cm. Su foco es la investigación de enfermedades que en la superficie terrestre son difíciles de estudiar, como el cáncer o enfermedades neurodegenerativas.
“El espacio nos abre una frontera nueva. Al no haber gravedad, las cosas se comportan diferente. A nivel de organismos vivos, ellos tratan de adaptarse a ese nuevo ambiente y eso los lleva a expresar cosas en su ARN que aquí en Tierra no expresan”, destacó.
Esa ha sido la idea con MUSA. El proyecto se centra en investigar las características del hongo Fusarium oxysporum, que causa el llamado mal de Panamá en las plantaciones de banano. Busca determinar si el hongo Trichoderma harzianum, beneficioso para las plantas, funciona como agente de control biológico contra diversos patógenos vegetales como el Fusarium.
También, hay otros esfuerzos de jóvenes profesionales en otros ámbitos, como la cohetería experimental.
Otros van hacia rovers, robots autónomos que eventualmente podrían utilizarse en misiones espaciales, pero también pueden usarse en la Tierra para recolectar muestras de elementos de interés científico en lugares de difícil acceso, como los volcanes.
También, mencionó a un biodomo, que busca cultivar comida en ambientes espaciales y que podría mejorar los procesos de producción en la Tierra.
Los ejes pueden dar para investigaciones en agro, en salud y en otros terrenos.
“No se necesita una gran infraestructura, se necesita un equipo que quiera trabajar. En Costa Rica tenemos el talento”, concluyó.