A simple vista, las palomas de Castilla ( Columba livia ) que se pasean por los parques y barrios en las ciudades del país, parecen inofensivas y hasta amigables. Empero, la gente ignora que muchas de ellas podrían ser portadoras de enfermedades como salmonelosis, clamidia, influenza y hasta de parásitos.
Por esa razón, una investigación interinstitucional que involucra a la Universidad Nacional (UNA), la Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad de Costa Rica (UCR) busca usar a estos animales como bioindicadores; es decir, para determinar la salud del ambiente en que se desenvuelven o habitan.
Este análisis también ayudaría a definir si las enfermedades presentes en las palomas podrían significar un riesgo para las personas. El proyecto se compuso de tres etapas. La primera consistió en contabilizar y evaluar la población de esta especie, tanto en la época seca como en la lluviosa (de marzo de 2013 a marzo de 2014).
La segunda se centró en identificar los males que portan las aves, en tanto la tercera buscó definir la cantidad de plomo en estas y sus excrementos, así como en los líquenes de los parques donde se efectuó la investigación. El estudio se llevó a cabo en nueve parques de la Gran Área Metropolitana (GAM), situados en San José, Cartago y Alajuela. En cada ciudad se escogieron tres parques según su población de palomas (alta, mediana o baja).
Primer paso. Las encargadas de la primera fase fueron Zaidett Barrientos y Carolina Seas, directora y asistente de investigación, respectivamente, del Laboratorio de Ecología Urbana de la UNED.
El conteo de las palomas se hizo in situ , manualmente y con ayuda de fotografías, para luego hacer otro en computadora, con ayuda de un software especial.
Seas indicó que saber cuántas palomas hay en los parques resulta útil para las municipalidades, en caso de que el Ministerio de Salud solicite algún control poblacional.
“Si ya saben cómo están las poblaciones, pueden hacer extracciones selectivas de hembras o eliminación de nidos para cumplir con ese control”, explicó.
Barrientos detalló que la cantidad también podría determinar cuán expuestas estarían las personas a adquirir una enfermedad transmitida por estas especies.
“Cuantas más palomas haya, más riesgo de contagio en los humanos. Pero puede ser más peligroso un parque que tenga 10 palomas infectadas, que uno que tenga una población de 100 y solo dos estén infectadas”, aclaró Barrientos.
Los riesgos. El segundo paso: la identificación de las enfermedades que portan estas aves corrió por cuenta de la UNA.
Mauricio Jiménez, director del Hospital de Especies Menores y Silvestres de la Escuela de Medicina Veterinaria de esa universidad, comentó que debieron capturarlas para extraerles sangre, tomarles medidas y luego liberarlas. Si el animal estaba muy enfermo, fue sometido a eutanasia y se estudiaron algunos órganos, como intestinos, hígado y pulmones.
Entre las enfermedades que hallaron en las palomas, está la salmonelosis (causada por la bacteria salmonella), que, según Jiménez, es normal en esta especie y es también agente causante de clamidia.
“No todos los tipos de salmonella o enfermedades que transmiten las palomas son agresivas para los seres humanos, pero sí es importante determinar cuáles son”, agregó el investigador.
En muchas ocasiones, la sintomalogía de estos males zoonóticos (transmitidos de animales a personas) se pueden confundir con las de otros padecimientos que tiene la gente, por ejemplo, resfriados, o bien, las cepas más fuertes se pueden transformar en neumonía.
Jiménez resaltó la importancia de mantener un registro de los males de las palomas, pues pueden ser un foco de contaminación.
El cierre. Otro de los puntos abordados en la investigación fue la concentración de plomo en estas aves y en el aire y suelo de los parques contemplados en el estudio.
Germain Esquivel, del Laboratorio de Química de la Atmósfera de la UNA, exteriorizó que, aunque aún no se publican los resultados, se halló “una relación fuerte entre la cantidad de plomo en el suelo de los parques y la que está presente en los líquenes. No así en las palomas. Pareciera que las palomas podrían estar acumulando el plomo de otras fuentes”. Esto, porque los líquenes permanecen inmóviles en el suelo, en tanto las palomas van de un lado a otro.